Capítulo 18
1298palabras
2024-01-22 10:59
"¡Rodrigo, espera!", gritó su padre al verlo salir corriendo de la casa en la playa, y enseguida lo siguió.
"¿Adónde vas? Todos los invitados están aquí", preguntó el padre, jadeando y confundido tras alcanzarlo.
"Al parecer, Raelynn está en peligro".

"Ya nos encargamos de eso. Una limusina negra que iba adelante de nosotros fue atacada y secuestraron a otra novia".
"¿Estás seguro de que Raelynn está bien? Lorenzo me llamó un par de veces".
"Solo te llamaba para saber si debía interferir en el atraque o no, pues los sujetos parecían estar armados. Pero ya casi están aquí, no tienes de qué preocuparte".
"Bueno, está bien. Voy a esperarlos aquí, pero Raelynn no está respondiendo a mis llamadas".
"Te digo que ella está bien, y además, se supone que no debes ver a la novia antes de la boda".
"¡Oh, vamos, papá!".

"Es que trae mala suerte, hijo mío. Si te preocupa que la historia se repita y que maten a Raelynn, sería mejor que tuvieras algo de fe en Dios y que siguieras algunas costumbres y tradiciones".
Después de la conversación con su padre, Rodrigo fue al segundo piso y llamó a Lorenzo, e inmediatamente le pidió que le pasara el teléfono a Raelynn.
"¿Por qué no llevas tu celular contigo?", le preguntó él a la chica.
"Mamá me lo quitó cuando me vio enviándole un mensaje a Da... bueno, ya sabes a quién", respondió ella, con un tono de voz tembloroso y enojado.

"Bueno, dile que no te trate como si fueras una niña. Espero que la próxima vez que te llame me respondas".
"Acabo de ponerte en altavoz para que mamá escuchara el mensaje y ya me devolvió mi celular ¡Muchas gracias, adiós!".
Rodrigo arrojó su teléfono en el sofá y suspiró exasperado por lo rápida y sorpresivamente que Raelynn le había cortado. Luego, tomó las llaves de la casa y se quedó mirando la foto de su madre que tenía en el llavero.
Apenas Raelynn llegó al recinto, la hicieron tomarse algunas fotos en la playa para los retratos de boda. Ella le lanzó una mirada al edificio de cristal y a la casa de playa a un costado, sobre el acantilado, y también pudo ver una atractiva ensenada cerca de la salida norte.
El lado norte del acantilado descendía abruptamente, y abajo no había ningún guardia de seguridad, ya que la mayoría de ellos estaban apostados en la entrada principal y trasera para mantener alejada a la prensa hasta que terminara la ceremonia.
Una vez que Raelynn entró al edificio, se asomó por el acantilado para buscar el carrito de golf junto a la ensenada del que Damien le había hablado, pero lo único que pudo ver fue a las ruidosas gaviotas.
Entonces, llamó a Damien y tuvo una discusión acalorada, pero en voz baja sobre lo estúpidos que eran los secuestradores a los que había contratado. Por lo mismo, su confianza en esta tonta idea iba decreciendo y se arrepintió de no haber huido la noche anterior.
"¿Van a llegar después de la boda? ¿Dónde están ahora?".
"Están enviando refuerzos porque, gracias a tus guardaespaldas, algunos de ellos ya no sirven para nada, y el resto de ellos escapó con la novia equivocada".
"Qué c*gada. ¡M*lditos i*béciles! ¿Acaso no recibiste la foto de la matrícula que te mandó Lyla?".
"Sí, la recibí, pero no puedes esperar mucho de ellos por la cantidad de dinero que pagaste".
"Pagué mucho, pero ahora quiero un reembolso".
"Tranquilízate, es solo que se retrasaron un poco por todo el tráfico y los accidentes".
"La ceremonia ya comenzó. ¿Dónde andabas perdida? ¡Vamos!", dijo de pronto una tía de Raelynn que apareció de la nada a interrumpir la conversación. Luego agarró a la novia de la mano y se la llevó a toda prisa.
El lugar era enorme y estaba lleno de grandes salones de baile que tenían magníficos candelabros y cuadros pintados en los techos. En el bar, había ron de colores exóticos y vasos de mojito alineados perfectamente. El almuerzo ya estaba preparado con aperitivos servidos por mayordomos y cursos de 7 platos acompañados de catas de vino. Al ver toda esta preparación, a Raelynn se le revolvió estómago solo con pensar en la enorme cantidad de dinero que habían gastado en los preparativos y lo enojados que todos iban a estar.
Su tía la llevó a toda prisa a la entrada lateral donde la estaba esperando su padre, el cual tenía una expresión de preocupación en el rostro, pues no sabía qué estaba pasando por la mente de su hija.
Raelynn se asomó afuera para ver el número de invitados y notó que el pasillo que daba al altar estaba decorado con conchas marinas y madera de deriva. Al final del pasillo, un magnífico arco de bambú decorado con un extremadamente pesado manto de flores de diferentes y hermosos colores hacía un perfecto contraste con los tonos azules y brillantes del océano.
La mente de la novia estaba entrando en pánico a medida que la hora de caminar hacia Rodrigo se acercaba y no había señales de caos o confusión fuera del edificio. Perdida en sus pensamientos, sus ojos se fijaron en el color rosa violeta de los vestidos de las damas de honor, quienes caminaban junto a los hombres del séquito del novio hasta llegar a su familia y sentarse junto a ellos.
Los violines que sonaban de fondo la hacían temblar, así que rodeó el brazo de su padre mientras agachaba la mirada y miraba el ramo de rosas que sujetaba con manos temblorosas.
"¿Podrían ponerse de pie, por favor?", Raelynn escuchó decir al oficiante, y cuando todos los invitados se pararon y la miraron, ella entró en pánico.
Caminaba hacia el altar con pasitos cortos, con la mente en una especie de trance, aunque no podía dejar de mirar a Rodrigo. Alfredo an Easton, que estaban junto al novio, sonrieron ampliamente al notar el rostro encandilado de la novia, y quisieron decirle algo al respecto.
Sin embargo, Rodrigo quedó completamente anonadado apenas la miró a los ojos, y no estaba en condiciones de escuchar a nadie. Esta era la primera vez que la veía vestir algo que no le lastimara los ojos, y también esta era la primera vez que ella lo veía mirarla de esa manera, así que la chica le dedicó una sonrisa tímida cuando notó que él no dejaba de mirarla.
No obstante, la magia se acabó cuando el oficiante pidió a todos que se sentaran antes de comenzar con la oración. Entonces, Raelynn miró a su padre que estaba a su lado, y este la observaba lleno de amor mientras escuchaba al oficiante pedir la bendición de Dios. A su derecha, se encontraba su mamá, llorando lágrimas de felicidad.
"Entonces Rodrigo, de pie hoy frente al altar, ¿aceptas a Raelynn como tu legítima esposa?... ¿Para vivir juntos en el sagrado pacto del matrimonio, para amarla, consolarla, honrarla y guardarla, tanto en la salud como en la enfermedad, y abandonando a todos los demás, para serle fiel solo a ella mientras ambos vivan? Si es así, por favor, responde con un "sí, acepto".
Rodrigo, sin parpadear una sola vez, dijo, "Sí, acepto". Para él, esas palabras no eran más que una mera formalidad.
Pero, al escuchar al oficiante decir su nombre y repetir las mismas palabras, Raelynn comenzó prácticamente a llorar, y su padre le dio un codazo al ver que no respondía la pregunta del oficiante.
"Sí, Ah... ah... No me siento muy bien", dijo Raelynn, fingiendo desmayarse y dejándose caer sobre los brazos de su padre. De pronto, decidió afirmarse el estómago y gritar de dolor mientras se retorcía, y cualquiera que hubiese estado mirando su rostro sudoroso y lleno de terror podría asegurar que todo era cierto.