Capítulo 33
1287palabras
2022-11-03 13:47
Hayden
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*
Estaba tan furioso, que el concepto de "furioso" no podría describir cómo me sentía realmente.
que el concepto de "furioso" no podría describir cómo me sentía realmente.
Mi sangre latía con fuerza en mis venas y el único pensamiento en mi mente era cómo matar a cierta persona.
Ya le había dicho a Brittany que se mantuviera alejada de Gracie; le advertí lo que pasaría si alguna vez la volvía a ver y lo dije muy en serio. ¿Acaso era tan estúpida como para pensar que mis palabras eran simplemente un alarde?
Tan pronto como entré a su casa, supe que algo andaba mal.
Su casa estaba totalmente desordenada y estaba demasiado tranquilo. Decidí subir las escaleras sigilosamente.
y estaba demasiado tranquilo. Decidí subir las escaleras sigilosamente.
Vi una figura inmóvil acostada en la cama y me acerqué con cautela.
Era Brittany, pero estaba casi irreconocible.
Yacía desnuda en un charco pegajoso de su propia sangre, hice una mueca al verla, ¿quién podría haber hecho esto?
Sus ojos aún estaban muy abiertos y con una expresión llena de horror. El maldito enfermo que la mató debe haberla violado también.
Hice otra mueca de disgusto ante la idea. Incluso alguien como ella no se merecía eso.
Si bien yo no era una persona normal, esto era realmente enfermizo. ¿Qué tipo de ofensa podría haber cometido para que la mataran de una manera tan brutal?
Por el aspecto general de la escena, no fue una muerte reciente; parecía que había estado muerta durante un par de días.
Su adicción a las drogas hizo que tuviera que mudarse de la casa de sus padres el mes pasado porque ya no podían soportarlo.
Sin embargo, era una chica popular; tenía muchos amigos, tanto en la escuela como fuera de ella. Me pregunto por qué nadie la ha buscado.
Por el rabillo del ojo vi sus pertenencias reunidas; ya había empacado y, probablemente, estaba a punto de irse cuando entró su asesino.
Esto solo podría significar que ella había enviado los primeros mensajes, pero no el último...
Ese lo había enviado otra persona.
Hasta que no descubriera quién, no estaría tranquilo. La mera idea de que el bastardo osara poner su maldita mano sobre lo que era mío, de repente, me llenó de rabia renovada.
No iba a permitir que se acercara a ella, incluso si para evitarlo debía encerrarla en una habitación conmigo indefinidamente.
Una vez que lo encontrase, me aseguraría de que sufriese una muerte muy lenta y agonizante.
El solo pensamiento hizo que las comisuras de mis labios se curvaran.
De repente, mi teléfono celular sonó, interrumpiendo mis cavilaciones.
"Hola papá."
Después de cortar, salí de la casa e hice una llamada rápida al 911.
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"¿Dónde fuiste?" Sebastian preguntó tan pronto como entré.
Le dediqué una mirada rápida y se dejó caer en el sofá.
"Tenía cosas importantes de las que ocuparme", respondí con indiferencia ignorando su mirada escrutadora.
"¿Cosas importantes como salir corriendo como un héroe para proteger a tu pequeña... y llamar a la policía por un cadáver?"
Estuve sobre él en un instante, antes de que pudiera completar su oración.
"¡Deja de seguirme!", gruñí con pura irritación.
Parecía demasiado divertido por mi estallido de ira, lo que hizo que me enojara aún más. Solté mi agarre de su camisa y di un paso atrás, pero no sin antes lanzarle una última mirada.
"Si ya lo sabías, ¿por qué preguntas?" Mascullé caminando hacia la nevera para tomar una lata de cerveza.
"Siempre es divertido sacar una reacción de ti."
Decidí ignorarlo.
"¿Dónde esta?"
"Encerrada en tu habitación, supongo." Se encogió ligeramente de hombros, con una pequeña sonrisa secreta jugando en sus labios.
Mis ojos se entrecerraron hasta convertirse en rendijas. Hasta donde sabía, la única cosa que le producía una sonrisa era torturar a sus víctimas; sus gritos, sus súplicas por misericordia, o su muerte...
"¿Por qué sonríes, qué mierda le hiciste?"
"¿Qué dices?" dijo con una expresión aburrida.
"¿La asustaste o algo así?"
"Relájate, no pude hacerle nada a tu pequeña mascota, solo verme le quitó el aliento... supongo."
Le disparé una última mirada.
"Aléjate de ella," gruñí en voz alta y comencé a subir las escaleras, pero sus siguientes palabras me detuvieron.
"Tu obsesión por ella tiene que terminar, ¿sabes qué vas a hacer cuando llegue el día?"
Me miró fijamente con una expresión insondable. No le ofrecí ninguna respuesta y comencé a subir una vez más, pero una otra vez me detuvo.
"Casi lo olvido, parece que teníamos razón después de todo."
"¿Sobre qué?"
"Es Matteo, está vivo."
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El bastardo todavía estaba vivo. Se las había arreglado para sobrevivir manteniéndose escondido todos estos años.
Cuando llegué a mi habitación, la puerta estaba cerrada con llave, pero tenía una llave de repuesto. Empujé la puerta aún perdido en mis pensamientos, hasta que escuché una voz suave que hablaba.
"Regresaste."
Mis pensamientos desaparecieron al verla acostada en mi cama; era tan deseable, que todo lo que quería en ese momento era consumirla por completo.
Mi corazón dio un vuelco cuando una pequeña sonrisa asomó en su rostro.
Fue una sonrisa tan inocente y dulce, que me hizo olvidar cómo respirar por un momento.
De alguna manera, sabía que todo era una farsa, no era estúpido. Sabía que no era posible que alguien cambiara abruptamente en tan poco tiempo. Sin embargo, no sabía por qué estaba haciendo esto, pero aún así no podía evitar reaccionar a este lado amable de ella.
Este lado de ella que fingía estar atraída por mi.
Mi corazón se contrajo dolorosamente con anhelo; me hizo desear que todo fuera real.
Me estaba haciendo desear más.
Lo que sea que estaba intentando hacer era realmente peligroso para mí.
Y para ella.
Para ambos...
Me estaba haciendo desear su amor.
"¿Por qué cerraste la puerta?"
"B...bueno yo.. hum..."
"Es una pregunta sencilla."
"Tenía miedo." Susurró
"¿De quién?¿Sebastian?"
Ella asintió con la cabeza lentamente.
"A Sebastian no le gustan las mujeres," dije
"O los hombres. No le gusta nadie, siempre ha sido así, pero nunca te haría daño."
Ella asintió de nuevo, su lengua salió para humedecer sus labios; el gesto envió una palpitación directo a mi ingle.
Rápidamente, la acerqué a mi pecho, tomé un puñado de su cabello y estrellé mis labios contra los suyos, sentí que moriría si no la besaba en ese momento.
Sus dedos tocaron mis hombros tentativamente al principio; luego, cerró los ojos y separó los labios dándome la entrada que necesitaba.
"¿Qué juego estás jugando conmigo?", le dije con voz áspera besando las comisuras de su mandíbula, hasta su clavícula, inhalando su fragancia fuertemente. Estaba intoxicado y ella era mi maldito remedio.
"Abre tus ojos," le pedí, pero no lo hizo. En lugar de eso, envolvió sus brazos alrededor de mí con fuerza.
pero no lo hizo. En lugar de eso, envolvió sus brazos alrededor de mí con fuerza.
"Te... quiero, Hayden," susurró.
Mi corazón dio un vuelco al escuchar esas palabras de su boca: mi polla cobró vida.
La sorpresa me mantuvo quieto por un momento y solo pude mirarla sin pestañear. Ya no importaba lo que estuviera tratando de hacer, ¡Era mía, maldición!
Entonces, reclamé sus exuberantes labios entreabiertos de nuevo en un húmedo beso abrasador, hasta que ambos nos quedamos sin aliento.
"Quítate la ropa." Mi voz salió ronca y excitada mientras me quitaba la camisa.
Sus ojos se abrieron de golpe con una expresión insegura, pero no me importaba; iba a follarla de cualquier manera.
"P.. pero,"
Sostuve un dedo cruzado sobre sus labios enrojecidos de tantos besos.
Mi mirada llena de lujuria la absorbió por completo.
"Shh.. te voy a follar. Duro." Mi aliento caliente abanicó su cuello.