Capítulo 21
2453palabras
2022-08-08 10:04
Los eventos relatados por Dina.
¡Necesitaba volver a la realidad!
¡No podía evadir los sueños húmedos que tenía! En otras palabras, el muchacho era irresistible y yo no estaba ciega, por lo que no podía siquiera imaginar que alguna chica no lo considerara atractivo. Y cuando lo vi sosteniendo aquel televisor, con un solo brazo, flexionando todos sus músculos tonificados, casi me desmayo. No pude evitar preguntarme qué se sentiría al pasar mis manos por ese pecho tonificado y percibir aquellos abdominales bajo mis dedos. Definitivamente, era la clase de hombre que había sido dotado con la firmeza perfecta en los lugares correctos...

Sin embargo, su teléfono sonó inesperadamente, arruinando aquel sublime momento. Sin dudas, la persona que lo había llamado aparentemente le producía una extraña sensación en su cuerpo, considerando la enorme excitación que presionaba contra sus jeans. Aunque me dolía el corazón pensar que él podría estar con otra mujer, justo en ese momento mi estúpido lobo tuvo que intervenir y hacerme consciente que su bulto era enorme.
Y fue entonces cuando dejé volar mi imaginación.
En verdad, en ese momento estaba completamente roja como un demonio, y aunque una vez él me había atrapado observándolo en esa dirección, afortunadamente, no había resultado tan mal. ¡O al menos no tan mal como uno podría esperar considerando quien soy yo!
Pero la noche anterior...
Ni siquiera sabía cómo había sucedido todo. Fue literalmente una de esas situaciones en las que una cosa llevó a la otra. Las palomitas de maíz, la película, la posición en el sofá... Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba acurrucada contra su cuerpo hasta que del susto di un sobresalto y noté que se reía levemente contra mi mejilla. Sus brazos casualmente se habían abierto camino alrededor de mis hombros, atrayéndome hacia él, lo que en mi interior se sentía acogedor y placentero como si estuviera protegiéndome del peligro de la pantalla, aunque en realidad...
Escena retrospectiva

De repente, la mano del alfa tomó la mía, y comenzó a empujarme hacia el sofá para que mi cuerpo quedara debajo del suyo.
—Por atacar a tu alfa —contestó con un tono riguroso, pero la amplia sonrisa en su rostro indicaba que la situación no era tan seria como parecía —Te condeno a limpiar este desastre.
—¿Y si me niego? —Lo desafié, luego de un intento fallido de levantarme.
—Sé lo que tengo que hacer para que cumplas —sonrió maliciosamente, y empezó a hacerme cosquillas, por lo que grité al instante y comencé a desarmarme debajo de su cuerpo.

Bueno, soy extremadamente cosquillosa, así que aquello resultó básicamente una tortura para mí...
—¡Me rindo! ¡Me rindo! —exclamé, entre respiraciones y risas. —¡Tú eres... tú eres el...el alfa! Lo haré... ¡Lo haré! ¡Sólo ...sólo detente! ¡Por favor! —En ese momento, las lágrimas habían comenzado a deslizarse prácticamente por mi rostro mientras no podía evitar reírme descontrolada.
Entonces, él sonrió, satisfecho con su trabajo, y se detuvo, por lo que ambos suspiramos por aire antes de que notáramos la posición en la que nos encontrábamos. Sorpresivamente, estaba suspendido sobre mí con sus manos descansando sobre mi estómago desnudo. De hecho, el calor de sus palmas se sentía como fuego contra mi piel, y enviaba chispas de electricidad por todo mi cuerpo.
De inmediato, se me cortó la respiración cuando me encontré con sus oscuros ojos, que brillaban de deseo y lujuria. En tanto, mi corazón se aceleró, enviando un escalofrío de placer por mi columna. Repentinamente, sus ojos se dirigieron a mi boca y por un segundo, estuve segura de que me iba a besar. Sin duda, ansiaba profundamente que sus labios se encontraran con los míos. Inevitablemente, mi centro se tensó y una cálida sensación se extendió por todo mi cuerpo, encendiendo mi pasión y perturbándome por completo.
¡Mi cuerpo ardía de deseo por él!
Sin embargo, de repente, él volvió a mirarme a los ojos y solo sonrió.
—Mejor, levántate —dijo, como si tanta fogosidad lo hubiera quemado, y saltó apartándose de mi lado, para luego dirigirse a la puerta—. Voy a dar una vuelta. ¡No me esperes despierta!.
Final de retrospectiva
Efectivamente, suspiré ante las estúpidas mariposas que continuaban revoloteando por mi cuerpo.
¡Dina, vuelve a la realidad! Me burlé de mí misma. En verdad, distaba tanto de ser su tipo, y seguramente tenía gran cantidad de mujeres arrodilladas a sus pies, por lo que podía tener a quien quisiera. Entonces, ¿Por qué se fijaría en alguien tan común y corriente como yo?
Sin embargo, lo que había sucedido aquella noche se había sentido tan bien, tan natural y cálido, como estaba destinado a ser. Incluso, mi loba ronroneaba como un gato, mientras me acurrucaba de esa manera. Y por lo general no me agradaba estar con hombres, teniendo en cuenta lo que había pasado con Dylan.
De modo que suspiré en mi almohada, implorándole a mi cuerpo que dejara de reaccionar en contra de mi mente.
Por lo cierto, tenía la sensación como si no se tratara de sentimientos, sino más bien de una simple atracción física. No creo que estuviera enamorada de él, me reía de mí misma, lo cual significaría prepararme para una angustia vergonzosa. Él era un alfa y yo no era nadie. No había forma de que un hombre como él se fijara en una chica como yo. 
Rápidamente, me levanté de la cama y me dirigí hasta el baño. ¡Maldición!, tenía que continuar con mi vida.
A continuación, empecé a desayunar y no pasó demasiado tiempo, hasta que finalmente pude reconocer los pesados pasos del alfa descendiendo por las escaleras. Instantáneamente, una sonrisa se dibujó en mis labios y mi estómago estalló con mariposas salvajes.
¡Sí! ¡Solo se trataba de una simple y pura atracción física!
—Buenos días, Alfa —lo saludé, tratando de actuar con absoluta normalidad, aunque su presencia provocó que mi corazón se acelerara, mis mejillas se sonrojaran y me quedara casi sin palabras. Ciertamente, me estaba afectando más de lo que hubiera deseado en ese momento.
—Buenos días —me saludó con su ronca voz mañanera, produciendo que un escalofrío atravesara mi columna y debilitara mis rodillas. Por consiguiente, no pude evitar maldecirlo dentro mío, tratando de culparlo por cada panqueque que se me había quemado esa mañana. ¡En efecto, se estaba robando mi atención!
—Llevaré el Honda al taller esta tarde —continuó con su sombría voz de siempre—. Así que hoy tendrás que usar el Ferrari o el utilitario deportivo para ir a la escuela.
En ese preciso instante, mi corazón dio un vuelco, aunque esta vez él no tuviera nada que ver.
—Pero esos autos…—permanecí en silencio por un momento cuando me encontré con sus oscuros y encantadores ojos— ¡Son caros!
—¿Y qué?
¡Para él, por supuesto, no significaban gran cosa!
—¿Qué pasaría si llegara a dañarlo? —le pregunté, absolutamente nerviosa por lo que acababa de decirle. Elegí el Honda porque parecía el menos costoso, aunque, de todos modos, continuara conduciéndolo como si fuera una maldita limusina. Le había dicho a la mayoría de la gente que eso era parte del trato que había hecho para trabajar con el alfa, pero por la forma en que los demás continuaban viéndolo, estaba segura de que aunque fuera el menos costoso, todavía seguía siendo un auto lujoso.
—Estoy seguro —contestó mientras se encogía de hombros.
—¿Realmente no tienes problemas con eso? —le repetí sorprendida, ya que no esperaba que fuera tan indiferente con sus supuestos bebés— ¿Qué pasaría si llegara a arruinarlo por completo?
Enseguida, un leve quejido se escapó de sus labios y se levantó. Sin duda, mi corazón se estremeció por completo, cuando me di cuenta de que se acercaba cada vez más, como un depredador acecha a su presa y no se detuvo hasta que estuvo de pie frente mío. Ciertamente, irradiaba una extraña sensación de poder, y sus ojos comenzaron a tornarse negros mientras luchaba contra su lobo para ganar el control.
No tuve más remedio que tragar saliva, aunque tenía la sensación que solo estaba desviando nuestra conversación.
—No me preocuparía el auto —expresó, su voz era una mezcla de la suya y la de su lobo. —Mientras estés bien, me importa un carajo el auto. ¿Entendiste?
De hecho, no me atreví a hablar por miedo de que mi voz me delatara. Mi corazón se sentía terriblemente oprimido contra mi pecho. ¿Realmente le preocupaba más mi bienestar que su propio auto?
Aunque para cualquier otra persona, aquella reacción hubiera parecido algo totalmente ordinario, ese no era mi caso. Desde que mis padres habían fallecido, todo el mundo me repetía una y otra vez que no servía para nada, y que lo único que hacía era molestar. Generalmente, mi hermano me daba una paliza si "no me comportaba" y durante los últimos 4 años, había estado luchando y esforzándome para encargarme de todo yo sola, ya que no podía confiar en nadie. Durante todo ese tiempo, jamás oí a alguien decir que yo verdaderamente le importaba, y me resultaba más extraño aún, que se preocuparan más por mí que por las cosas materiales.
Él solo hecho de escucharlo derritió por completo mi corazón ...
En consecuencia, asentí lentamente.
—Bien —contestó, mientras sus ojos retornaban a su color azul normal. —Solo quiero que estés a salvo.—Luego empujó suavemente mi cabello detrás de mi oreja, produciendo que un intenso escalofrío atravesara mi espalda y mis mejillas se encendieran involuntariamente. Fue entonces cuando una sonrisa se dibujó en sus labios. —El panqueque se está quemando.
Rápidamente, salté para salvarlo y no pude evitar maldecirlo, "¡Estúpido alfa!"
Además, me sentía terriblemente enojada con él, por lo que decidí elegir el Ferrari, sabiendo que era su bebé más preciado. ¿Por qué en un primer momento me habría dicho algo como eso y luego saldría corriendo por la puerta al siguiente? ¡Una vez más, había vuelto a hacer lo mismo!
Cuando pude voltearme, ya estaba atravesando la puerta, mientras me avisaba que tenía que irse, y simplemente se fue.
Solo suspiré y traté de concentrarme en mi conferencia, pero una y otra vez, mi mente regresaba a Alfa Stone. ¿Por qué estaba actuando tan extraño últimamente? ¿Estaría enojado por algo? ¿O quizás el problema era yo? ¿Estaría molesto conmigo?
¿O tal vez yo le estaría dando demasiada importancia al asunto?
Finalmente, sonreí encontrando algo de consuelo. ¡Claro, probablemente ese era la cuestión! Ahora todo tenía sentido. Él era un alfa, o algo parecido, y como yo era su sirvienta, se sentía obligado a protegerme.
Tan solo era eso, por lo que con una sonrisa en mi rostro, esperé a que el alivio me inundara, aunque jamás sucedió. ¿Por qué no me sentía mejor?
—¡Oye! ¡Dina!.
Inmediatamente, me volteé y me sorprendió ver a Michael que venía corriendo hacia mí.
—Michael —respiré, feliz de ver a alguien que pudiera distraerme de aquel alfa pelirrojo—. Rita tiene clases hasta las 3…
—Lo sé —me sonrió—. Quería hablar contigo. Vamos.
—Erm, de acuerdo —murmuré y seguí al beta hasta su auto, e hicimos un viaje corto a las afueras de la ciudad, donde vivían la mayoría de los hombres lobo.
Sorpresivamente, Michael actuaba como un niño en Navidad, y de pronto me hizo bajar del auto y se detuvo frente a una encantadora casa antigua.
—Tiene carácter, pero necesita un poco de mantenimiento —asentí y me volví hacia Michael nuevamente— ¿Qué es lo que estoy mirando?
Sin embargo, él no dijo una sola palabra, aunque me entregó un tubo de cartón. Lo abrí y saqué unos planos con los que definitivamente estaba familiarizada.
—Voy a pedirle a Rita que se mude conmigo —Michael exhaló absolutamente nervioso y se rascó la nuca—. Encontré esto y… quiero dárselo como un regalo. —No pude evitar reírme al ver que aquel despiadado beta se ponía nervioso y se le trababa la lengua, aunque, desafortunadamente, él malinterpretó el gesto... —El hombre de bienes raíces dijo que era del tamaño correcto, pero... —sonaba casi desesperado y lucía tan adorable.
—Eres un romántico empedernido —sonreí, golpeándolo suavemente con el papel que sostenía en mi mano.
—¿Crees que ella será feliz? —preguntó, con una tímida sonrisa en sus labios.
—A ella le encantará —respondí y me volví hacia la casa.
—¿Me podrías ayudar? —se dirigió a mí de repente—. Quería hacer el dormitorio y la cocina antes de enseñárselo y luego podríamos hacer esto juntos, pero…—señaló los planos—, parece una tontería.
—Te informo que yo hice esa tontería —respondí, disfrutando la sensación de verlo caer sorprendido.
—¿De verdad?
—Fue mi regalo de cumpleaños para ella el año pasado —sonreí y señalé la página inferior— ¡Incluso le pedí que lo firmara! —Michael se inclinó y se rio, una vez que se dio cuenta.
—¡El apartamento soñado de Rita! ¡Así que vete al carajo con cualquier derecho de autor falso! ¡Esto es propiedad de LA INCREÍBLE RITA ROCKWOOD!
—Ella es realmente así, ¿no? —Michael dijo totalmente ilusionado, con una chispa en sus ojos que solo un hombre enamorado podría tener.
—Sí lo es —respondí, aunque el brillo de sus ojos decía más que mil palabras. Repentinamente, suspiré, eso era lo que yo realmente deseaba, ¡Amor!, alguien con quien compartir altibajos, alguien a quien abrazar, besar, y con quien llorar y reír...
De pronto, sonó el teléfono de Michael apartándome de aquellos románticos pensamientos. Inmediatamente, él maldijo en voz baja y sacó el aparato, para luego caminar unos metros, aunque todavía permanecía al alcance del oído.
—¡Oye! No, todavía estoy en camino —colgó y frunció el ceño— Maldición…
—¿Alfa Stone te está haciendo pasar un mal momento? —Sonreí una vez que imaginé el castigo que recibiría si el alfa lo hubiera escuchado.
—¡Sí! ¡Quiero decir, no! E-ese no era Levi —susurró y se pasó una mano por el cabello. Entonces, dejé de reírme, ya que sonaba bastante serio—. Era uno de nuestros rastreadores. Está en una misión en este momento y no se siente muy a gusto con eso.
—¿Misión? —Repetí nuevamente y al instante mis pensamientos se dirigieron automáticamente hacia mi hermano— ¿Dónde?
—En el negocio de la manada —dijo Michael, mostrando su profesional sonrisa de un millón de dólares.
—Seguramente, es eso —puse mis ojos en blanco y sacudí mi cabeza. De todos modos estaba siendo estúpida, no había manera, Dylan no era lo suficientemente importante como para que cualquiera de la manada tuviera que localizarlo. Rápidamente, suspiré y volví a enrollar los planos.
—Entonces —se dirigió casi en un tono de súplica, mientras arrastraba la 'o' como un niño pidiendo dulces— ¿Me vas a ayudar?
—Estoy relativamente libre el sábado —respondí, como si no hubiera advertido lo que sucedería a continuación. 
Lo único que recuerdo, es que en cuestión de segundos me sentí terriblemente abrazada por una beta alegre y enamorado.