Capítulo 24
1461palabras
2022-07-20 15:12
PDV. Narrador.
– Con que esas tenemos – le respondió Luka juguetón y apretó la retaguardia de ella.
Las manos de Isabel bajaron hasta la entre pierna de él la cual parecía una asta queriendo salir del pantalón, lo empezó a acariciar de arriba a abajo, él sin quedarse atrás empezó a jugar con el botón de placer que ella ya tenía húmedo.
Escuchándole un nuevo gemido que hizo que Isabel vibrara entre sus hábiles manos.
Sin esperar más sabiendo que la española estaba más que lista para él, sacó de su bolsillo un preservativo no por temor a una enfermedad pues todos ahí debían estar sanos, sino por pánico a un hijo no deseado, lo extendió sobre su hombría erecta, mientras ella permanecía allí sentada mirándolo con ansias hasta que se fijó en los dedos de sus manos.
En ese instante la CI de Isabel salió a flote por lo ella puso una mano en el pecho de Luka.
– ¡Espera! – exclamó con la respiración rápida. – no eres casado, ¿verdad? – le preguntó rogando que respondiera que no.
En condiciones normales le hubiese investigado un poco antes de estar con él, pero ahí estaba media desnuda en un baño público con un hombre que no conocía.
Él se detuvo en seco ante la incómoda pregunta y hecha en el peor momento.
– ¿Y? – insistió ella.
– No – respondió y levantó sus manos desnudas de un anillo.
Escuchó cómo ella soltó el aire aliviado.
– Bien, entonces termina con eso y ven aquí – dijo ella halándole por el cuello de la camisa hacia ella.
" ¿Ves? Lárgate de aquí que estorbas"
Dijo su CP más que excitada a su CI que aún estaba con los lentes a medio quitar y con los ojos medio cerrados ante la conducta del hombre y más de la de Isabel.
Luka volvió a donde se había quedado y la tomó fuerte por la cintura y luego con sus manos debajo de su apretado trasero, él se hundió en ella como ansiaba hacerlo desde que la vio.
Las estocadas, el choque de sus cuerpos, los gemidos de ella y los gruñidos de él eran la mezcla de sonidos que hacían eco en aquella sala de baño de damas en el D´Noir.
Las manos de ella halaban el cabello de él y él, agarrado a sus caderas como si de ello dependiera su vida.
– Oh Dios – la escuchó gritar antes de dejar su cabeza hacía atrás jadeando ante el orgasmo que él le había regalado, la levantó un poco para sacarla de él mientras su cuerpo estaba relajado.
La giró para que ella mirara el espejo y desde atrás mordía y lamía su oreja, sus manos recorrían su espalda, empezó a dejar besos en su cuello mientras las manos de ella lograron agarrar su miembro.
– Oh no, bonita, quiero que grites mi nombre y que me ruegues que pare porque ya tu cuerpo no puede con más orgasmos.
– Eres jodidamente creído, eso ya lo veremos, si es que no te cansas antes – lo miró con una ceja alzada a través del espejo lo que él sintió como un reto que estaba más que feliz de aceptar.
Volteó la cara de ella para lamerle los labios y seguir con su lengua por la parte trasera de su cuello, o eso creía ella una vez que puso su cabello de lado.
Con la mano suelta Luka alcanzó el botón central de la intimidad de su chica, el cual aún estaba erecto y empezó nuevamente a acariciarlo con dos de sus dedos.
– Oh por favor – empezó ella a pedir por lo bajo mientras sus caderas se movían buscando más roce.
– ¿Por favor qué, María? – Le preguntó.
Ella se extrañó, por unos segundos pensó que la había confundido y estuvo a punto de sentirse ofendida y soltarse de él, por suerte antes de que reaccionara se recordó que le había dado un nombre falso.
– Entra en mi otra vez, Luka, te deseo – dijo ella curvando su espalda a más no poder.
Pero él no obedeció a su pedido. Mas bien tomó su virilidad que estaba en su máxima expresión y con su punta empezó a rozarle desde su botón duro hasta la apertura, sin saber que este movimiento a ella la volvía loca de placer.
– Oh sí, sí, sí – ahogaba un orgasmo que se asomaba.
– Dilo, vamos bonita, sabes que quieres – la urgía para que dijera su nombre que la muy calculadora dejaba en un Lu... Y mordía fuerte su labio inferior para no terminar de decirlo.
Gritó cualquier tipo de frases ante su nueva explosión muchas de las cuales Luka no podía entender porque las decía en español, pero estaba seguro que eran halagándolo. La sostuvo en sus brazos cuando su cuerpo cedió ante su orgasmo descomunal.
Ella definitivamente no había tenido ese tipo de orgasmos sin que tuviera que tocar a un hombre, esta era la primera vez que le habían regalado dos y ella ninguno, este cuasi desconocido la había llevado a la luna y a muchos planetas más.
Mientras la consciencia porrista estaba jadeando sin fuerzas la intelectual entró en control nuevamente recordándole.
"Ya debes irte, es hora de parar esa locura, si lo que querías era tener un orgasmo ya tuviste suficientes, mañana es tu vuelo y debes despertarte temprano a preparar la maleta".
Cuando pudo sostenerse sola se acomodó la falda, buscó su bolso y se arregló un poco el cabello, mientras que unos ojos azul eléctrico no la abandonaban ni un momento.
Ella lo miró de reojo por unos segundos, parecía tan tranquilo y a la vez tan sexi, mientras ella aún le temblaban las piernas.
– ¿A dónde crees que vas, niña bonita? – le preguntó con la frente arrugada.
– Ya debo de irme, estuvo muy bien, Luka Quant, cuídate – se acercó a él para darle un último beso de despedida, no esperaba verlo más.
– Oh no, pequeña, aun no me has dado lo que quiero.
Ella puso los brazos en jarra y lo miró socarrona.
– Te lo ofrecí, quise tocarte y no me dejaste, toda oferta caduca, querido. Tú decidiste darme dos buenos orgasmos y quedarte sin nada.
– ¿Dos? A mí me pareció que fueron más, – él la miró con los ojos entrecerrados, sabía que mentía y ella se sonrojo.
– Pues yo te dije que no te dejaré ir hasta que digas mi nombre y que ya no puedes más – la tomó por la cintura y la subió a su hombro, una vez que la tuvo la nalga de ella al lado de su cara le dio un mordisco y salió del baño en pocas zancadas.
– ¿A dónde crees que me llevas tarzán? – preguntó ella lo más sería que podía, pero la verdad que la escena la estaba divirtiendo. ¿No me digas que al primer piso? – dijo brincando en su hombro mientras él caminaba.
– No precisamente, pero, sí a donde estemos más cómodos.
Pasaron por el frente de la mesa donde ella estaba, no tenía idea de cuánto tiempo llevaba con aquel adonis y se dirigieron al otro lado del círculo dentro del mismo segundo piso.
Luka la sostuvo con una mano mientras que con la otra abría una puerta. La cerró tras ellos y la puso sobre sus pies, acto que la mareó por estar cabeza abajo por el rato. Él la miró sonreído y ella le lanzó el bolso tipo sobre que llevaba consigo.
– Por gorila. – se volteó para ubicarse a lo que Luka le dio una nalgada.
– Por salvaje – le replicó él sin perder la sonrisa.
Ambos se miraron retándose para luego fundirse en un abrazo arrancándose la ropa que les estorbaba.
Ninguno se detuvo a admirar las diferentes texturas que tenían las paredes color gris claro o la de color rojo que estaba donde se posaba la amplia cama que parecía flotar, a la cual llegó la pareja a duras penas, él sentándose al borde y ella sobre él con unas pantys rojos de encaje. Él se separó y admiró su ropa interior sobre su esculpido y bronceado cuerpo.
– ¿Cómo te pones eso y no esperas tener sexo? – dijo admirándola – pareces una diosa – se le escapó de los labios.
Ella se abalanzó ávida de él y éste la tomó por el dorso y la acostó en la cama, acarició sus piernas hasta llegar a las altas sandalias que tenía trenzadas en sus pantorrillas y él empezó a besarlas o eso creía ella.
– Huum, estoy indeciso si quitártelas o dejártela, te ves tan sexi desnuda con ellas puestas.