Capítulo 17
1915palabras
2022-02-23 15:18
Al pensar en eso, supo exactamente de quien se trataba; era como si ese nombre estuviera a punto de estallar en su pecho. Por supuesto, la única que tramaría tal cosa en secreto era Julia, ¡Esa desgraciada! La maldijo en silencio: “En serio está llena de todo tipo de trucos. Es como una plaga, simplemente despreciable”
Sin embargo, al pensar por un momento se culpó por ser descuidada, debió sospechar que había algo oculto cuando vio que William mirando a su alrededor. No había pensado que volvería a caer en su trampa y fue imprudente, dado que Julia le tendió una trampa esta vez, juró no dejar pasar por alto este asunto. Tras meditarlo bien, se dio cuenta de que ya no tenía ninguna preocupación, al mismo tiempo sintió una sensación de ardor en el brazo.
Hecho un vistazo y descubrió que se había quemado accidentalmente la mitad de su brazo, este estaba hinchado y enrojecido. Incluso se formaron algunas ampollas en esa área, sentía un dolor insoportable con solo tocarlos ligeramente. No importa cuánto dolor sintiera, al mirarse el brazo se deprimió, pues no quería lidiar con eso.
Dado que Frederick decidió no confiar en ella, ¿Por qué tenía que preocuparse por eso? Luego, se volvió a cubrir la cabeza, aturdida su mente se quedó en blanco y lentamente se quedó dormida. Tuvo un descanso extrañamente bueno; por la noche, la Señora Cindy la llamó para cenar, pero como no escuchó respuesta, simplemente se rindió y se retiró.
Frederick trabajó horas extras, al regresar a casa, ya eran cerca de las siete en punto. De pie en la puerta principal, miró las luces brillantes y vaciló si debía entrar o no; como Sheryl estaba furiosa, seguro que no había venido, ¿Verdad? En vista de que no estaba en la casa, no había necesidad de que él entrara; pues estar en la habitación sin ella, se sentía vacía.
En ese momento, una sirvienta salió a tirar la basura. Cuando lo vio parado en la puerta, se acercó y saludó respetuosamente: “Buenas noches, Joven”
Asintió con la cabeza y de repente le preguntó: “¿Viste a la Señora hoy?”
La sirvienta se detuvo un momento y respondió: “La Señorita ha estado arriba desde que regresó a casa al mediodía, y no ha vuelto a bajar desde entonces”
Frederick no pudo evitar fruncir el ceño, y volvió a preguntarle lleno de preocupación: “¿Vio si se curó su herida?”
La sirvienta negó con la cabeza, indicando que no sabía nada al respecto, tiró la basura y entró a la casa. Por su parte, Frederick se quedó dónde estaba, preguntándose que no podía ser tan tonta como para ignorar sus heridas, ¿No? Después de pensarlo bien, parecía posible que lo hubiera hecho, pues no había nada que ella no pudiera hacer. En el pasado, cuando se negaba a casarse con él, intento desesperadamente muchas cosas e incluso amenazó en suicidarse. ¡Era una tonta!
Frederick pensó por un momento, al final no pudo resistirse más y subió las escaleras. En este momento, Sheryl estaba durmiendo profundamente cubierta de pies a cabeza, y no escuchó el sonido de la puerta al abrirse. Cuando él entró, le pareció un poco divertido como la había encontrado, a continuación le quitó la manta. Entonces vio sus suaves manos sobre su vientre, respirando tranquilamente y durmiendo dulcemente como una niña; esto provocó que se dibujara una sonrisa en su rostro.
Inmediatamente después, miró su mano y, como era de esperar, su piel estaba roja y llena de ampollas. No pudo evitar fruncir el ceño, esta mujer era una tonta, ¿Por qué no se curó sus propias heridas? ¿Estuvo enfada todo el día? Le dolió el corazón y tuvo un poco de culpa, pensó que no debería haberle actuado efusivamente.
No sabía por qué, pero cuando recordó que había pasado tiempo con William a sus espaldas, no pudo evitar enfurecerse; en realidad era él quien debía ser el culpable de todo lo que sucedió. Además, debía sentirse mal por confiar en que ella había cambiado y la verdad es que no lo hizo. Por eso, tuvo un profundo remordimiento, ya que si no hubiera creído en Sheryl, entonces no se habría enojado tanto.
Pensando en esto, suspiró levemente; viendo que ella había dormido durante un buen tiempo y que su herida definitivamente empeoraría si no la trataba, la tocó suavemente para despertarla. Sheryl estaba soñando plácidamente y sintió que alguien la empujaba, repentinamente abrió los ojos aturdida; él tomó distancia, al ver que se despertaba. Abrió los ojos y vio a Frederick a su lado, se quedó asombrada por un momento, y luego se estuvo satisfecha. Efectivamente, no pudo aguantar más y regresó, sabía que podía confiar en él y que no la iba a dejar sola.
Sin embargo, ella fingió estar enojada y le preguntó con indiferencia: “¿Qué haces aquí?”
A pesar de todo, no esperaba que él tuviera un corazón de piedra y le respondiera lo siguiente: “He venido a recoger algunos documentos”
Tras escuchar esto se molestó un poco. ¿No iba a demostrarle un poco de preocupación? ¡Estaba herida! Con una quemadura tan obvia, no creía que él no pudiera verla. Bueno, como él ignoró todo, ella pensó por unos segundos y simplemente le recordó: “¡Oh, está bien! Pensé que alguien con un gran corazón se estaba preocupando por mi herida, parece que en realidad me he equivocado. En ese caso, ¿No entiendo que estoy haciendo aquí? Si nadie se preocupa por mí, será mejor que me vaya ahora”
Se puso de pie casualmente y fingió irse, esto fue ciertamente efectivo. Cuando vio que ella estaba a punto de marcharse, le dijo con frialdad: “Estás herida, ¿Por qué no lo curas?”
Se rio de sí misma y dijo deliberadamente: “¿Qué voy a curar? Solo son un par de manos feas, no cambia de nada si siguen maltratadas De todos modos, nadie sentirá pena por eso”
Después de eso, se fue al baño; tenía demasiado sueño que quería lavarse la cara y despertarse bien. Al ver que ella estaba a punto de ir al baño, recordó que sus hermosos brazos ya estaban completamente rojos. ¿Podría ser que fuera a tocar un poco de agua en ese terrible estado? De repente, la agarró y la atrajo a sus brazos, ordenándole: “¡Ven acá!”
Ella cayó en su cálido abrazo y se congeló por un momento, al instante recobró el sentido luchando con todas sus fuerzas para liberarse y replicó: “Frederick, ¿Qué estás haciendo? ¿No dice que me odias? ¿No crees que soy repugnante? ¡Entonces no me toques!”
Él la ignoró con frialdad, usó todas sus fuerzas para arrastrarla hasta el sofá y le ordenó: “¡Siéntate!”
Su tono era inflexible, aunque hizo puchero de insatisfacción, se sentó obedientemente. Luego, ordenó a las sirvientas que trajeran el botiquín médico, y a continuación, le aplicó con cuidado el medicamento en su mano. Sheryl lo vio sostener un hisopo de algodón mientras aplicaba desinfectaba la herida, a la vez sostenía un ungüento en la otra para aplicarle en el lugar donde había ampollas.
Durante todo el proceso de aplicación del medicamento, sus movimientos fueron muy cautelosos y no fue descuidado en ningún momento. En un principio, quiso decir algunas palabras más para provocarlo y así desahogar su ira; al ver a Frederick, un hombre que normalmente estaba muy por encima de todos y tenía un aire dominante, aplicando la medicina en su brazo con tanta ternura y meticulosidad. Arrugó su nariz, y ni siquiera fue capaz de decir una palabra al respecto.
Al pensar en lo que sucedió hoy, llegó a la conclusión de que no fue un malentendido tan grave y que se resolvería con una simple explicación de los hechos. No obstante, ninguno de ellos estaba dispuesto a ceder, pudiendo reconciliarse al instante, dado que eran demasiados tercos. De golpe se sintió muy mal y empezó a llorar, una pequeña lágrima golpeó su mano cuando él aplicaba con cuidado el medicamento.
Frederick se congeló por un momento, luego miró su rostro lloroso pensando que aplicó la medicina con demasiada fuerza y la había lastimado, así que preguntó: “¿Te duele mucho? Seré más gentil”
Sheryl era la agraviada y lloró, gritó de rabia: “¡Sí, duele! ¡Todo es tu culpa, realmente eres malo!. Fuiste cruel conmigo al mediodía que casi me matas del susto”
Hizo una pausa, justo cuando él estaba a punto de decir algo, ella volvió a llorar. Esta vez, le reclamó entre sollozos: “¿Sabías que fui a comprarte el almuerzo al mediodía? ¿Quién iba a imaginar que accidentalmente me encontraría con William, ese pervertido? Dijo que quería invitarme a almorzar e ir a dar un paseo, pero me negué. Luego, me tocó la mano y me acarició, me dio tanto asco que fui al baño para lavarme desesperadamente. Cuando la comida estuvo lista, regresé inmediatamente a la empresa para buscarte, pero... Me acusaste con encontrarme a escondidas con mi amante. Incluso estropeaste el almuerzo que te llevé con mucho esfuerzo. ¡Frederick, eres un malvado! ¿No sabes lo triste que estaba?”
Ella no sabía lo que estaba hablando, comenzó a llorar y hablar incoherentemente, inesperadamente aterrizó su puño en su cuerpo. Fue entonces que fue capaz de despejar la tristeza en su corazón; después de que Frederick escuchará su defensa, más o menos descubrió la verdad. Resultó que se encontró con William por casualidad, e incluso tenía la intención de coquetear, ella se negó rotundamente y se disgustó. En otras palabras, lo que vio no fue el panorama completo.
Cuando pensó en ello, seguía estando un poco escéptico y preguntó: “¿No quieres casarte con William? ¿Por qué ahora le tienes asco?”
Ella se atragantó con esas palabras, y al final, no pudo evitar murmurar: “¿Está mal pensar que estuve ciega?”
Él frunció el ceño levemente, y pensó en que no bastaba con esa excusa para justificar sus actos; pero como ella no quería decirlo, él tampoco quiso preguntar. Cuando acabó de curar la herida, se puso de pie y dijo débilmente: “Listo”
Ella lo miró, mientras no le doliera demasiado, no le prestaría mucha atención. Devolvió el botiquín a la sirvienta y miró a Sheryl, que seguía tendida en el sofá sin moverse. Luego, recordó lo que le dijo la sirvienta, ella no había bajado desde que regresó al mediodía y no pudo evitar preguntar preocupado: “¿Ya comiste?”
Ella respondió honestamente: “No, no lo hice”
Él replicó: “Levántate y ve a comer”
Ella pensó como podía acordarse de comer, ya que al mediodía desperdició tanta comida. Por eso, dijo con mal humor: “No quiero comer. No tengo hambre”
Tan pronto como terminó de hablar, su estómago gruñó dos veces. Se sintió súper avergonzada que quiso enterrarse en un agujero. Frederick la miró con diversión y volvió a preguntar: “¿En serio no tienes hambre?”
Ella un poco avergonzada y enojada protestó: “No es asunto tuyo”
Al escuchar esto, su mente se quedó en blanco por un momento. Por sorpresa, se rio y dijo en un tono de autocrítica: “Sí, realmente no debería haberme molestado contigo”
Se dio cuenta de que había dicho algo que nunca se atrevería a pronunciar, pues en su vida anterior, las palabras que solía decirle eran: “¡No es asunto tuyo, no tienes derecho a controlarme!”
Cada vez que escuchaba estas palabras, se daba media vuelta y se marchaba, sin molestarla más. Estaba llena de arrepentimiento, quería remediar la situación, pero era demasiado tarde. Él ya había captado su indirecta, y se dio media vuelta para marcharse.