Capítulo 13
1220palabras
2021-12-13 14:15
A pesar de que Jacobo Ye sabía que esta pintura era auténtica, no sabía cuál era su valor real y, en ese momento, solo le quedaban unos cuantos yuanes, por lo que cuarenta mil parecía una suma enorme.
Al ver el rostro del joven relajándose, el hombre de mediana edad dijo: "Agregaré diez mil yuanes más a mi oferta".
En ese momento, los clientes de la tienda de antigüedades comenzaron a darse cuenta de la negociación que estaba sucediendo. Al ver la pintura en la mano de Jacobo, algunos expertos comenzaron a aconsejar: "Será mejor que aceptes esa cantidad ahora. Esa copia solo vale unos cuantos miles, y lo que el señor te ofrece es un muy buen precio".

"Sí, parece ser que está muy interesado en el cuadro; deberías aprovechar…".
Al ver esto, el dueño de la tienda se llenó de odio y resentimiento, por lo que no pudo contenerse: "Ese cuadro es una falsificación que costó solo unos pocos yuanes. Amigo, estás a punto de gastar cincuenta mil en algo que no vale la pena; si quieres, te puedo mostrar otra copia de Ben Gu que creo que puede tener más valor. ¿Quieres echarle un vistazo?”.
Pero el potencial comprador simplemente lo ignoró y, volviendo su atención a Jacobo, le preguntó: "¿Qué opinas?".
Antes de que el chico pudiera responder, el dueño de la tienda lo apartó diciendo: "Amigo, hablo en serio; hay muchos más en mi tienda. ¿No quieres ver...".
Al ver que lo habían quitado del camino de una manera tan agresiva, Jacobo se sintió molesto. Resultaba evidente que el dueño de la tienda estaba celoso por las ganancias que él obtendría.
‘No quieres que gane dinero, ¿verdad?’, pensó para sus adentros. ‘Entonces, haré exactamente lo contrario’.

Luego, negó con la cabeza hacia el hombre de mediana edad y dijo: "No es que no quiera venderlo, pero hay algo especial en este cuadro".
Las palabras de Jacobo hicieron que el hombre se sintiera intrigado: “¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que te parece tan especial?".
La gente a su alrededor se calmó inmediatamente. La mayoría eran expertos y escuchar al joven decir que una falsificación de Ben Gu tenía algo especial despertó su curiosidad. ¿Tal vez podrían haberse equivocado en su veredicto?
"¿Cómo sería eso posible?", el dueño de la tienda quedó atónito y luego se burló: "Esto es una broma, ¿cierto? Llevo más de 20 años en la industria de antigüedades, ¿en verdad crees que cometí un error en algo tan simple?”.

Jacobo se burló diciendo: "Todos han juzgado mal este cuadro. Señor, ¿no le parece que esconde un gran misterio?”.
"Por supuesto que no. Si compruebas que hay algún misterio escondido en esta pintura, me cambiaré el nombre. Creo que debes estar loco para considerar una pintura tan inútil como un tesoro".
Jacobo sonrió: "¿Qué tal si hacemos una apuesta? ¿Qué pasa si encuentro el misterio en esta pintura?".
El señor Tang levantó la cabeza y respondió con firmeza: "Acepto. Si es cierto que hay un misterio en esa pintura, te daré cien mil yuanes. Pero que quede claro que con misterio me refiero a que sea más valiosa que el original. Pero si pierdes, deberás devolvérmela gratis".
El chico respondió: "Está bien, pero creo que será mejor dejar la apuesta registrada por escrito, ¿no?".
El hombre de mediana edad miró a Jacobo con interés y dijo: "No hay necesidad de escribir nada. Yo seré su testigo, por lo que nadie podrá negar la apuesta después".
"Un momento, ¿tú no eres Kyle Shen?".
"Oh, Dios mío, el famoso gigante de la industria de las antigüedades está aquí".
Jacobo también había escuchado ese nombre antes, pues era una especie de celebridad en el rubro e incluso había estado en un programa de televisión sobre la identificación de tesoros. Con esto en mente, el chico aceptó de inmediato.
Luego se volvió hacia el dueño para decirle: "¿Podría darme un vaso de agua?".
En respuesta, el señor Tang le pidió a uno de sus empleados que trajeran un vaso de agua y luego comentó en tono de burla: "Ahora que Kyle Shen es nuestro testigo, juro que deletrearé mi nombre al revés si resulta haber algo en esta pintura".
Mientras él hablaba, llegó el vaso de agua para Jacobo, quien lo tomó con calma y dijo: "Ahora, veamos…”. Acto seguido, alzó la cabeza para beber un gran trago de agua y rociarlo sobre la pintura. Una vez que esta estuvo lo suficientemente húmeda, el chico pidió un par de pinzas para remover la capa superficial que se separó del lienzo, comenzando por la esquina. Con esto, otra pintura se reveló debajo del original. Esta era casi exactamente la misma que la primera, por lo que cualquier inexperto apenas podría notar la diferencia entre ambas.
La expresión de Kyle Shen cambió drásticamente y dio un salto hacia adelante para observar más de cerca la nueva pintura. Estaba tan emocionado que le temblaban las manos.
"Este es... ¡Un Ben Gu auténtico!”, el experto tocó con cuidado la pintura, por temor a romperla.
"¿En serio es un original de Ben Gu?”.
"Si Kyle Shen lo dice, debe ser cierto…".
"Este joven es bastante perspicaz...".
"Parece que vale al menos quinientos o seiscientos mil...".
La multitud estalló en una acalorada discusión, mientras que el dueño de la tienda estuvo a punto de desmayarse. Había cometido el error más grande de su carrera, perdiendo así más de cien mil yuanes...
Era imposible para el señor Tang negar la apuesta ahora, pues Kyle Shen era una figura poderosa con una gran influencia en el mundo de las antigüedades. Si quisiera echarse para atrás ahora, no podría continuar con su negocio en el futuro.
Por su parte, Kyle Shen estaba muy emocionado y, sujetando el hombro de Jacobo, exclamó: ¡Te daré quinientos mil yuanes! ¿Tenemos un trato?”.
El joven vaciló por un momento, y luego respondió: "Lo siento, señor Shen, pero no quiero vender esta pintura por el momento...".
La expresión en el rostro del experto cambió de inmediato, revelando su profunda decepción. Siendo un gran amante de la pintura, este Ben Gu original representaba un sueño para él, pero su dueño no quiso vendérselo y no había nada que pudiera hacer para obligarlo.
Jacobo no podía negar que se había sentido muy tentado a vender la pintura en ese momento, pero no conocía su verdadero valor y no quería precipitarse. Lo mejor sería quedársela y revisarla más a fondo.
Por su parte, el señor Tang quería llorar, pero no tenía lágrimas. Al mirar la pintura en la mano de Jacobo Ye, casi tuvo el impulso de quitársela. Quinientos mil yuanes; ese cuadro representaba sus ingresos de dos años. Solo de pensar en el error tan grave que acababa de cometer, sintió ganas de golpear la pared. En un arrebato de ira, de repente sujetó a Jacobo y gritó: "Esa pintura es mía y no te la venderé. Te devolveré diez veces lo que pagaste…”.
La gente a su alrededor lo miró como si estuviera loco. ¿En verdad creyó que este chico estaría tan tonto como para devolvérsela?
Jacobo Ye lo apartó con frialdad y contestó: "Señor Tang, ¿se encuentra bien? ¿En verdad cree que voy a dársela? Ahora, si no tiene nada más que agregar, por favor, deme el dinero que me debe".