Capítulo 80
1198palabras
2022-07-03 00:00
Entonces, ¿por qué le pidió que le trajera una toalla?
Lexi abrió el tercer cajón y se dio cuenta que todas las toallas estaban todavía en el armario.
Eso significaba que...

"Tráeme una toalla", gritó desde el baño.
En ese momento, el sonido del agua se detuvo y se escuchó la encantadora voz del hombre.
La boca de Lexi se torció tratando de comprender. ¿Por qué daba las cosas por hecho? ¿No le daría vergüenza que una chica le trajera una toalla al baño?
Después de un momento de vacilación, Lexi se acercó y llamó a la puerta.
"Aquí está la toalla".
"Está abierto".

La respuesta fue breve.
Lexi estaba confundida. En ese instante, recordó que había una cortina en el baño. 'Jamie debería estar detrás de la cortina', pensó para sí misma.
Con eso en mente, abrió la puerta.
Al entrar, el vapor golpeó su cara. La fragancia del gel de baño mezclada con el olor del hombre era tan poderosa que hizo palpitar su corazón.

Las mejillas de Lexi se pusieron ligeramente rojas. Al levantar la vista, se sorprendió al ver al hombre fuerte, alto... ¡y desnudo!
Estaba aturdida.
Jamie, que estaba a punto de salir, también se quedó atónito.
El baño se volvió incómodamente silencioso.
"¡Ah!". De repente, se escuchó un grito. 
Lexi se cubrió la cara con vergüenza y enojo. Se dio la vuelta y salió corriendo presa del pánico.
Mientras corría tapándose el rostro, casi choca contra la pared.
Jamie entrecerró los ojos e inmediatamente se acercó para evitar que Lexi se estrellara.
Eso hizo que la chica cayera en sus brazos.
Sus mejillas rojas golpearon el pecho desnudo de Jamie. Ahora, sus cuerpos estaban demasiado cerca uno del otro.
El corazón de Jamie pareció dar un vuelco.
Las mejillas de Lexi estaban ardiendo. Sin pensarlo, gritó:
"¡Eres un descarado!".
Una mirada de incomodidad brilló en el hermoso rostro de Jamie, las puntas de sus orejas se pusieron rojas.
"¡Dame la toalla!".
Mientras hablaba, agarró la toalla y la envolvió alrededor de su cintura lo más rápido que pudo.
Al observar sus movimientos, Lexi se congeló. Su rostro se puso aun más rojo.
¿La jaló hacia atrás solo para tomar la toalla?
Estaba pensando demasiado.
Lexi se sintió avergonzada para enfrentarlo. Bajó la cabeza y salió corriendo del baño.
Justo cuando estaba a punto de salir, se sorprendió al ver a un hombre que entraba a la habitación. Ese hombre no era otro que su padre.
Frederick se paró en la puerta con un tentempié de medianoche en sus manos. Quedó sorprendido al ver a su hija saliendo del baño. Sus mejillas estaban rojas y sus ojos se veían un poco enamorados.
Entonces, recordó el grito de hace un momento...
El rostro de Frederick se oscureció repentinamente y su tono fue muy duro.
"Lexi, tú y Jamie solo están comprometidos, no están casados. ¿Cómo puedes hacerle eso al señor Barrett?".
Lexi quedó paralizada por las palabras de su padre. ¿A qué se referiría cuando preguntaba qué fue lo que le hizo al señor Barrett?
Sus palabras la hicieron sentir como una mujer fácil.
"Papá, no es lo que estás pensando...".
"¡Suegro!".
Antes de que Lexi pudiera terminar la oración, la profunda y encantadora voz del hombre la interrumpió.
Jamie salió del baño envuelto con la toalla y se paró a su lado.
Aun había agua en el pecho de Jamie. Era evidente que no tuvo tiempo para secarse. Traía una toalla blanca envuelta alrededor de su cintura. La toalla tenía un lindo cerdito que le gustaría a las chicas.
El rostro de Frederick se oscureció aún más y la ira se hizo evidente en su rostro. Miró a Lexi pensando que no había estado a la altura de sus expectativas.
Luego, miró a Jamie con preocupación y le preguntó: "Señor Barrett, ¿se encuentra bien?".
Lexi se quedó sin palabras. Esa era una pregunta que debería haber estado dirigida a ella, no a Jamie.
Jamie miró a Lexi con una mezcla de emociones en sus ojos. Manteniendo un tono ligero, respondió:
"Todo está bien. Ya estoy acostumbrado".
Ahora, a Frederick se le rompió el corazón cuando miró a Lexi.
Por primera vez, vio a su hija débil, aunque en realidad era muy segura, audaz y fuerte.
No era de extrañar que pudiera hacer que un hombre exitoso como Jamie se enamorara perdidamente de ella en menos de un mes.
La mirada de Frederick todavía estaba en Lexi y la hizo sentir incómoda. Sintió como si hubiera hecho algo indigno cuando en realidad no había nada.
Dudó de sus palabras: "Papá, yo...".
"No tienes que decirme nada".
Frederick la interrumpió. Su mirada dura la hizo sentir como si no quisiera saber nada de ella.
Luego, miró seriamente a Jamie.
Le dijo: "Aunque los jóvenes en estos días toman todo a la ligera, la nuestra es una familia conservadora. Si tú y Lexi fueran a... no debes decepcionarla".
"Puedes ser el orgullo de la familia Barrett, pero si te atreves a lastimar a Lexi, nunca te lo perdonaría".
Durante años, Jamie había sido respetado por muchos. Nadie se atrevió a hablarle de esa manera: quien lo hizo, ya no estaba vivo.
Sin embargo, esto no le molestó a Jamie. Por el contrario, prometió: "Jamás la decepcionaré".
Frederick se sintió aliviado. Miró a su hija con disgusto y luego le dijo solemnemente a Jamie:
"De ahora en adelante, Lexi será tu responsabilidad. Cuídala bien".
"Así lo haré."
Jamie enfatizó cada palabra y su profunda voz lo hizo sonar convincente y seguro.
Al ver cómo se enmarcaba su matrimonio en el intercambio entre los dos hombres, Lexi se quedó atónita. ¿Por qué nadie le pidió su opinión?
Al mirar el rostro de Jamie, se quedó perpleja al ver cuán real era su proceder.
Frederick levantó la vista y vio que Lexi estaba mirando a Jamie. No pudo evitar sentir impotencia en su corazón.
`Las chicas deberían ser más reservadas', pensó Frederick. "¿Por qué no puedes ser discreta?"
"Puedes dormir donde quieras esta noche, Lexi. Me iré para que ustedes dos puedan acostarse temprano".
Después de eso, Frederick se fue.
Lexi sintió una ola de melancolía. ¿Qué habrá entendido su padre?
En los labios de Jamie se esbozó una leve sonrisa mientras miraba en silencio a la mujer que estaba a su lado.
Susurró: "Le prometí a Frederick que nunca te iba a decepcionar".
Al pensar en la amenaza de su padre, el rostro de la chica se puso rojo de vergüenza.
Dejó escapar una risa falsa, "Se lo explicaré a mi papá después".
Jamie respondió seriamente: "Soy un hombre de palabra".
La cabeza de Lexi palpitaba mientras miraba seriamente a Jamie.
En un tono igual de serio, dijo: "Señor Barrett, no te preocupes. No le contaré a nadie sobre esto".
Jamie se quedó sin palabras. ¿Por qué no podía entender lo que estaba tratando de decirle?
Por su rostro, Lexi podía decir que Jamie había tenido un día difícil. Ella fijó su mirada en él.
"Señor Barrett, deberías irte a descansar".
Con eso, salió rápidamente de la habitación, no se atrevía a mirar a ese hombre sexy.
Jamie frunció los labios con impotencia al mirar la puerta cerrada.