Capítulo 24
666palabras
2022-08-10 14:47
Anna vio que Yvonne sentía que definitivamente sería feliz cuando se casara con aquel hombre; por lo tanto, no quiso persuadirla más. Después de todo, pronto sería la segunda esposa de Quentin.
"¡Yvonne, espero que seas feliz! Tengo que ir a trabajar, cuídate". La chica se dio la vuelta y se dispuso a retirarse.
"Espera, Anna. Asistirás a mi boda esta tarde, ¿verdad?".
"Mmm, haré lo que pueda...". La mujer realmente no quería observar aquella escena, pues se le hacía muy ridículo ver que, el hombre que todavía era esposo de Eleonora hace unos días, se convertía en el esposo de su amiga Yvonne ahora.
"¡Entonces te esperaré!", dijo mientras la miraba expectante.
Más, ella solo asintió y se fue.
Cuando salieron, se encontraron con la niñera, quien las estaba espiando a través de la puerta. "Disculpen, como estaban hablando en la habitación, me quedé aquí por si necesitaban algo...", dijo con un sonrisa falsa.
"Yo no necesito nada. Ya me voy". Anna bajó las escaleras y finalmente se fue.
En seguida, el rostro de Yvonne se volvió serio y desdeñoso.
Al ver aquella expresión, Sylvia entró corriendo y comentó astutamente; "Señorita, cuando esa mujer llegó estaba como una tigresa loca, pero ahora se fue, estaba como una gallina vieja y débil".
Yvonne frunció los labios y, antes de regresar al tocardor, contestó; "¡Ella no es más que una estúpida!".
"Sí, señorita. Ninguna es rival para usted...", respondió la criada sumisamente.
Yvonne la miró y pensó que no era necesario seguir probándose pendientes, sino que escogió dos pares y gesticuló con ellos en las orejas. "Sylvia, ¿cuál crees que debo usar en mi banquete de bodas? ¿Los pendientes de zafiro o estos de piedra de ojo de gato color rojo sangre?
"Señorita, su vestido es blanco; así que los aretes de zafiro y rubí combinan perfectamente con él. Cualquiera de ellos es digno de su noble personalidad. Pero, como hoy es el día de su boda, creo que debe usar este rubí. ¡Lucirá preciosa en esta gran celebración!".
"¡Bueno, como sugieras!". Yvonne le entregó aquellos pendientes y ella se lo puso con cuidado en las orejas para luego colocarle la misma serie de anillos y collares.
Minutos después, tras maquillarse con esmero, miró su hermoso rostro en el espejo y mostró una sonrisa de satisfacción.
Era casi mediodía, cuando Yvonne recibió una llamada de su madre y su cuñado, diciendo que el avión se había retrasado y que acababan de bajar de él. Por lo tanto, como era demasiado tarde para llegar a casa, fueron directamente al hotel.
En ese instante, también le pareció raro que Quentin no la llamara a pesar de la hora que era. Entonces, decidió marcarle a su móvil. "Quentin, es casi mediodía. ¿Por qué no has venido todavía?".
"Oh, es que he tenido una reunión muy importante toda la mañana y recién acaba de terminar. De todos modos, no te preocupes. Yo iré al hotel ahora pero ya he enviado un chófer para que te recoja. Ya debe estar llegando".
Cuando escuchó que había enviado un chófer para que la recogiera en lugar de ir él mismo, Yvonne se sintió un poco decepcionada. Después de todo, aunque era un día especial, ella no estaba feliz. Sin embargo, no podía demostrarlo, así que solo atinó a decir; "Está bien Quentin, entiendo que estés ocupado, no pasa nada. Ve al hotel a socializar, pues mi madre, mi hermano y mi cuñada deben llegar pronto allí".
"De acuerdo", respondió antes de colgar el teléfono.
Yvonne alejó lentamente su celular de su rostro, el cual mostraba una gran decepción.
"Señorita, ¿qué pasa? ¿No viene el joven Quentin?".
"¡No, está ocupado!", dijo ella forzando una sonrisa.
"Pero, él tiene que entender que hoy es...", se quejó la criada en lugar de la Srta. Moore.
"¡Sylvia, no olvides cuál es tu lugar!", le gritó con impaciencia.
La empleada se sintió un poco agredida. Era obvio que Yvonne estaba enojada, por lo que descargó su ira en ella.