Capítulo 17
1569palabras
2022-11-01 17:34
Era hora de la clase de educación física, y al parecer hoy era mi día de suerte porque no me había encontrado con él.
Entré con Clarissa en el vestuario de las chicas para cambiarnos de ropa, pues debíamos vestir nuestro atuendo deportivo, que consistía en una camiseta simple y un pantalón de sudadera.
"¿Crees que los rumores que corren acerca de Hayley sean ciertos?", preguntó ella.
Su voz interrumpió mis pensamientos y me devolvió a la realidad.
"¿Qué dijiste?", pregunté, pues no le había prestado atención.
"Todos en la escuela dicen que Hayley quedó embarazada y que esa es la razón por la que se retiró del colegio", comentó ella.
No me sorprendería que fuera cierto, pues ella solía salir con varios deportistas.
"Ella me empujó el otro día en el pasillo y ahora mira quién no se va a graduar", se burló ella.
Torcí los ojos al ver la sonrisa de satisfacción que se había dibujado en su rostro.
"Ahora me doy cuenta de que esto es como una especie de venganza personal para ti, ¿no es así?", comenté.
Terminamos de cambiarnos y noté que el pantalón me quedaba un poco ajustado, principalmente en la zona de mi trasero y caderas.
Al parecer yo había engordado. Sin embargo, no podía explicarme la razón de mi aumento de peso porque me había saltado muchas comidas la semana pasada y además había duplicado el tiempo que le dedicaba al ejercicio. Siempre me había esforzado por ser delgada pero al parecer nunca lo conseguiría.
En ese momento una enorme sensación de frustración me embargó.
"¿Qué te sucede?", me preguntó ella, probablemente sorprendida por mi silencio repentino.
No pude responder nada porque en ese instante vi a Brittany y a sus amigotes avanzando hacia nosotros.
Odiaba encontrarme con ellos. La verdad es que no quería verlos.
"¡Hola, gordita!", me gritó ella con la intención de fastidiarme. Entonces sus amigotes se echaron a reír.
"Deberías ir temprano a la clase de gimnasia, porque aparentemente necesitas asistir a esa clase más que cualquiera de nosotros", dijo ella torciendo los ojos y señalando mi cuerpo.
"¡Deja de entrometerte en la vida de los demás!", exclamó Clarissa disgustada.
Brittany le lanzó una mirada a Clarissa y luego me miró a mí.
"No estoy hablando contigo sino con esa cerda fea", replicó ella.
Clarissa iba a responder algo, pero yo decidí intervenir para evitar que lo hiciera, pues no valía la pena discutir con ella.
"Vámonos de aquí; no les prestemos atención", dije.
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Él y yo hicimos contacto visual momentáneamente mientras me dirigía a mi clase de gimnasia. Su mirada penetrante casi me hizo perder el equilibrio.
De repente me sentí desvalida y todo lo que quería hacer en ese momento era abrazarme a mí misma.
En aquel momento intentaba desesperadamente estar protegida de la amenaza que su presencia suponía para mí.
El entrenador Jersey nos agrupó para practicar el deporte yo más odiaba. Gruñí para mis adentros.
Dodgeball
Entonces pensé que tal vez sería buena idea solicitar un permiso para ausentarme por enfermedad, pero yo ya había solicitado ese permiso demasiadas veces, así que él se disgustaría mucho conmigo si volvía a solicitarlo.
Afortunadamente, Clarissa estaba en mi equipo en aquella oportunidad.
Sonó el silbato que indicaba que el partido debía comenzar.
Al principio todo iba bien pero de repente recibí un balonazo en el estómago y caí al duro suelo mientras las lágrimas asomaban a mis ojos.
Apreté los dientes al sentir aquel repentino dolor. Sentía mucho dolor.
"¡Lo siento mucho, créeme! Debiste haberte movido con más agilidad", se burló Brittany.
El entrenador corrió hacia mí para ver qué me había sucedido.
"¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Necesitas ayuda?", me preguntó el entrenador, mostrándose preocupado por mi bienestar.
Asentí para indicar que no me había sucedido nada grave y me moví con dificultad hasta lograr sentarme.
"¿Estás segura de que estás bien? Tal vez sea mejor que vayas a la enfermería para que te revisen", señaló el entrenador.
Clarissa me ayudó a ponerme de pie y mientras me alejaba de allí me repetía a mí misma que no debía volver la vista atrás para ver aquel par de ojos que me contemplaban con tal intensidad que yo sentía que esa mirada me traspasaba.
Sin embargo no pude reprimir el impulso de mirar hacia atrás y cuando lo hice realmente lamenté haber cedido a ese impulso.
Observé que me miraba con gran disgusto y odio, ¿ira tal vez? Su mirada me hizo estremecer.
En vez de ir a la enfermería fui al baño. Al llegar allí me levanté la camiseta y, como lo esperaba, vi una mancha roja en mi vientre. Seguramente al cabo de unas horas se tornaría azulosa.
Permanecí en el baño hasta que sonó la campana que indicaba el inicio del periodo de descanso.
Al oír el sonido de la campana exhalé un suspiro y decidí quedarme en el baño unos cuantos minutos más.
Cuando finalmente salí del baño noté que el pasillo estaba vacío. Como estábamos en el periodo de descanso no me apresuré a regresar a la clase.
Mientras caminaba lentamente oí voces apagadas provenientes de un salón de clases.
Pude identificar con claridad una de las voces que estaba escuchando.
La voz que logré identificar era la de Hayden.
No pude resistir la curiosidad y atisbé por una ventana del salón de clases.
"¡Tengo un completo dominio sobre ella!", se jactó él ante alguien.
Me parecía que la persona a la que le había dicho eso era Brittany.
"Pero tú... tú la odias, ¿verdad?", repuso ella en tono vacilante. Su mirada revelaba el temor que sentía.
Sí, era Brittany. Estaba completamente segura de que esa chica era Brittany.
Moviéndose con la rapidez de una serpiente él le rodeó el cuello con los brazos y la azotó contra la dura pared del salón de clases.
Yo estaba paralizada por la enorme rabia que parecía irradiar de su cuerpo.
"¡Me estás lastimando! ¡No me lastimes! ¡Suéltame!", gritó ella.
"¿De veras te estoy lastimando?", repuso él con una sonrisa sádica mientras aparentemente presionaba con mayor fuerza el cuello de Brittany.
"¡No deberías haberla lastimado! Ella también estaba sufriendo" gruñó él.
Yo contemplaba fascinada aquella escena. Mi reacción ante sus palabras era una mezcla de sorpresa y temor.
¿Acaso él estaba enfadado porque ella me había lastimado? Sin embargo, el dolor que yo sentía en el estómago no era nada en comparación con el dolor que él me había infligido durante todos esos años.
"¡No tienes derecho a lastimarla! ¡No quiero que le vuelvas a tocar ni siquiera un pelo de la cabeza! ¡Acabas de cometer un error gravísimo!", tronó él.
Se me heló la sangre y se me erizaron los vellos al oír aquella reprimenda. ¿Acaso él me estaba defendiendo?
Sin embargo, en vez de sentirme aliviada, una súbita oleada de temor me inundó.
La forma en que él hablaba me hacía pensar que estaba sufriendo una crisis sicótica.
Su mirada estaba tan cargada de odio que por un momento temí que pudiera hacerle daño a Brittany.
Al cabo de un rato la soltó y ella cayó al suelo como si fuera una muñeca de trapo. El rostro de ella estaba pálido y traslucía terror. En ese momento ella se asemejaba a mí.
Él abrió los puños e inhaló profundamente. Parecía estar esforzándose por recuperar el dominio de sí mismo.
"¿Te quedó claro lo que te dije?", dijo él en voz baja, lo que hacía que sus palabras resultaran aún más amenazantes.
Ella asintió aturdida. Se notaba que estaba muy asustada por la forma en que él la había tratado.
"Será mejor que digas algo antes de que yo decida que no necesitas tu maldita boca", le dijo él en tono de enfado. Estaba realmente enfadado.
"Sí... sí...", dijo ella. Seguramente había pensado que era mejor decir algo porque de lo contrario él podría ponerse muy violento.
"Muy bien", respondió él. Al parecer ya estaba tranquilo al ver que Brittany había aceptado dejarme en paz.
Acto seguido, él salió del salón de clases azotando la puerta tras de sí. Por fortuna, él no miró hacia los lados porque si lo hubiera hecho seguramente habría advertido mi presencia.
En aquel instante salí del trance en el que había estado sumida.
"Él es peligroso. Debes mantenerte alejada de él". Aquellas palabras resonaban en mi mente.
Acababa de darme cuenta de que él no era un matón como tantos otros que van por ahí causando daño por puro placer. A diferencia de ellos él tenía un propósito.
Sin embargo, yo ignoraba por qué él se comportaba así.
Yo estaba a punto de llegar al salón de clases cuando una mano me aferró por los hombros.
Al volverme para ver quién era la persona que me había aferrado me quedé petrificada al advertir que era él. Se veía muy enfadado.
Él sujetó mi mano firmemente y me arrastró con la intención de llevarme a quién sabe dónde.
Luché por liberarme pero todos mis esfuerzos fueron inútiles. Él me metió a la fuerza en el armario del conserje y luego oí el sonido producido por la puerta del armario al cerrarse. Ahora estaba completamente atrapada.
"Así que estabas escuchando todo, ¿verdad?", dijo él avanzando hacia mí.
Su aspecto era verdaderamente intimidante. Yo sentía que su mirada traspasaba mi alma. Entonces retrocedí instintivamente
Sin embargo, yo no podía huir hacia ninguna parte; no podía ocultarme de él.