Capítulo 31
1393palabras
2024-04-01 10:41
Michael la tranquilizó con paciencia: "Buena chica, ya no llores, ¿sí?"
"Déjame ir. ¡Si me vuelves a tocar, pelearé contigo hasta la muerte!", exclamó. La ferocidad que había en los ojos de Layla no parecía en absoluto una broma.
Michael le limpió las lágrimas de la cara y la reconfortó. Le explicó: "Si de verdad mueres aquí conmigo, todo el mundo lo malinterpretará. Es probable que piensen que morimos juntos por un amor no correspondido".

Con ese tono, Layla lo consideró un hombre gentil.
Layla contestó enfadada: "Para de soñar. ¿Quién está dispuesto a morir contigo? ¡Déjame! Quiero bajarme del auto".
Michael no deseaba soltarla. Pegó su cuerpo esbelto y recto al de ella y la interrogó con voz suave: "¿No acabas de elogiarme por ser sobresaliente y apuesto? ¿Por qué no te sentirías honrada si muriéramos juntos?"
Durante la conversación, el cálido aliento de Michael recorrió su mejilla, insensibilizándola como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Estaba tan avergonzada que su rostro ardía.
En cuanto las puntas de sus narices estuvieron a punto de tocarse, se puso tan nerviosa que su corazón empezó a latir con fuerza. Exclamó: "Puedes morir tú solo. Ni pienses en arrastrarme contigo. Yo ya tengo familia. Aún no he vivido lo suficiente".
Al salir la palabra 'familia' de la boca de Layla, le llegó a la parte más sensible de su corazón. Y sin poder evitarlo, bajó la cabeza y estuvo a punto de besarla.

"Tú también experimentaste hace un momento el beso, ¿cierto? ¿Por qué no nos relajamos y lo disfrutamos juntos?", preguntó.
Le resultaba de lo más vergonzoso tener una reacción fisiológica tras haber tenido ese contacto corporal con Michael.
Por otra parte, al ser desenmascarada con tanta facilidad por Michael, se sintió muy vulnerables. Un intenso sentimiento de humillación la invadió.
Había hecho nuevos avances con Camron, pero tenía sentimientos por otro hombre. ¡Era una desvergonzada!

Cuando estaba a punto de besarla, Michael notó las lágrimas en la cara de Layla y se detuvo.
"¿Te he hecho daño?", preguntó en voz baja, limpiándole suavemente las lágrimas de la cara.
"¿Piensas que resulta interesante intimidarme?", el tono de Layla desprendía sarcasmo. "¿Lograr que una mujer casada experimente sentimientos infames por ti te da satisfacción?"
La dulzura que había en los ojos de Michael se desvaneció por completo ante las palabras de la mujer.
Lo único que quería era besarla. No pretendía humillarla.
Sin embargo, el semblante de tolerancia y pesar en el rostro de Layla hizo que, al final, Michael la soltara. Le contestó: "No era mi intención humillarte".
Layla agarró con fuerza la ropa que llevaba en el pecho, rechinó los dientes y le gritó: "Entonces, ¿podrías perdonarme la vida? Hay muchas mujeres en el mundo que están dispuestas a estar contigo. ¿Me dejarás en paz?"
Michael le preguntó tajante: "¿Y si no quiero?"
De pronto, Layla agarró un cuchillo de fruta y se lo apuntó a la cara. Le contestó: "No sé qué fue lo que te gustó de mí. ¿Acaso era mi cara? Si destruyo mi rostro, ¿vas a dejarme en paz?"
En ese momento, Layla cerró los ojos y cortó su cara con un cuchillo de fruta.
Por fortuna, Michael actuó con rapidez y agarró con fuerza la muñeca de la mujer, de modo que no se hizo daño alguno en la cara.
Se quedó observando a Layla sin creérselo y le espetó: "¿Estás loca?"
Ella contestó: "Mi estatus es bajo, por eso no puedo amenazarlo, señor Harper. Pero ahora no quiero morir porque deseo estar con Camron. Si lo único que le interesa es esta cara, la destruiré para que me deje marchar. Así podré vivir una vida normal y feliz con mi esposo. ¡Creo que lo valdrá!"
Lo que Layla dijo le salió del fondo del corazón.
Al contemplar las lágrimas en su rostro, Michael empezó a sentirse dolido e incómodo. Agarró sus manos con más fuerza.
En cuanto ella le confesó que no podía dejar solo a Camron, él se sintió conmovido y quiso hacer todo lo posible para protegerla.
Michael le quitó el cuchillo de fruta de la mano y lo lanzó por la ventana. Clavó los ojos en su rostro y le preguntó: "¿Te da lástima Camron? No es más que un don nadie al que el fuego ha desfigurado".
"¡No! ¡No es un don nadie!", contestó Layla con fuerza.
Había un sonido de motor que venía del exterior. El auto de Jaylah lo había alcanzado.
Michael se abstuvo de hablar t*nterías con ella y le replicó con frialdad: "Si quieres proteger a ese minusválido de por vida, no vuelvas a aparecer delante de mí en el futuro. En adelante, no me provoques".
Layla fue incapaz de decir algo. No se animó a quedarse más tiempo y salió del vehículo.
En cuanto se marchó, el deportivo de Michael se puso en marcha a gran velocidad y enseguida se acercó el auto de Jaylah.
Jaylah tenía tanto miedo que ni siquiera apagó el motor. Bajó del auto, tomó la mano de su amiga con preocupación y le preguntó: "Michael no te hizo nada, ¿cierto? ¡Qué susto me ha dado!"
Ante esto, Jaylah estaba tan asustada que casi se echó a llorar. Preguntó: "¿Y si te pasó algo? Me voy a sentir culpable el resto de mi vida".
Con el fin de tranquilizarla, Layla esbozó una leve sonrisa. "Simplemente me dejó aquí a causa de un ataque de ira. No me hizo más que eso".
"Me alegro de que estés bien", comentó Jaylah. Lanzó un suspiro de alivio y continuó hablando: "Gracias por ayudarme hoy. Si no, el terreno de mi familia no se salvaría".
Layla negó con la cabeza esbozando una sonrisa y respondió: "No pasa nada. No es necesario que seamos tan corteses entre nosotras".
"Primero entra al auto. Te llevaré a casa", le espetó Jaylah y le abrió la puerta. La invitó a subir a bordo.
Jaylah manejó por el camino muy despacio. Le contó algunos cotilleos sobre Michael.
Le contó: "¡Acaba de volver del extranjero y tiene a su cargo muchas empresas! Pero hoy se ha limitado a pedirte que lo acompañaras a dar una vuelta y no te ha hecho nada. Lo considero un caballero".
"Jaylah", mientras más escuchaba Layla, más incómoda estaba. Luego, prosiguió: "Que no te engañe su aspecto apuesto. No es una buena persona. No te metas con él".
"¡No le des tantas vueltas!", contestó Jaylah, que seguía siendo un poco consciente de sí misma. "Sé muy bien qué aspecto tengo. No me arriesgaría a pensar en un hombre de primera como Michael!", declaró ella.
"Me refiero a que eres una buena persona. ¡Él en cambio no es apto para ti!", respondió Layla con firmeza.
"En realidad Michael es un buen partido para ti. La verdad es que hacen una pareja perfecta. Por desgracia, estás casada", comentó Jaylah y también se compadeció de ella.
Layla negó con la cabeza sin vacilación y replicó: "Por favor, no digas eso otra vez. Soy la esposa de Camron. Voy a pasar el resto de mi vida con él".
"Lo sé. Tú amas más a tu esposo. Nadie podrá separarlos", le espetó Jaylah. Después sonrió abatida y añadió: "Te llevaré de regreso a la casa de la familia Walsh".
"Déjame en la entrada de la pista de carreras. El chófer de la familia Walsh aún está esperándome allí", respondió Layla con indiferencia.
Jaylah asintió con la cabeza y la acompañó hasta la entrada de la pista de carreras.
Tras ver marchar a Jaylah, Layla le pidió al chófer que la llevara a casa.
En cuanto bajó del auto, se dirigió de inmediato al baño para cepillarse los dientes y lavarse la cara. Deseaba eliminar todos los olores relacionados con Michael.
Si no, le habría dado mucha pena Camron.
Había aguardado durante mucho tiempo el regreso de su esposo aquella noche.
Cuando estaba por quedarse dormida, Meredith se acercó y le ofreció una taza de leche tibia. Entonces le comunicó que Camron iba a reunirse con Michael en privado esta noche y no llegaría a casa.
En el momento en que oyó esto, Layla se despertó del todo.
Hoy había entablado una relación ambigua con Michael en el interior del auto. Si aquel hombre decía más t*nterías, ¡ella no sería capaz de explicárselo a Camron por más que abriera la boca!
¿Qué iba a hacer?