Capítulo 80
1188palabras
2022-09-10 00:01
Mientras tanto, en Londres. Quentin ya estaba listo para regresar a China. Había logrado su cometido.
El complicado asunto había transcurrido sin problemas. A pesar de que no fue el mejor arreglo, Quentin estaba feliz.
Le dijo a Yvonne que se fuera sola a China y le pidió que no lo esperara. Le mandó un boleto de avión con un mensajero, diciéndole que iba a volver después de ocuparse de sus negocios.
Yvonne sabía perfectamente que se quería regresar a China con Eleonora. No había visto a Quentin en dos días. No fue fácil aceptarlo, los odiaba a ambos.
Quentin decidió llevar a Eleonora a divertirse a un lugar muy conocido de Inglaterra.
Aunque estuvieron juntos por más de un año, nunca la había llevado a un lugar así. Ella estaba muy sorprendida, se sintió halagada.
Ella tenía el corazón acongojado, sabía que era un juego perverso.
Al ver su mirada apagada, Quentin se quejó: "¡Eres una aguafiestas! Mira tu rostro tan apático".
Eleonora respiró profundamente e hizo todo lo posible por relajarse. Sin embargo, no le resultaba sencillo pues él era demasiado intenso y voluntarioso, podía explotar en cualquier momento.
Quentin la había llevado al mundialmente famoso London Tower Bridge, con la intención de pasear a la orilla del Támesis y disfrutar del hermoso paisaje.
Había muchos turistas junto al río. Eleonora caminó mirando la exuberante naturaleza, había flores por todos lados, en un instante se sintió alegre.
Él también parecía estar de buen humor. La chica venía caminando a su lado cuando, de pronto, se tocaron por accidente y Quentin la tomó de la mano.
Eleonora se sorprendió. Su reacción fue detenerse y quedarse quieta en el sitio donde estaba.
Habían sido marido y mujer, pero nunca antes habían caminado como una pareja tomados de la mano.
La mano del hombre estaba caliente y húmeda, Eleonora comenzó a temblar.
Quentin notó la incomodidad de la muchacha. Frunció el ceño y dijo: "¿Por qué te sacas de onda? ¿Te avergüenzas? ¡No te vas a morir por tomamos de la mano!".
"C*rajo, ¡qué manera de arruinar el paseo!".
Quentin la llevó hasta el final del puente. Haber compartido ese día con él le dio a Eleonora la sensación de estar enamorada.
Cuando regresaron después del paseo, la chica aún venía sacada de onda. Era una nueva versión de Quentin, no había mostrado su lado insensible. Inclusive le pareció lindo.
Sin embargo, abandonó ese pensamiento en un instante. '¡No no, no! Esto es una ilusión. ¿En qué estoy pensando? ¿Es en serio, Eleonora?', se dijo a sí misma.
Al ver que ella negaba constantemente con la cabeza, Quentin le tomó la barbilla y la miró fijamente. Con sarcasmo le preguntó: "¿Que te pasa, perdiste tu alma?".
Eleonora hizo a un lado la mano del hombre.
Quentin cambió abruptamente de tema y le dijo: "¡Volveremos a China más tarde, vámonos ya, tienes que empacar tus cosas!".
Unas horas después, despegaron. Venían cómodamente sentados en el lujoso avión privado.
Eleonora intentó conversar con Quentin, venía tomándose una taza de café.
Ella le preguntó: "Maestro, ¿podemos hablar?".
El muchacho le contestó con pereza mientras miraba las nubes por la ventana: "¿A ver, de qué quieres que hablemos?" .
Desde que su padre enfermó, Quentin tuvo que hacerse cargo del Grupo Lance y no había podido relajarse hasta ese momento. Durante el último año, había vivido su día a día en un constante estado de tensión.
No tenía tiempo para descansar. No solo tenía que lidiar con todos los asuntos del Grupo Lance, sino que también tenía que darse tiempo para odiar a la familia Balton.
Cuando estaba paseando en el London Tower Bridge, finalmente había logrado relajarse y se sentía de muy buen ánimo.
Aunque anhelaba tener hijos, en este momento, ni siquiera podía pensar en eso. Eran cosas extravagantes a los ojos de Quentin. Tenía que encargarse del destino de miles de personas del Grupo Lance.
La chica intentó razonar con Quentin, le dijo: "Espero que después de que regresemos a China me permitas tener una vida tranquila y relajada ¿estás de acuerdo? Después de todo, ya tienes a tu prometida".
Sin embargo, en opinión de Quentin, ella no era una persona calificada para hablar de eso con él.
En ese momento se acabó el buen humor del hombre y la ira en su rostro apareció de inmediato. "Eleonora, eres demasiado arrogante, solo por ser un poco indulgente ya pretendes negociar conmigo? ¿En verdad crees que eso es posible? ¿Quieres que deje de torturarte? ¡Lo haré cuando encuentre a tu maldito padre y pague con su vida todo lo que le hizo a mi familia!".
Ella sabía perfectamente que el corazón de Quentin estaba lleno de odio.
"¿Yo no podría pagar con mi vida?", dijo con lágrimas en los ojos.
El rostro de Quentin se torció con frialdad. "¿Tu vida? Ya te he dicho que no tiene ningún valor. ¡Si lo que deseas es morir, podría matarte trágicamente!".
Aunque resultaba un poco humillante, la chica tenía la esperanza de obtener algún beneficio: "Quentin, tengo una pequeña solicitud".
El hombre arrugó la frente y con impaciencia exclamó: "¿Estás loca? ¿Ahora qué quieres?".
"Al regresar quisiera encontrar un trabajo. Solo te pido que no lo arruines cuando lo consiga. Además, por la historia entre nosotros, sería mejor si...". Eleonora esperaba mantener su extraña relación lo más distante posible. No esperaba que Quentin la interrumpiera bruscamente.
"¿Todavía no lo entiendes? No hay nada que discutir. Además, ni pienses en tomar acciones legales. Déjame decirte, yo soy tu ley, soy tu Dios. ¡Así que todo es inútil!". Después de eso, el hombre se levantó y se fue al pequeño dormitorio del avión.
Eleonora estaba sudando. Bebió un sorbo de café. Aunque su corazón estaba triste, por fin tuvo el valor de hablar con Quentin.
Después de un largo viaje de más de diez horas, finalmente aterrizaron en la Ciudad A.
Al bajar del avión, Quentin le entregó una tarjeta bancaria y le dijo: "¡La contraseña es la fecha de tu cumpleaños!".
"¡No la quiero!", la chica se negó. ¿Qué clase de trato era este?
Quentin le dijo en voz baja: "¡Es tu recompensa por ser mi acompañante en la cama!".
En efecto, todo había sido solo un trato. La había llevado a Inglaterra como su pareja sexual.
Eleonora tomó la tarjeta, con los ojos cubiertos de lágrimas: "Bien, entonces quiero saber cuánto gané durante estos días".
Quentin se burló: "No es mucho. ¿Te crees muy valiosa?". En ese momento un auto llegó a recogerlo, subió sus maletas y le dijo: "Llama a un taxi y vete a tu casa. ¡Toma un poco de cambio!". Quentin sacó unos cuantos billetes y se los dio. Luego, se montó en el auto y rápidamente se alejó de la vista de Eleonora.
Quentin pensó para sí mismo: '¿No que quería que nuestra relación se mantuviera en secreto? Le daré unos días para relajarse'. De todos modos sabía que iba a estar ocupado por un tiempo.
Eleonora, se quedó paralizada en la pista donde aterrizó el avión, sostenía en sus manos la tarjeta y algunos billetes. Su corazón estaba helado.