Capítulo 13
1420palabras
2022-08-05 09:56
Los eventos relatados por Dina.
Aunque aquella mañana había terminado en un completo desastre, me gustaba el día de lavar la ropa. Solo había que llenar la lavadora y la secadora y colgar lo demás, mientras tanto podía estudiar, lo cual aprovechaba durante aquellos días, y me resultaba totalmente productivo.
De repente, el estridente sonido del timbre me apartó de mis pensamientos, e inmediatamente fruncí el ceño, preguntándome quién podría ser. De hecho, Michael no usaba el timbre (¡el tipo apenas lo sabía tocar!) y el cartero simplemente dejaba su paquete en la puerta. Creo que le tenía miedo al alfa, lo cual no era tan sorprendente, ya que Alfa Stone era un tipo realmente aterrador.
Entonces, abrí la puerta y para mi sorpresa, me encontré a una bonita joven rubia con enormes ojos azules que me sonreía alegremente y aunque parecía pequeña e inocente, mi lobo se puso en alerta al instante.
—¡Oye! —ella sonrió y me tendió una mano—. No creo que nos hayamos conocido antes. Soy Angela, la hermana de Michael.
—¡Oh hola! —dije tomándole la mano, tratando de convencer a mi lobo, que gruñía ante aquella interacción, que lo hacía por una cuestión de cortesía—. No sabía que el alfa estaba esperando invitados.
—Él no sabía que yo vendría —respondió y se invitó sola a entrar. "Mocosa", murmuré dentro mío, pero no me animé a decirlo en voz alta. Sí, verdaderamente, era la hermana de Michael, probablemente estaría aquí todo el tiempo. Sin embargo, no podía recordar que tuviera una hermana llamada Angela. ¿Quizás no me había enterado de que tenía otra hermana? —¡Vine a verte! —ella continuó sin expresión en su rostro y se volvió hacia mí— ¿Realmente eres la criada?
—Sí lo soy —expresé con amabilidad, cerrando la puerta detrás de ella, mientras mi loba permanecía nerviosa por alguna razón. Oh, definitivamente podría enfrentarme a esa chica, eso no me preocupaba, pero no pude evitar sentir que había algo extraño en ella, que la hacía aún más peligrosa que un forastero.
—¿Dónde está tu ropa? —preguntó con un tono de decepción, lo que me dejó absolutamente sorprendida. ¿Esta chica sería real o simplemente no se había dado cuenta de que habíamos dejado la edad de piedra?
—¿En serio? —le contesté, con mis ojos completamente abiertos ante el asombro que me generaban sus palabras. En tanto, ella se encogió de hombros tímidamente. ¡Aparentemente, lo era! Puede que no tenga mucho, pero por lo menos tengo la intención de mantener mi dignidad.
—Entonces definitivamente no sabes acerca de los rumores que circulan por aquí —continuó y se cruzó de brazos. De inmediato, puse los ojos en blanco para expresar mi desagrado y agarré el cesto con la ropa seca y doblada del alfa.
—Nunca me importaron mucho los rumores —murmuré y subí las escaleras, y para mi sorpresa, ella me siguió. A mi loba no le gustó, y yo estaba tan concentrada en su presencia, que erré el último paso y me lancé al desván. —¡Oh, maldita sea! —susurré y recuperé el equilibrio. Maldición, estaba perdiendo el agarre de la canasta...
—¿Estás bien? —Escuché detrás de mí.
—Sí, solo soy un poco torpe —dije, tratando de agarrarla firmemente, mientras usaba mi pie lastimado para sostenerla. Luego, suspiré y me volví hacia Angela— ¿Te importaría abrir la puerta?.
—¡La habitación de Levi! —exclamó con los ojos completamente abiertos.
—¡Solo ábrela! —Fruncí el ceño y ella finalmente hizo lo que le pedí. A continuación, pasé a su lado y dejé caer la cesta sobre la cama antes de que se me cayera. Bueno, por lo menos pude evitar que sucediera otro desastre.
Luego, estiré mi dolorida espalda, recordando la primera vez que había entrado a la habitación. En aquel momento, mi pulso había alcanzado alrededor de un millón de latidos por segundo. Tuve que esperar hasta que el alfa regresara a casa para poder preguntarle si también debía lavar su ropa.
—Eso es lo que hace una criada, ¿no? —me había respondido despectivamente, antes de sonreír ampliamente a mis mejillas rojas. En verdad, no pude evitar, esbozar una sonrisa ante aquel extraño recuerdo y respiré hondo. Por lo cierto, su olor se volvía más intenso en su habitación y su oficina, lo cual encontraba extrañamente relajante.
—Esta no es la primera vez que estoy aquí —suspiré y me acerqué a la ventana.
Ella bufó mortificada.
—Entonces, los rumores son ciertos —casi gritó en mis pobres tímpanos.
—Ventilo las habitaciones —respondí con desdén, y traté de demostrarle lo que acababa de decirle, cerrando las ventanas que había abierto esa mañana—. También lavo la ropa, y eso incluye sus calcetines sucios y… ¿Qué estás haciendo?
De pronto, me volteé y la encontré revisando uno de sus cajones.
—Curioseando —respondió descaradamente, con una pequeña sonrisa en su rostro.
En ese preciso instante, lo único que atiné a hacer fue bufar en estado de shock y de repente, mi loba comenzó a gruñir. ¡OK! ¡Aquella perra había ido demasiado lejos!
—¡Vete al carajo! —Grité, advirtiendo que mi loba está a punto de despertarse. ¡Estaba lista para mostrarle a esta chica cuál era su lugar! Enseguida, me acerqué a ella, tomé su mano y prácticamente la saqué de allí. Y aunque intentó susurrar algo, la interrumpí antes de que las primeras palabras salieran de sus labios —¡Esta es la casa privada de Alfa Stone! —Le advertí, poniéndole un dedo en la cara. ¡Sus cosas privadas y su vida privada!, ¿Cómo te atreves a revisar sus cosas sin su permiso?
—Lo siento —murmuró—. No pensé que te pondrías tan a la defensiva de esa manera.
En tanto, mi loba infló su pecho. Se lo merece, fue lo único que pensé en aquel momento y mentalmente negué con la cabeza a mi loba. ¿Quién diría que estaría tan a la defensiva en su trabajo de sirvienta? Loba loca... Yo, sin embargo, sentí un ligero gesto de compasión por la pobre criatura. En efecto, mi loba probablemente podría comerse a la suya de un bocado, pero no quería parecer una perra.
—Lo siento, no quise asustarte —suspiré y crucé las manos frente a mi pecho—. Pero no deberías husmear en sus cosas, solo porque sí.
Luego, ella asintió obedientemente y la acompañé escaleras abajo. No obstante, aunque era consciente que no tenía derecho a juzgar, realmente estaba empezando a sentir aversión por esa chica. La quería fuera de la casa y, seguramente, Alfa Stone tampoco la quería allí.
Aunque, si ella era realmente la hermana de Michael, probablemente tenía más derecho de estar allí que yo.
—Entonces… —comenzó de nuevo con su pregunta— ¿Por qué estás aquí?
No pude evitar suspirar dentro mío. En realidad, ansiaba tomarla del cuello y arrojarla por la puerta principal. "Puedo ayudar con eso", mi loba se ofreció rápidamente. De hecho, sonreí ante aquellas imágenes.
—Es complicado —respondí y volví a la cocina. 17.10. Necesitaba preparar la cena.
—¿Oh? —Angela expresó, alargando la 'o' para darle un efecto especial. Bueno, al menos ahora sabía la verdadera razón por la que estaba allí, debido a todos los interesantes rumores que circulaban sobre mí y Alfa Stone. ¡Sí, imaginen eso! La gente hablaba de mí a mis espaldas. Hasta ahora no había sucedido nada dramático además de la burla ocasional, el desprecio y la frialdad.
—¡No estoy en una relación con Alfa Stone, así que déjalo ahí! —murmuré molesta—. Es mi vida la que es complicada.
—¿Cómo es eso? —ella continuó. Rápidamente, suspiré. Ok, ahora ella se estaba metiendo conmigo... Respiraciones profundas y pensamientos felices, lo intenté todo, pero lo único que mi loba proyectó en mi cabeza, fue aquella chica recibiendo una nalgada muy necesaria.
—Es complicado —repetí y me giré hacia ella—. Y creo que deberías irte ahora. Tengo cosas que hacer.
—¿Eres siempre así de amigable? —se burló porque la había ofendido. A continuación, apreté los dientes. Esta chica realmente debería verme lo que soy cuando estoy enojada.
—Esto es lo más amigable que puedo —respondí con frialdad.
—¿Es cierto que solías salir con Michael? —ella continuó.
—Sí —suspiré. ¡Respiraciones profundas y pensamientos felices!
—¿Y tú y Levi?
—¿Quieres decir Alfa Stone? —Profundicé, dejando en claro, que estaba harta de su inapropiada intromisión—. Creo que nunca lo había visto hasta que me contrató. ¿Algo más?
—No —dijo ella y, casi en el momento justo, saltó hacia la puerta—. Bueno, fue un placer conocerte.
—Claro —me burlé cuando la puerta se cerró. Mi loba también se burló. Y por primera vez lo acepté.
En definitiva, no me resultaba para nada extraño.