Capítulo 25
1241palabras
2024-04-01 10:16
El calvo levantó inmediatamente las manos, se arrodilló en el suelo y admitió: "¡Aún no he hecho nada!".
Seis guardaespaldas vestidos de negro rodeaban el coche, y cada uno de ellos era muy ágil.
Camron bajó del vehículo, y sus manos, que sujetaban su bastón, temblaban. Cuando vio a lo lejos a Layla, que se había desmayado en un charco de sangre, ¡su expresión era tan sombría que parecía que iba a matar a alguien!
Se acercó y le propinó una fuerte patada en el pecho al hombre calvo. Este retrocedió dos pasos y cayó al suelo. Tosió varias veces antes de recuperarse.
El tipo quería tomar represalias, pero al ver que todos los guardaespaldas le apuntaban con sus armas, agachó obedientemente la cabeza y apretó los labios, sin atreverse a hablar.
Camron vio que el pálido rostro de Layla estaba cubierto de sangre y le invadió un instinto asesino. ¡Quería matar a todos los que le habían hecho daño!
Se agachó, se quitó el abrigo y cubrió el cuerpo de Layla con él. Luego la cargó en brazos con cuidado.
Era un día soleado y cálido, pero los hombres que habían secuestrado a Layla no podían evitar estremecerse de miedo...
Camron parecía un demonio salido del mismo infierno, despiadado y de sangre fría.
Tami se sobresaltó cuando vio que la mitad de la cara de Layla estaba ensangrentada. Siguió a Camron y preguntó en voz baja: "¿Qué deberíamos hacer con esta gente?".
Camron miró a los hombres arrodillados en el suelo. '¡Deben aprender a respetarme!', pensó.
Sabían que Layla era su esposa, pero aun así se atrevieron a llevar a cabo un acto tan perverso.
"Enciérrenlos. Tómense su tiempo para ajustar cuentas con ellos", sentenció.
Camron los fulminó con la mirada y se dirigió hacia el coche con su mujer en brazos.
El calvo le abrazó la pierna y empezó a suplicar clemencia: "¡Todo es por culpa de Garrett, yo no hice nada! Por favor, déjeme ir. Sé que cometí un error".
Camron no quería escuchar sus excusas, así que lo noquearon y se lo llevaron a rastras.
Estaban en el medio de la nada, y nadie podía oír sus gritos.
Mientras tanto, en el coche de lujo...
Camron vendó la herida de la cabeza de Layla con una gasa y urgió al conductor para que se diera prisa en llegar al hospital.
Layla apenas estaba consciente, pero sus mejillas estaban empapadas de lágrimas. Sabía que si aquellos hombres conseguían su objetivo, Camron y ella nunca tendrían un futuro juntos.
Aquellas personas solo querían humillar a Camron. Por eso, prefería morir antes que someterse a ellos, con tal de salvar su reputación.
Layla sintió un olor familiar y se inclinó con inquietud hacia su origen.
Camron la miró recostada sobre él como un animal indefenso. Se sintió impotente y lamentable. No podía evitar sentir lástima por ella.
Agarró la mano de Layla con la intención de consolarla. La tranquilizó y le dijo: "No tengas miedo. Ya estás a salvo. Soy tu esposo, Camron. A partir de ahora te protegeré y nadie volverá a lastimarte".
Al oír su voz, Layla, que estaba muy asustada, relajó por fin los músculos y se apoyó en su brazo dócilmente.
En trance, a penas podía distinguir los rasgos de Camron, pero extrañamente, se sentía segura.
Para los demás, era un demonio. Sin embargo, a sus ojos, era un ángel que la había salvado del infierno.
"¡Camron!", gritó afligida.
"Llegué tarde. Todo es culpa mía", Camron la abrazó con fuerza y se sintió sumamente apenado.
Layla no temía a la muerte, pero cuando oyó las palabras de Camron su corazón dio un vuelco y brotaron lágrimas de sus ojos.
"Si no hubieras venido, habría muerto en ese coche", dijo consternada.
Camron se sintió muy culpable al verla llorar. "No dejaré que esto vuelva a ocurrir", prometió sinceramente.
Desde que Tami trabajaba para Camron, era la primera vez que lo veía tratar a alguien con tanta dulzura.
Gracias a la oportuna llegada del señor Walsh, Layla sobrevivió al ataque.
"Camron, luché hasta la muerte. No me tocaron", le aseguró Layla. Tenía la vista nublada y sollozaba al hablar. "Querían dejarme una marca porque pretendían herir tu autoestima, pero prefería morir a dejarlos ganar", dijo.
Camron frunció el ceño al oír aquello. Se desató una tormenta en su corazón.
¡No podía creer que Layla estuviese dispuesta a sacrificar su vida por él!
Su padre le había dicho lo mismo una vez, y su abuelo también. ¡Estaba profundamente conmovido por su lealtad!
¡Lo que más le importaba a Layla era proteger su relación y su reputación!
Garrett era un viejo zorro que buscaba venganza por el menor agravio. Cuando Camron quiso recuperar a Layla en persona, el anciano decidió a humillarla.
En un principio, Camron no quería involucrar a la joven en el conflicto. Sin embargo, acabó metiéndola en un lío y causándole una grave lesión.
Layla se apoyó en su pecho y susurró: "No quiero volver a la mansión de la familia Walsh... tengo mucho miedo".
Apuñaló a Luca dentro de esa casa. Si volvía, ¿no caería en su trampa?
"Entonces no iremos ahí", la tranquilizó Camron como a una niña. "No tengas miedo. Te llevaré al hospital cuanto antes", respondió.
Al oír la palabra 'hospital', el cuerpo de Layla se puso rígido y exclamó con insistencia: "Yo... yo tampoco quiero ir al hospital. Es un sitio horrible. Mi abuela y mi madre fallecieron ahí, ¡no soporto ese lugar! ¡No iré!".
Su tío llevaba más de un año ingresado y Layla no tenía el valor para pisar el hospital.
¡Aún tenía muy presente la desesperación que sintió cuando perdió a sus seres queridos en esas circunstancias!
"De acuerdo, no iremos al hospital", Camron no esperaba una reacción tan contundente por su parte. "Descansa. Permaneceré siempre a tu lado".
Con esa promesa, Layla se relajó por fin y cerró los ojos.
"Señor Walsh, ¿a dónde vamos?", dijo Tami en voz baja.
Camron miró desolado a la dormida Layla y dijo con indiferencia: "Vayamos primero al hospital".
Pronto, el coche se detuvo frente al hospital más cercano. El médico realizó cinco puntos de sutura en la cabeza de Layla e hizo una serie de pruebas cerebrales. Por suerte, solo tenía una ligera contusión.
Como Layla se resistía tanto al hospital, Camron no permitiría que se quedara sola.
Así que la llevó a la villa de las afueras antes de que se despertara.
Layla estaba tan sorprendida que se agarró con fuerza a la mano de Camron. La muchacha se negaba a soltarlo, a pesar de que él la había acostado en la mullida cama.
Camron no se disgustó, en cambio, le acarició suavemente el cabello y se dio la vuelta para decirle a la sirvienta en voz baja: "Ve a la cocina a preparar algo ligero de comer. Cuando Layla se despierte, trae la comida".
"De acuerdo, señor".
Cuando los criados se marcharon, quedaron solos en la habitación. Camron la cubrió cuidadosamente con la manta y contempló su rostro con expresión contrariada.
La cabeza de Layla seguía envuelta en gasas y tenía un aspecto lamentable.
Tal vez no sabía lo difícil que sería estar con él en el futuro, así que permaneció a su lado sin dudarlo.
¿Y si quería dejarlo después de enterarse de la complicación de la situación en la que se encontraban?
Ahora que Camron se aferraba a sus delicadas y hermosas manos, se resistía a soltarlas.