Capítulo 31
2373palabras
2022-08-10 15:00
Una hora después, estoy frente a la puerta de mi apartamento. Como no tengo las llaves y quiero sorprender a Alex, toco la puerta y espero a que él la abra, pero me llevo la decepción más grande, al ver la cara de Julián.
—Pero ¿A ti que te paso? —le pregunto sorprendida al ver sus ojeras y ojos rojos. —Parece como si hubieras dormido bajo una piscina de agua salada.
—Sí. Seguro me veo hermoso. —sonríe, pero solo se refleja en sus labios.

—Por lo menos tienes ropa. Eso ya es un avance. —trato de relajar el ambiente, pero él sigue como en otro mundo.
—Alex sigue dormido.
—Pero son las once de la mañana.
—Que te digo. No acostamos a las siete de la mañana.
—¿Y quieres contarme por qué? —recuerdo el mensaje de Alex, donde me decía que la novia de Julián había roto con él, pero prefiero que sea él mismo quien me lo cuente.
—Tal vez luego. Necesito dormir un poco más.

Termino de entrar al apartamento y me decepciona un poco el recibimiento. Me había imaginado algo más… Intenso, tal vez. Pero igual puedo hacer que mejore.
Julián vuelve a sillón donde estaba descansando y yo me dirijo a la zona de la cama. Ahí está Alex. Con los ojos cerrados, el pecho descubierto y el cabello desordenado. Se ve tan cómodo que me dan ganas de ser parte del cuadro.
Me quito los tenis, el pantalón y me meto despacio a la cama para no incomodarlo. Él está en posición fetal, Así que me acerco y lo abrazo rodeando su cintura y metiendo mi rostro tras su cuello. Me quedo quita y disfruto de su olor y su calor y sin darme cuanta, caigo rendida ante el sueño.
Un cosquilleo en mi espalada me devuelve a la vida.

No sabía que estuviera tan cansada. Me cuesta abrir los ojos y asimilar donde estoy.
“Estoy en una nube.”
Huele a café recién hecho y pan caliente.
—Iv, despierta.
—Mmmm —me quejo porque no quiero despertar. Quiero quedarme a vivir en mi nube.
Estoy tan fresca, cómoda y tranquila. En mi nube no hay gritos, ni lágrimas, ni corazones rotos. Todo es hermoso. El aire es diferente, siento como si por primera vez estuviera respirando.
El cosquilleo de la espalda ahora lo siento en mi cuello, sube por mi oreja y la sensación me obliga a dar media vuelta.
Abro un poco mis ojos y veo unos labios perfectos, rodeados de una barba crecida.
—Hola —saludo a Alex, aun medio adormilada.
El no devuelve mi saludo, pero se abalanza sobre mí y me atrapa con todo su cuerpo. Me da su beso profundo, como los que solo él sabe dar. Se acomoda entre mis piernas y al sentir su erección, termino de despertarme.
—Te dije que este fin de semana no ibas a dormir. —dice mientras me da un poco de espacio para tomar aire.
Algo vuela sobre nosotros y cae en la cabeza de Alex.
—¡Oigan! Comer pan delante del hambriento da un mal karma. —la voz de Julián me termina por devolver a realidad.
Olvide por completo donde estoy y con quien estoy.
—¿Cuál hambriento? La última vez que cogiste, fue hace menos de veinticuatro horas. —le reprocha el hombre en mi cama.
—Y necesito de todas mis fuerzas, porque no sé hasta cuando vaya a estar en ayuno.
—¿Y por qué sigues aquí? – pregunta Alex frustrado—. Pensé que tenías cosas que hacer.
—Perdóname por querer ser amable con la mujer que nos dio posada y quedarme a prepararle algo de comer. Si la pobre chica, espera a que tú contemples cualquiera de sus necesidades, que no incluyan follártela. Se va a morir de inanición.
Ese comentario fue mordaz. Es obvio que Julián está molesto y dice cualquier cosa. Pero igual sus palabras calan en mi interior.
Aunque Alex me ha demostrado con sus actos, que soy más que sexo para él. La verdad es que… soy solo sexo para él.
Y Julián, con su comentario, me hace ver que, lo estoy comenzando a olvidar.
—Voy a darme una ducha. —digo sintiéndome algo incómoda— Y gracias por la comida Juli. La verdad no desayune y si tengo mucha hambre.
—Iv… —Alex intenta detenerme en la cama, pero no quiero que vea las emociones dibujadas en mi rostro.
Una vez en la ducha, escucho como ambos están discutiendo, pero no logro distinguir ninguna palabra.
“No debiste meterte en la cama y dormir con él, como si fuera tu novio.”
“Pero es que él ha sido tan lindo. Incluso a veces me llama cariño.”
“Tu papá también te llama cariño. Ya deja de ver cosas donde no las hay.”
“¿Y si cambio de opinión? Tal vez se haya dado cuanta que nuestra relación puede ser algo más y funcionar y que no soy una distracción para su carrera.”
“Puede ser. Pero, así como puedo decirte en la cara que solo quería coger, puede decirte en la cara que cambio de opinión. Y si no lo ha hecho…”
Mis pensamientos siguen torturándome hasta que termino y cierro la llave del agua.
Me miro al espejo y trato de decidir qué voy a hacer.
Perdí el control, pero puedo volver a recuperarlo.
El sexo con Alex es espectacular, y no quiero perderlo solo por ideas absurdas.
No puedo volver a dejarme confundir por su actitud. Simplemente, él es una buena persona y de alguna forma no hemos vuelto amigos. Por eso me aconseja y me cuida. A excepción del sexo, no es muy diferente a la relación que tenía con Juan hace años.
Todavía estoy a tiempo de retomar la rienda y sacar lo mejor que pueda de la situación.
“Vay a salir aquí y actuare como si nada hubiera pasado.”
“Y abandonaras ese ridículo plan de hacer que se quede contigo. Si quieres estar bien y mantener la mente en el juego, no puedes volver a dormir con él. Acurrucarse es un acto muy íntimo y solo este reservado para novias.”
Con la mente clara, abro la puerta y salgo del baño.
—Iv… —Alex sé levanta de la cama y viene hacía a mí, pero no me toca—. Disculpa a Julián. Paso una noche horrible. Su novia lo dejo y toda la situación fue bastante fea. Lo que dijo… el, no tenía por qué decirlo.
—No te preocupes —paso de largo y busco mi maleta para sacar algo que ponerme—. No es como si estuviera mintiendo ¿Verdad? Nuestra relación es lo que es. Somos un par de amigos que cogen. —trato de que mis palabras salgan lo más frescas posibles, pero por dentro me comienzan a quemar.
—El dio a entender que no me preocupo por ti. Y eso no es verdad.
—Y lo sé. Tu amigo solo está molesto por el mal momento que enfrenta. Y nada de lo que diga nadie, va a ser cambiar la opinión que tengo de ti —le digo sinceramente—. Hasta ahora no me has dado motivos para desconfiar. Pienso que eres de las personas más honestas que conozco. Eres sincero contigo y con los demás. La forma en la que te veo, solo la puedes cambiar tú. Así que no te preocupes.
—Okey —dice mientras busca algo en mi rostro, pero que al parecer no encuentra.
“Por primera vez en mi vida, estoy orgullosa de mi actuación.”
El resto del día transcurre con normalidad.
Alex me ayuda a desempacar. Al principio analiza cada movimiento y palabra que digo, pero yo me mantengo en mi papel de mujer de mente abierta. Y para sacarlo de la duda que lo carcome por dentro, soy yo quien toma la iniciativa de continuar lo que comenzamos ayer por mensajes de texto.
Se me ocurre sorprenderlo en la ducha, y a partir de ahí, lo hacemos en cada rincón del pequeño apartamento. En la cama, en la cocina, en el sofá. Incluso en el suelo.
No sé Alex de dónde saca tanta energía, pero siempre que pienso que hemos terminado, a él se le ocurre una forma nueva de continuar. Tenemos sexo dos horas sin parar. Luego comemos algo y continuamos. Al finalizar la tarde, estamos tan impregnados de sudor, que tenemos que volver a ducharnos, pero decido, que esta vez, lo mejor es entrar por turnos o no vamos a parar jamás.
—Tengo ensayo con la banda en una hora —dice Alex desde el sillón mientras yo estoy en el tocador desenredando mi cabello—. ¿Quiere acompañarme?
Lo primero que pienso es “no”. Si quiero hacer esto y no morir en el intento, es mejor mantenerme al margen de su vida personal. Pero la verdad, es que, desde que lo conozco tengo curiosidad de verlo actuar.
—Sí. Igual no tengo nada más que hacer. —digo para restarle importancia.
Alex asiente y acepta mi comentario. Yo termino de organizarme. No me produzco mucho y salimos pronto al estudio de grabación donde ensaya su banda.
Debo admitir que, cuando acompañaba a Juan a este tipo de reuniones, siempre terminaba con dolor de cabeza. Nunca entendí muy bien la letra de las canciones, y el sonido no me gustaba. Pero la banda de Alex es otra historia. Su sonido es muy similar al de Link King Park. No puedo quitarle los ojos de encima. Es tan experto en lo que hace que me sorprende que aún no sea famoso. Detallo como sus manos acarician la guitarra y la entrepierna se me humedece. Pero lo mejor de todo, es su voz, y cuando comienza a cantar con una melodía suave de fondo, el estómago se me vuelve humo y siento una necesidad horrible de correr hacia él y besarlo.
“Respira hondo.”
Pensándolo bien, es muy bueno que no sea famoso. Si fuera así, tal vez no lo conociera o peor aún, tendría que ser testigo de cómo un mar de groupies lo acosan y él termina cediendo a alguna de ellas.
“Alex no es Simón.”
Supongo que esta es una ventaja de nuestra relación. Porque ahora que soy testigo del gran talento que tienen todos, no dudo que tarde o temprano se convertirán en estrellas de rock. Y no creo poder ser la novia de un famoso otra vez.
Me siento incómoda. Pensar en estas cosas me da ansiedad. Aunque no debería, imaginar a Alex acostándose con otra chica, hace que se me revuelva el estómago. Pero técnicamente eso es algo que puede pasar. Es más, Es algo que puede suceder en cualquier momento, porque no me debe ningún tipo de fidelidad. Y yo no tengo derecho a pedir exclusividad.
“Necesito aire.”
“Pero si te vas, Alex querrá saber por qué.”
Como señal del cielo, mi celular comienza a sonar y me da la excusa perfecta para salir de la sala sin verme sospechosa.
—Hi sexi. —saludo alegremente a Dilan. Él siempre me hace reír con sus comentarios, y eso es lo que necesito en este momento.
—¡Escúchame muy bien Ivana! —su voz enojada me hiela la sangre. Nunca en su vida me ha hablado así—. Lo que sea que le hayas hecho a Sam, arreglo ahora —. Claro que se trata de eso. Olvide llamarlo y contarle todo lo que paso ayer y ahora, tal vez se encontró con Sam, y sabrá dios que le abra dicho para que enoje así conmigo.
—No es tan simple. —le respondo—. Si dejaras esa estupidez de no responderme el teléfono los viernes, lo sabrías. ¿Qué pasa si, a alguna de nosotras no sucede algo grabe un viernes y solo tú puedes ayudarnos?
—Pues al parecer eso tan grave, ya paso. Sam no ha parado de llorar en todo día. No quiere comer. Su madre dice que está enferma, pero Katy me contó que tuvo una discusión contigo. Así que, es tu responsabilidad. Arreglarlo.
Tomo aire para no gritarle.
Odio que me echen la culpa de todo lo que pasa.
Pero, una vez ya calmada, tengo con Dilan la misma conversación que tuve ayer con Juan. Incluso le cuento más detalles. La presencia de Alex, el golpe que le dio, las cosas que Sam dijo y cuando termino, al otro lado de la línea, se escucha un silencio perfecto, tanto, que pienso que se cortó la llamada.
—Di… Hola… Dilan ¿Me escuchas?
—Si, aquí estoy. Solo estoy pensando.
—Créeme. La última persona que Sam quiere ver ahora, soy yo. Esto no tiene arreglo. Si crees que voy a ir allá y retractarme de mis palabras, estás loco. No voy a seguir alimentando su mundo de fantasía, en donde nosotros tres somos sus muñecos favoritos. Solo voy a hablar con ella para pedirle que vea a un psicólogo y me gustaría que tú y Juan me apoyaran.
—Iv. Pero, es que no la has visto. Si ahorita le decimos eso, se va a poner peor.
—Por eso pienso esperar a que se recupere.
—Eso puede tardar meses. Y tú lo sabes. Solo dile algo que el saque de la cama y luego pensaremos como convencerla.
—¡Por Dios Dilan! Llevamos casi dos años en la misma situación. Perdóname si te parezco muy egoísta, pero necesito recuperar mi vida.
—No te cuesta nada caminar un poco y venir a verla.
—¿Y terminar discutiendo igual que ayer? No gracias. Además, si me cuesta, porque no estoy en mi casa.
—¿Dónde estás?
—Ya te dije. Quiero tomar el control de mi vida. Y aproveche la oportunidad de que mis padres salieron de viaje por un tiempo, para intentar vivir sola. Me mudé a un apartamento en el centro.
—¿Y Sam lo sabe?
—No. Entre su ataque de histeria y los golpes que le dio al Alex. No tuve tiempo de contárselo.
—Oye. Tienes razón. Solo tuviste la fuerza de hacer algo que debimos hacer hace mucho tiempo. Y si somos sinceros, tú has tenido que lidiar más con todo esto, que el resto de nosotros. Pero por favor, Iv. Ven a verla. Habla con ella. No digo que te disculpes o te retractes. Solo intenta calmarla. Te juro que ya me estoy preocupando.
—No creo que sea buena idea. Pero lo voy a pensar y tal vez valla mañana. Igual quédate con ella, procura que siempre haya alguien a su lado.
Cuelgo la llamada y me quedo preocupada.