Capítulo 11
1492palabras
2022-08-05 09:56
Los eventos relatados por Dina.
—Oh, maldición —exclamó Rita, mientras nos miraba a Michael y a mí—. Erm..., estaba bromeando sobre...! —En aquel momento, ella estaba, desesperadamente, haciendo señas con sus manos, que solo tenían sentido para mí, aunque podía notar la diversión en los ojos de Michael. —Ella no podría seducir ni siquiera a un demonio, incluso aunque lo intentara.
—¡Oye! —exclamé ofendida, sin saber muy bien por qué—. Puedo ser seductora, si quiero.
Verdad: ¡Absolutamente, no!
—¿De verdad? —Michael preguntó sonriendo, mientras mi cara, que ya estaba roja como un tomate, se sonrojaba aún más.
Verdad: ¡No!
—¿Sí? —expresé, tratando de aumentar mi confianza, pero me di cuenta de que aquella palabra había sonado más como una pregunta que como una declaración, ganándome otra ronda de risas de mis amigos.
—Está bien, estoy confundido —dijo Josh repentinamente, por detrás, justo antes de acercarse a nuestro lado— ¿A quién tiene que seducir Dina?
—¡A nadie! —Gruñí. ¿Qué pasa?, ¿Hoy es el día para volver miserable la vida de la criada y me perdí el aviso?
—Oh, no te preocupes —Josh me guiñó un ojo, mientras su oscura mirada se encontraba con la mía—. Te permitiré que me seduzcas en cualquier momento del día.
—¡Caramba, gracias! —Murmuré, mientras inclinaba mi cabeza con impaciencia. De hecho, había conocido a Josh aquel primer día y nos llevábamos bien. Precisamente, ambos estudiamos arquitectura e hicimos muchos proyectos juntos, pero él deseaba la fama y la fortuna que conlleva ser un arquitecto exitoso, mientras que yo lo hacía por una razón completamente diferente. Sin embargo, a pesar de nuestras diferencias nos hicimos buenos amigos y, en cuanto al estudio, él era muy listo e inteligente, por lo que siempre me ayudaba. Por supuesto, yo también hacía todo lo que podía para ayudarlo, aunque a veces sentía que me estaba aprovechando de él porque era mucho más inteligente que yo. No obstante, Rita logró reafirmarme que eran mis inseguridades las que hablaban...
—Beta Danvers —continuó Josh, mientras le tendía la mano a Michael—. No creo que nos conozcamos. Soy Josh Collin.
—Veo que nuestros hombres lobos se mantienen unidos en el campus —respondió Michael tomando su mano—. Es bueno saber que se cuidan el uno al otro.
—Hmm, estoy bastante seguro de que soy yo quien los mantiene fuera de problemas, pero... —suspiré, antes de observar a Michael, con una desesperada sonrisa en mis labios—. No importa lo que sea, mientras te ayude a dormir por la noche.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó Rita, e instantáneamente la atención de Michael se volvió a ella.
—Tenías que recordarme que tengo un trabajo, ¿eh? —sonrió antes de volver a levantarse—. Es el negocio de la manda, en donde realmente debería estar ahora. ¡Cuídense, señoras! ¡Josh!
Inmediatamente, sus largas piernas dieron pasos veloces hacia la escuela y noté que Rita lo contemplaba por un momento.
—¡Dios, está bueno! —murmuró, una vez que estuvo fuera del alcance de su oído.
—Él es beta —Josh se encogió de hombros, aunque cualquiera que fuera sensato se daría cuenta de que él estaba celoso—, y nació como alfa.
—Rita —la regañé con picardía—. Sabes una cosa, el hecho de hablar de chicos guapos frente a Josh le causa inseguridades.
—Oh, vete al carajo —dijo, mientras fruncía el ceño. En verdad, Josh y Rita no se llevaban bien, pero realmente disfrutaba sus peleas sin sentido.
—Yo en su lugar, también me hubiera sentido así —dijo Rita con desdén, ganándose el ceño fruncido de Josh. Pero antes de que realmente se pelearan, sonó el timbre y regresamos a nuestras clases.
—¡Oye! ¡Dina!
Alguien me llamó justo cuando estaba a punto de caminar hacia la casa del alfa. Sin dudas, había sido un largo día de clases y había estado trabajando en un proyecto después de la escuela, ya que en la casa del alfa no tenía el equipo adecuado.
Rápidamente, me volteé y me encontré cara a cara con Michael. En ese momento, él corrió hacia mí, pero se detuvo a unos metros de distancia, para cambiar su peso de un pie al otro. De repente, su boca se abrió y se cerró por un instante, por lo que estuve tentado de preguntarle si su lobo se había convertido en pez.
—Erm, esa amiga tuya… Erm, Rita…—tartamudeó, regalándome aquella sonrisa, que seguramente aflojaría las rodillas de cualquiera. Lástima que no funcionaba conmigo.
—Sí —le pregunté, volteándome hacia él— ¿Qué hay de ella?
—Erm..., parece realmente genial —continuó, mientras se rascaba la nuca nervioso.
—Así es... —respondí, sabiendo a dónde iba todo esto. Aunque, quise hacerlo sufrir por un momento. "Déjalo, que se ocupe el mismo", sonreí para mis adentros.
—Ok, escucha, no estoy para rodeos, pero ella realmente me llamó la atención —intentó de nuevo, pero definitivamente no me inmuté—. Así que me preguntaba si podrías conseguirme su número.
—¿Por qué no se lo preguntas tú mismo? —le respondí, insinuando graciosamente que no estaba dispuesta a ayudarlo. Sin embargo, él no sabía que Rita, prácticamente, me había suplicado que consiguiera su número del alfa, lo cual hacía mi trabajo mucho más fácil, pero aun así iba a dejar que él se preocupara por eso...
—Porque estoy bastante seguro de que ella dirá que no —suspiró, y una mirada realmente desesperada apareció en su rostro. De hecho, tuve que morderme el interior de las mejillas para no reírme. Oh, mi dios, estaban hechos el uno para el otro...
—Tiene derecho a decir que no —respondí casualmente.
—¿Por favor? —me imploró. Repentinamente, mis ojos se abrieron con sorpresa."¿Qué? ¡¿Él acaba de suplicármelo?! ¡Maldición! ¡Él realmente debía estar enamorado de ella!
De inmediato, cedí ante su pedido y decidí poner fin a su miseria, tomando mi teléfono.
—Hola, Rita —dije una vez que escuché su voz del otro lado de la línea. Ella deseaba que yo consiguiera su número, y en ese momento sonreí. Sí, definitivamente, estaban hechos el uno para el otro...
—Sí, tengo a mi lado a este tipo realmente alto, moreno y estúpido que quiere obtener tu número… —continué, tratando de no reírme mientras escuchaba a Rita gritar del otro lado de la otra línea—. Hmm, sí, ¡es él! E-hmm. ¡Ya veo! OK entonces. No, no hay problema. ¿Sí? Claro, nos vemos. — Finalmente, colgué, después de aquella pequeña farsa y me acerqué a Michael, que parecía un niño esperando su regalo en Navidad.
—Lo siento —me lamenté. ¡De hecho, yo era una buena persona, no una santa! Por supuesto, que iba a torturarlo un poco más...
—¿Ella dijo que no? —entonces, él suspiró y me miró completamente derrotado, con tanta tristeza, que incluso me sentí mal por un momento.
—Ella dijo que sí —respondí—. Realmente lo siento por ti.
—¡SÍ!
Antes de que pudiera darme cuenta, me tenía en sus brazos, balanceándome y estrujándome hasta la muerte.
—¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!
—Rayos —sonreí, una vez que me volvió a bajar— ¿Quién eres tú? ¿tienes 12?
—¡Lo siento! Es solo que… bueno… yo he… —tartamudeó, antes de suspirar, hundiendo sus manos en sus bolsillos, luciendo como un colegial regañado—. Después de todo, le había resultado fácil anotar aquella noche. Aunque eso también había ensuciado su reputación. —¿Mala reputación? Era un maldito pu**, pero a nadie le importaba, porque las chicas con las que se acostaba eran put**. Suspiré. Bueno, ¡supongo que debía considerarse afortunado de ser un muchacho! —No quiero ser esa clase de persona por el resto de mi vida —continuó y me miró—. Quiero a alguien con quien establecerme y tener hijos y... amor. Pero parece que de alguna manera siempre me quedo atascado en la rutina de una sola noche.
—¿Quieres una compañera? —Pregunté, bastante sorprendida. Estaba segura, de que su reputación respondía a su hábito de mantener relaciones solo por una noche y que no podría y no querría estar con una chica de por vida.
¿Pero Rita? ¡Mi Rita!
Rita, gozaba, según ella, de una vida sexual saludable. Antes de la universidad, había tenido novio, aunque se habían separado. Luego tuvo una corta relación, pero ella no es la clase de mujer que solo tiene encuentros de una noche. Ella tenía dignidad, por lo que definitivamente no era su tipo habitual, según lo que me habían contado. Aunque, quizás, ese era su problema: una vez que se ganó esa reputación, solo atraía a esa clase de chicas.
—Supongo que sí —se encogió de hombros, pero el rubor en sus mejillas decía lo contrario. ¡Él definitivamente lo sabía! —, solo quiero que sepas que mi interés en tu amiga es honesto, no importa cómo terminemos.
—Buena suerte, entonces —le deseé sinceramente—. Rita puede ser difícil, pero es una luchadora y una amiga leal.
—Gracias —dijo y me dio otro abrazo. Sin pensarlo, me paré en puntas de pie y besé su mejilla. Finalmente, se fue, aunque luego comencé a sentir como si alguien me estuviera mirando.
Enseguida, traté de buscar mi alrededor, pero lo único que había allí era la casa del alfa.