Capítulo 2
704palabras
2024-03-28 14:50
Al día siguiente, la familia Walsh encargó a un chófer que acompañara a Layla a casa de Camron.
Se sentó nerviosa en el asiento trasero, con unas cuantas maletas a su alrededor, mientras escuchaba atentamente hablar al mayordomo de la familia.
"Los padres del señor Camron fallecieron cuando él tenía doce años. Posteriormente, perdió a su abuelo en un incendio que le causó las heridas en su rostro. Puede que lo encuentre caprichoso o sensible, pero comprenda que esto se debe a todas las dificultades por las que ha pasado".

"El señor Camron suele estar en su estudio. No deja entrar a la mayoría de la gente, así que puede dejar su comida en la puerta todos los días. También espero que pueda ser discreta con la historia del señor, para no atraer atención indeseada".
Layla asintió con el corazón lleno de inquietud.
"Está bien, comprendo"
Quinn le había revelado algo en secreto antes de abandonar el hogar de los Boyer:
Aunque Camron ya no tenía influencia ni poder, seguía siendo el cabeza de familia. Eso significaba que Layla tenía que encontrar la manera de quedarse embarazada lo antes posible una vez que se casara con él. Cuando naciera el heredero, ¡se apoderarían de la compañía Walsh!
Pero Layla no era tan ambiciosa. Nunca se había planteado hacer algo así.

El día que aceptó casarse con Camron Walsh, se resistió a abandonar la esperanza de tener una vida tranquila y feliz.
Sin embargo, el carácter de aquel hombre seguía inquietándola.
Claro que el sufrimiento de Camron era desgarrador, más que el suyo. Layla había perdido a su madre y crecido rodeada de personas que la odiaban, pero al menos no estaba desfigurada ni tenía cicatrices.
Camron había pasado por mucho, y eso significaba que podría estar más herido emocionalmente de lo que Layla pensaba.

Ahora, el tío político de Camron tenía todo el poder en la Compañía Walsh, sin intención de cedérselo a su sobrino. Incluso lo tenía vigilado como a un perro.
Así que, en muchos sentidos, ambos habían sido perseguidos por la desgracia. Pero, tal vez, si se tenían el uno al otro, podrían cambiar las cosas.
El miedo de Layla se fue disipando a medida que procesaba sus pensamientos. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
Tenía que trabajar duro a partir de ahora, para mejorar su vida y hacer que mereciera la pena vivirla.
El Maybach negro en el que viajaba pronto se detuvo frente a una mansión situada en la ladera de una colina. Cuando la puerta se abrió lentamente, Layla miró con curiosidad por la ventanilla del coche y vio la exótica flora de los jardines.
La decoración allí era cien veces mejor que la de la casa de los Boyer.
Layla y el mayordomo, el señor Sanford, salieron del vehículo. El lujoso entorno la hacía sentir nerviosa y le sudaban las palmas de las manos.
"Ya no necesitará su equipaje, señora. A partir de ahora, la ropa, las comidas y todo lo demás se le proporcionará como corresponde", se apresuró a decir el mayordomo.
El hombre no preguntó en absoluto la opinión de Layla al respecto, como si le importara un bledo si ella se opondría o no.
"La llevaré a conocer al señor Camron", continuó el señor Sanford.
En cuanto terminó de hablar, entró en la casa, haciendo que Layla se apresurara a seguirlo.
...
El dormitorio de Camron era la última habitación del tercer piso. El señor Sanford llevó a Layla hasta la puerta antes de dejarla allí sola.
La joven se tiró de las mangas, muy ansiosa.
Era la primera vez que iba a conocer a su marido. Como no quería causarle una mala impresión a Camron, se acomodó la ropa y se preparó mentalmente antes de llamar a la puerta.
"Hola, soy Layla Boyer, tu esposa. ¿Puedo pasar?"
Esperó largo rato por una respuesta, pero como no obtuvo ninguna, se atrevió a abrir la puerta.
Las cortinas estaban bien cerradas y no había luces encendidas, por lo que no podía ver nada con claridad.
Sintió un nudo en el estómago.
Temerosa de que Camron no la hubiera oído desde fuera, repitió: "Hola, me llamo Layla Boyer. Tú y yo acabamos de casarnos".