Capítulo 29
1360palabras
2024-04-01 10:38
Layla no sabía lo tenía que hacer. Al cruzar su mirada con la de Michael, se sonrojó y agachó la cabeza.
Hace pocos días, Michael se puso a hablar con ella de forma atrevida en el auto...
Aquel hombre era muy peligroso. Tenía que permanecer alejada de él.

En el apuesto rostro de Michael se dibujó una sonrisa juguetona. Colocó su brazo derecho sobre el auto y expresó con desgana y los ojos entrecerrados: "La señora Floyd es alguien muy interesante. El señor Floyd acaba de perder, pero tú apareciste e insististe en que robó el sello de tu padre, ja, ja".
Luego prosiguió: "Si hubiera ganado el señor Floyd, ¿pensaste en quedarte callada y dejar que tu hermano se quede con mi empresa de espectáculos?"
"¡No! ¡Eso no es así!", Jaylah se ruborizó ante sus palabras. Lo cierto era que no quería faltar a su palabra.
Jaylah se asustó tanto al ver la mirada de Michael que ni siquiera pudo alzar la cabeza. Lo único que pudo hacer fue intentar justificarse: "Lo lamento. Mi padre ha sufrido un infarto. Si se entera de que se apostaron los suburbios del oeste, es probable que..."
No pudo concluir las siguientes palabras.
Jaylah se dio la vuelta y fulminó con la mirada a su hermano. Rechinó los dientes y añadió: "Quise detenerte una vez hoy. Te negaste a escuchar mis consejos. Hasta ordenaste que me encerraran en el almacén. Voy a contárselo todo a mi padre. Si le ocurre algo, me las pagarás".

No le quedó más remedio que darse la vuelta, y llevarse a Layla con ella.
Layla percibió su mirada disgustada e incómoda. La reconfortó por lo bajo: "Jaylah, no estés triste..."
El señor Floyd se asustó tanto que su cara se puso pálida.
"Señor Harper, yo..."

Michael se echó a reír indiferente, sacó un cigarrillo y lo encendió. El humo blanco y ondulante atenuaba las curvas de su rostro, en el que destacaba el temperamento de un hombre maduro.
"Si pretendes fingir que nada de esto ocurrió, aún hay posibilidad de discutirlo", dijo.
Mientras decía esto, no dejaba de observar a Layla.
De inmediato, Layla presintió algo malo. Sabía que un z*rro endemoniado como Michael jamás dejaría que otros se aprovecharan de él.
Sin embargo, a Jaylah le daba igual. Se dio la vuelta ansiosa y preguntó: "Señor Harper, ¿cuál es esa condición?"
Entonces el hombre entrecerró los ojos y le dio un mordisco a la colilla. Observó a Layla con una leve sonrisa, poniendo cara de triunfador.
"Es sencillo. Pídele a tu amiga que me acompañe a dar una vuelta. Así, nos olvidaremos del tema por hoy", afirmó.
Todos los presentes observaron a Layla. Ella se quedó en blanco y dio unos pasos atrás sin darse cuenta.
La expresión de los ojos de Michael no indicaba que quisiera dar un paseo. ¡Era evidente que deseaba hacer algo más con ella!
Jaylah no era t*nta, así que lógicamente entendió la insinuación de las palabras del hombre.
Se armó de valor y respondió: "Mi amiga ya está casada. No es conveniente para ella dar un paseo con usted, señor Harper. ¿Por qué mejor no me permite acompañarlo?"
El señor Floyd tenía mucho miedo en su interior. Si Jaylah conseguía ponerse del lado de Michael, ¿seguiría conservando una parte de la propiedad familiar en el futuro?
De inmediato la detuvo y le espetó: "¿Por qué no obedeces? El señor Harper desea salir con tu amiga".
"Silencio. Ya arreglaré las cosas contigo después", Jaylah protegió a su amiga dejándola detrás de ella.
El señor Floyd no quiso dar marcha atrás. Contestó: "Lo hice por el terreno de los suburbios del oeste. El señor Harper ha dicho claramente que siempre y cuando tu amiga lo acompañe y cumpla la promesa, asunto arreglado. ¿Por qué sigues mostrándote tan recelosa? ¿Quieres que nuestro padre se quede en el hospital?"
"¡Eh!", Jaylah lo miró con odio.
Michael no tenía ganas de escuchar su disputa familiar. "Señora Floyd, ¿por qué no le pregunta primero a su amiga qué opina? Tal vez ella esté contenta de acompañarme".
Tras ello, agregó de forma deliberada: "Es un simple paseo. Además de salvar al padre de la señora Floyd, su amiga también podrá recuperar su propiedad. Así mataremos dos pájaros de un tiro. Layla, si vuelves a dudar, faltaré a mi palabra".
A Layla le temblaba el párpado derecho y tenía las manos y los pies cubiertos de sudor.
Desde que supo que Michael tenía malos pensamientos sobre ella, esta decidió alejarse de ese hombre.
Jaylah era su mejor amiga y siempre la había ayudado en todo. Layla jamás la dejaría sola.
Entonces, Jaylah no encontró otra salida. Solo le quedaba suplicar con impotencia: "Layla, iré detrás de ti cuando salgas. Te prometo que no dejaré que te ocurra nada. ¿Te parece bien?"
"Tengo... Miedo", contestó Layla con timidez.
Michael comentó: "Al estar en Heavenly Worl, vi a la esposa del señor Walsh vendiendo vino. Si por casualidad se enterara de esto..."
Se detuvo a propósito y le dedicó a Layla una mirada significativa. "Si no aceptas, todo el mundo se enterará enseguida de quién es tu esposo".
Layla lo fulminó con la mirada mientras se mordía el labio inferior.
Como quería devolver el dinero que su padre necesitaba, lo antes posible, fue allí a vender vino.
Si este incidente saliera a la luz, Camron se convertiría en objeto de burla.
En cuanto vio que Layla se ponía ansiosa y adorable, abrió la puerta del auto. Estaba convencido de que ella subiría.
Jaylah respondió con entusiasmo: "Layla, te voy a seguir de cerca. No temas. No te hará nada".
Layla asintió con la cabeza, impotente. Rechinó los dientes y subió de mala gana al auto de Michael.
Una vez que Michael cerró la puerta, volvió a sentarse en el asiento del conductor. Luego apoyó la mano en el reposabrazos junto al asiento, inclinándose hacia Layla.
"¡¿Qué es lo que estás haciendo?!", gritó ella. Se puso en guardia contra él y cada parte de su cuerpo rechazó su acercamiento.
De forma inesperada, Michael acabó ajustándole el cinturón de seguridad y volvió a sentarse en el asiento del conductor. Tenía una voz dulce como el vino. Si le prestaba demasiada atención, se intoxicaría.
"Hace unos días me dijiste a gritos que querías morir junto a mí, pero hoy... Solo era un cinturón de seguridad, ¿por qué te asustas?"
Al recordar lo que había ocurrido aquella noche, Layla se puso muy furiosa. No obstante, no quiso ocasionarle ningún problema a Jaylah. Lo único que pudo hacer fue girar la cabeza con rabia, simulando que no veía su mirada orgullosa.
El deportivo de lujo arrancó con lentitud.
Por el retrovisor, Layla comprobó que el auto de Jaylah la seguía de cerca. Fue entonces cuando lanzó un suspiro de alivio.
"Tu amiga que está ahí atrás, de verdad que no conoce sus límites para nada. ¿No crees que me resultará fácil deshacerme de ella?", Michael esbozó una sonrisa arrogante.
De repente, Layla se acordó de la habilidad de Michael al volante en el circuito. Se aferró con nerviosismo al borde del asiento.
Ahora, su libertad se encontraba en manos de Michael. En ese momento, ella lo único que podía hacer era reconocer su derrota. Empezó a hablar: "Señor Harper, un hombre con habilidades sobresalientes, dinero y poder como usted es el amante soñado de muchas mujeres. Siempre que lo desee, una gran cantidad de chicas se meterán en su cama".
"Simplemente soy una mujer casada. ¿Cómo es posible que sea digna de usted?"
Layla siempre había sido muy consciente de sí misma, lo cual dejó sorprendido a Michael.
Condujo con indiferencia hasta la carretera de curvas y preguntó: "¿Por qué un excelente, rico y poderoso hombre como yo no puede tener el deseo de hacer que te subas a mi cama por voluntad propia?"
Layla se sobresaltó con sus palabras.
Qué indecente era. Aunque sabía que ella estaba casada, quería destruir su hogar.
Ella reprimió la incomodidad que sentía y contestó con cortesía: "Sería un gran honor para mí que el señor Harper me eligiera si no estuviera casada. Sin embargo, debo ser fiel al matrimonio".