Capítulo 58
2521palabras
2022-09-04 15:00
Creo que me voy a tener que acostumbrar a que mis días sean una montaña rusa.
Otra vez, pase de estar feliz y dichosa, a llorar como una magdalena.
No quiero volver a casa y estar sola. Podría llamar a Sam, pero creo que está en una cita con Julián y no quiero echársela a perder. Mateo sería la persona perfecta para hablar y pedir consejo, pero no puedo presionarlo para que vuelva a ser mi amigo. Alex… Me muero por llamarlo y saber cómo esta, pero ¿Qué caso tiene? Nuestras vidas están a punto de cambiar de forma radical. Yo voy a mudarme a L.A. y mi estrella de rock va a ganar la batalla de las bandas, cosa que lo puede llevar a cualquier lugar del mundo. Si lo busco, solo daría pie para convertir nuestro sufrimiento en agonía y yo ya me cansé de llorar. Lo mejor que puedo hacer por mí, es evitar el drama, concentrarme en mi meta y no salirme del camino.

Ahora puedo entender mejor a Alex. Desde que recibí el correo del profesor Jose, mis sueños dejaron de ser un ideal y se convirtieron en algo real. Sé que con disciplina y trabajo duro puedo llegar a donde sea. Y ahora veo por qué Alex ha evitado tener relaciones sentimentales durante todo este tiempo. El amor puede ser emocionante y hermoso, pero está sobre una línea muy delgada que separa el cielo del infierno. Y a veces nos abruma tanto que confundimos este último con el primero.
Para dos personas como nosotros, con sueños tan grandes que rallan en lo imposible, lo mejor es mantenernos al margen de cualquier cosa que pueda alterar el rumbo hacia la meta. Así que mejor respiro hondo, me trago la necesidad de hablar con él, y llamo a Dilan.
“Tal vez tenga razón y siempre lo dejamos al final.”
—¿Puedes venir a mi casa? —pregunto al escuchar su voz.
—¿A cuál de la dos?
—El apartamento. No voy a volver a la unidad residencial por un tiempo.

—¿Qué paso?
—Te cuento cuando llegues.
Dilan llega veinte minutos después y hablamos de todo. Mis problemas familiares, Mateo, Alex, y mis planes para un futuro cercano.
Me escucha atento mientras se toma una cerveza. Solo habla cuando se asegura que yo termine de hablar.

—No te voy a negar que me duele un poco tu separación definitiva con Mateo, pero entiendo qué es lo mejor para ambos. Y estoy seguro que más temprano que tarde ustedes van a volver a ser amigos. Yo me voy a encargar personalmente de eso.
—No Di… No te metas. Ninguno de los dos estamos listos para eso. Yo entiendo que existen muchas razones para que ya no estemos juntos, pero si te soy honesta, no lo puedo imaginar con alguien más. Sé que es egoísta porque de cierta forma yo tengo a alguien más en mi vida. Por eso… lo mejor es darnos tiempo y asimilar, el porqué y el cómo, las cosas entre nosotros se terminaron.
—Muy bien. Les voy a dar tiempo para que lo solucionen ustedes solos. Pero si no lo hacen, si me voy a meter —sonrió y acepto lo que dice mientras doy un sorbo de mi agua con gas—. Con respecto a tu familia. Pfff… Yo no me puedo meter. Lo único que te aconsejo es que te aferres a tu hermano, porque tu madre si está muy mal. Lo bueno es que en poco tiempo vas a irte lejos de aquí a hacer lo que siempre has querido. Pero ni creas que te vas a librar de mí porque voy a ir a verte, más seguido de lo que crees.
—¿Es una promesa?
—Es una promesa —rectifica y brindamos por eso—. Y con respecto a Alex. Creo que ambos se quieren más de lo que aceptan. Pero si ya decidiste irte, deja las cosas como están. Tú ya viviste una relación a larga distancia. La pasante muy mal. Yo fui testigo de eso. Y la diferencia es que, si otra vez no funciona, no vas a tener un círculo de apoyo. Estarás sola. Tú eres una mujer en todo el sentido de la palabra Iv. Hermosa, inteligente, sabes lo que quieres, tiene una fortaleza que a muchos nos falta, eres buena amiga, buena hija… y así podría seguir alimentado tu ego. Pero el punto es, que van a llegar otros, y tarde o temprano va a llegar alguien que se alinee a tu vida. Sus planes complementarán los tuyos. Será más que un amante o un amigo, será tu compañero. Vas a tener amor sin necesidad de sacrificarte o sacrificar a alguien más.
—Hay Dilan… Si hubiera sabido que eres tan… buen concejero, me habría ahorrado muchos disgustos.
—No. Yo sé que mis consejos por lo general son basura. Yo te dije que te acostaras con el primero que se te atravesara, y ahora estás así. Con el corazón roto de nuevo.
—Pero eso no es tu culpa. Yo fui la que involucro el corazón cuando sabía que no podía hacerlo. ¿Cómo lo haces? ¿Cómo tienes sexo con chicas diferentes cada fin de semana y no sentir nada por ellas?
—No sé. Supongo que depende de la situación. Los lugares que frecuentó están llenos de personas que buscan lo mismo que yo, solo diversión. Y solamente me involucro con chicas que estoy seguro, les interesa lo mismo que a mí. Si noto alguna señal de segundas intenciones, le dejo claro que conmigo no va a poder. Si ella acepta y luego quiere más, pues ya es su problema, yo cumplí con ser honesto.
—Alex fue honesto conmigo. Desde un principio me dijo lo que quería.
—No creo que haya sido honesto contigo. Pero no me malentiendas. Pienso que ni siquiera estaba siendo honesto con él.
—No entiendo.
—Ya te lo dije. Si quieres una aventura de una noche o una relación solo física, sabes donde buscar, y más, si tu vida sentimental se resume en ese tipo de relaciones, como me cuentas que le sucede a Alex. Uno no va por ahí, proponiéndole a una chica cualquiera ese tipo de relación. Si quieres mi humilde opinión, pienso que él siempre quiso algo más contigo. Desde que te conoció en la galería, se interesó seriamente en ti. Pero a la mera hora, se asustó. Vio que su estilo de vida estaba en riesgo, que perdía el control sobre algo que siempre había estado en sus manos. Y créeme, ningún hombre se siente feliz cuando pierde el control de su propia vida. Así que en la necesidad de retomar las riendas te propuso estar con él sin ningún compromiso. Pero eso nunca paso. Iv… yo no tengo el número telefónico ni siquiera de la mitad de las chicas con que me he acostado. Incluso, una vez estuve saliendo con una por más de tres meses, ya sabes, ella y yo nos entendíamos a las mil maravillas en la cama. Pero solo la llamaba para eso. Nos poníamos de acuerdo en un lugar y una hora, hacíamos lo que queríamos hacer y luego chao, hasta la próxima. Nunca supe en donde vivía, ni quienes eran sus amigos. No me senté a cenar con ella y mucho menos a desayunar. Como yo veo las cosas, ustedes dos eran novios sin título. Pasaban todo el tiempo juntos, tenían más que sexo, compartían intimidad. Ustedes estaban en el comienzo de una relación, y se echó a perder porque los dos se negaron a hablar del tema. El por miedo a perder el control y tú por miedo a salir herida.
—Tienes razón. En todo. Ya es tarde y no puedo hacer nada al respecto. Mi vida ahora está muy lejos de aquí y debo viajar con un equipaje ligero, porque lo que me espera en Los Ángeles va a ser difícil. Emocionante, pero muy difícil.
Dilan, se queda toda noche conmigo. Accede a dormir en el sofá porque no quiero quedarme sola.
El resto de la semana transcurre con más calma.
Comienzo a hacer los trámites para cambiar de universidad. Me aseguro de cumplir todos los requisitos.
Uno de ellos es tener cartas de recomendación, de por lo menos tres profesores, y gracias al cielo esa es la parte más fácil.
Sam y Dilan se turnan para acompañarme en las noches. A mi amiga aún no me atrevo a contarle mis planes. Porque, aunque sabe que quiero irme, eso no evitaría que se le rompa el corazón al enterarse que ahora es algo definitivo. Y menos después que Dilan nos confesara a ambas sus planes de irse a Harvard. Hizo todos los trámites para que lo volvieran a admitir y lo aceptaron. Así que, Mateo vuelve a Australia y al finalizar el verano, yo me voy a Los Ángeles y Dilan a Boston.
Sam se va a quedar completamente sola, y aunque ella diga que está bien, sé que no es verdad.
Sigo conteniendo mi necesidad de hablar con Alex. No lo llamo, él no me llama y Sam no me cuenta mucho sobre él.
—Se la pasa en su cuarto. Solo sale a la universidad y a ensayar. La verdad es que casi ni lo he visto. —me dice mi amiga el viernes cuando vamos de camino a la universidad.
La situación familiar la dejo por completo en manos de Carlos, Voy a visitarlo un par de veces en la semana, sobre todo porque me enteré que en la oficina hay una apuesta para adivinar cuando Abigaíl va a renunciar, y decidí participar.
Brenda me escribe y envía por correo electrónico las mejores opciones para mi cambio de escuela. Las estudio, y me decido por una. Todo fluye sin problema.
Ahora solo tengo que ir a la administración a recoger los documentos que me piden, firmarlos y enviarlos a Los Ángeles.
—Buenas tardes, señorita. Vengo a buscar unos papeles que están a nombre de Ivana Ferrer. —le digo a la chica de administración.
—Buenas tardes, vengo por un Paz y Salvo a nombre de Vanessa Ospina. —Volteo a ver a la chica a mi lado y la saludo con una sonrisa que ella devuelve.
—Iv… ¿Cómo estás?
—Bien ¿Y tú?
—Pues ya sabes. Corriendo como una loca de aquí para haya. Con todo lo de la graduación, y el concierto de la banda, apenas tengo tiempo para dormir.
—Me imagino. —normalmente, tendría otras cosas que decir, pero no se me ocurre nada que no me ponga en riesgo de terminar hablando de Alex.
Vanessa se ve algo inquieta y yo miro a la chica que busca mis documentos. Intento transmitirle un mensaje telepático para que se apresure.
“Qué situación tan incómoda.”
—Oye Iv… ya sé que Alex y tú terminaron, o lo que sea. Pero… —ella no logra sostenerme la mirada y es algo raro, porque las pocas veces que la he visto se ha mostrado muy segura de sí misma— ¿Sabes? Hoy nos vamos a la capital y él ha estado algo… desconcentrado. ¿Podrías… solo llamarlo?
—No creo que sea buena idea —me cuesta un poco interpretar sus gestos, pero creo que mi respuesta la preocupa y decepciona a la vez—. No te preocupes. Él va a estar bien.
—Pero… —Vanessa en interrumpida por la chica que por fin aparece con un sobre de manila en la mano.
—Tu paz y salvo no ha sido firmado. —le dice a Vanessa.
—¿Cómo? —ahora su preocupación es más evidente.
—Al parecer no has devuelto un libro de la biblioteca. Si ya lo entregaste, entonces habla con ellos, porque en el sistema registra que aún lo tienes.
—Pero… No podría ayudarme. Es que debo entregar el Paz y Salvo hoy.
—Lo siento…
—Sabe qué. Espere hago una llamada y soluciono esto ya mismo.
—Muy bien —Vanessa se hace a un lado con su teléfono y la secretaria se enfoca en mí—. Tus papeles están en orden. El rector ya firmó todo, así que no deberías tener ningún inconveniente con tu traslado.
—Muchas gracias.
Recojo el sobre y cuando voy a marcharme me topo con Vanessa, que ahora me mira confundida, pero quiero evitar cualquier pregunta que me haga, entonces me despido con la mano y salgo rápido de lugar.
Como ya no tengo más clases, me dirijo a la empresa a entregarle los documentos a mi hermano y que termine de hacerse cargo de todo.
—Hola a todos —Saludo efusiva como siempre y la mayoría me responden el saludo mientras camino al despacho de Carlos.
—Lo siento señorita. No puede pasar. —Abigaíl me corta el camino.
—¿Disculpa? —pregunto confundía. He notado ultimarte que su actitud es cada vez más hostil conmigo y no entiendo por qué. Yo siempre he sido amable con ella.
“Tal vez se enteró de la apuesta.”
“Entonces debería odiar a toda la oficina y no solo a mí.”
—El señor Ferrer no puede atenderla ahora. —dice destilando hostilidad.
“Dios… otra que no entiende que yo tengo derecho a moverme por esta empresa como me dé la gana.”
—¿Está en su oficina? —me pongo a la defensiva y le devuelvo su hostilidad.
—Si, pero….
—¿Está acompañado?
—No, pero…
—Entonces compromiso…
La hago a un lado para seguir con mi camino, pero me agarra del brazo y me lo impide.
—¿Qué crees que estás haciendo? —miro como mi piel se va enrojeciendo alrededor de su mano y abro los ojos ante el desconcierto.
“Ni el miserable de Anderson se ha atrevido a tanto.”
—¡Ya le dije que no puede pasar! —alza su voz y todos alrededor comienzan a observarnos.
—¿Y tú qué? ¿Eres la secretaria o el guarda espaldas de Charli? —Forcejeo con ella y me libero de su agarre— ¡Suéltame!
—Lo siento, pero el señor Ferrer dejo órdenes de que no lo molesten.
—Mira cariño. —me acerco a ella lo suficiente para marcar mi territorio— Yo entiendo que eres nueva, pero ya es hora de que entiendas una cosa. No puedes prohibirme entrar a ningún lugar de esta empresa. Y mucho menos a la oficina de Carlos. Pregúntale al tarado este donde ha estado todos estos días y por qué. —digo señalando a Anderson que ahora volvió a su puesto— Que lastima Aby. Me caías bien.
—¿Qué pasa? —Angélica, la asistente de Carlos, llega —¿Aby?
—El señor Ferrer está ocupado. Solo le pedí a ella que no pase sin ser anunciada.
—Lo siento Iv. —Angélica mira a Aby con desaprobación y esta abre mucho los ojos—. Aby es nueva…
—Si ya sé… y muy torpe según me han dicho.
El zancudo humano se ríe por lo bajo. Al parecer disfruta que mi ira sea descargada con alguien diferente a él.
—Puedes pasar a la oficina de Carlos. Pero entra en silencio porque está en una videoconferencia.
Agradezco a Angélica y luego me dirijo a la chica con el rostro rojo y ojos húmedos que está a su lado.
—Aprende rápido, Abigaíl. Así se trata a la gente, con respeto, y no agarrándolos como a un muñeco de trapo. Si quieres seguir trabajando aquí, encuentra tu lugar y ubícate.
Sigo mi camino y entro furiosa a la oficina de mi hermano.