Capítulo 50
848palabras
2022-08-06 19:47
PDV Narrador.
–Si estoy muy segura, gracias – dijo la joven apretándose las manos que le habían comenzado a sudar.
–Como digas – agregó el sonreído, podía ver lo que afectaba a Isabel. Por lo cual quiso presionar un poco más, no con palabras, se mantuvieron en un silencio cómodo mientras que iban en camino.

Pero tenía un as bajo la manga, conectó el reproductor con su teléfono y colocó la música con la que hicieron el amor la primera vez, bueno no era la primera quizá era la segunda, esa única vez lo hicieron muchas veces ¿un momento? Se preguntó en su mente Luka ¿acaso dije hicimos el amor?
Isabel al escuchar la melodía se quedó sin respirar por un segundo, miró el reproductor para saber si por obra de magia la emisora colocó esa canción justamente cuando estaba con el hombre que la marcó con ella. Al darse cuenta que no, que no había sido su mala suerte, sino, el mismo que la conecto, lo miró mal, pero él tenía la vista puesta en la carreta como si nada.
¿Cómo pudo poner esa canción? Se preguntó
“Quizá solo sea su canción favorita” dijo su consciencia intelectual al ver al sexi conductor muy concentrado manejando.
“Por supuesto que no, es porque nos recuerda esa magnifica vez” replicó la consciencia porrita tomado los bombos y levantando las piernas.
Por su parte Isabel inconscientemente apretó los muslos, esa simple letra o no tan simple estaba haciendo efecto en humedecer su entrepierna. Mientras Luka solo miraba de reojo y trataba de mirar hacia delante. Estaba esperando la parte que quería para mirarla.

´And I run for miles just to get a taste
Ahí justo la miró y ella también, sus miradas se cruzaron y pareció que brillaron ambas. El sonrió y siguió viendo el camino mientras cantaba lo que seguía.
Must be love on the brain
That's got me feeling this way (feeling this way)

It beats me black and blue but it fucks me so good
And I can't get enough.
Y volvió a mirarla, esta vez Isabel tenia la boca un poco abierta, ella no quería decirle que la quitara porque se iba a descubrir que esa canción lo recordaba, así que decidió fingir. Por suerte para ella ya estaban entrando al parqueadero del aeropuerto, su tortura estaba a punto de terminar.
– Y hemos llegado, espero que hayas disfrutado del viaje – le dijo pícaro estacionando el auto asegurándose que tenía los seguros abajo.
– Gracias le respondió ella de manera seca, pero tragando grueso.
Cando intentó abrir la puerta se percató de que tenía los seguros puestos.
– ¿Puedes abrir la puerta por favor?
– Por supuesto, pero antes el pago por hacerte llegar a tiempo.
– ¿Estas bromeando? V le pregunto ella alzándole la ceja – ¿cuánto quieres por el viaje?
– Cuanto no, que quiero, quiero un beso – pidió como si le estuviera pidiendo dos euros.
– ¿Estás loco? Tu estas…
No pudo terminar por la sorpresa de ver a los ojos azul eléctrico encima de ella, con una agilidad que parecía sobre natural había bajado el asiento de ella hacia atrás y subido sobre ella, la besó reclamando sus labios, ella intentó golpear su pecho.
– Calma fierecilla – apenas se separó de ella milímetros para decirle eso mientras le tomaba las manos para inmovilizarla.
Intentó hablar, pero el aprovecho que abrió su boca para invadirla y ella sintió que se derretía. Él respiro profundo, sabía que la tenía que dejar ir o perdería su vuelo.
– Me dices que no pero tu cuerpo me llama – dijo al separarse de ella.
– Eres un cretino gilipollas, estas casado, yo no soy ni seré la amante de nadie Luka Quant abre esa puerta ahora mismo – gritó desesperada.
– Eso lo resolveré pronto.
– Si claro, eso lo dicen todos los hombres casados – se bajó del auto y tiro la puerta.
Luka se bajó calmado abrió la parte delantera donde se encontraba la maleta y se la dio.
– Buen viaje fierecilla.
Isabel solo lo miró mal y camino hacia la entrada del aeropuerto casi zapateando.
En el avión pensó y pensó, y solo llego a las siguientes conclusiones.
Luka Quant le gustaba más de lo que quería aceptar, era verdad su cuerpo le gritaba que lo poseyera.
Él estaba loco, y por último agradeció que no vivieran en la misma ciudad, esperaba nunca conocer a la esposa.
Al llegar al piso de Pilar, la llamó.
– Hola Pili
– ¿Ya estás aquí? – gritó la última emocionada
– Si, tienes la llave en el mismo sitio para que no tengas que abrirme.
– Si ahí está.
Pasó al apartamento y se abrazaron como si tuvieran años sin verse y sin más se sentaron a contarse los últimos eventos que habían pasado en sus vidas, ni en la universidad tuvieron tantos cuentos con hombres que contarse. Isabel aún estaba afectada por la despedida de Luka y se estaba tomando un vino sola porque su amiga estaba tomando medicamentos para su pie.