Capítulo 14
1521palabras
2024-01-22 09:52
"¿Te acuerdas de Raelynn? La conociste hace muchos años.", le preguntó su padre a Rodrigo cuando terminaron de posar para la turbulenta sesión de fotos con la marabunta de familiares.
"Pues no lo sabía hasta que ella me lo dijo.", le respondió Rodrigo, para luego murmurarle a ella al oído. "Otra vez con esta cantinela de los c*jones. ¿Qué tendrías entonces, siete años? ¡Bah...!"
"¡Hala! ¡¡Una limusina!!", chilló de emoción una de las primas cuando el elegante y alargado vehículo de color blanco aparcó justo delante, iluminando su rostro con los faros delanteros.
Raelynn y los demás se asomaron para apreciar la lujosa carrocería, el lujoso habitáculo de cuero de dentro, y las tecnologías de acople de última generación.
"¡Mirad, por allí viene otra...! Yo me pido la negra, ¿eh?", expresó Rose, la prima favorita de Raelynn, según abría para la puerta para admirarla por dentro.
"¡Y una tercera se acerca...! Creo que cabremos bien en las tres, ¿no? Tú te vienes con nosotros, ¿verdad?", le preguntó a Rodrigo la madre de Raelynn mientras una limusina plateada perla se detenía detrás de los dos primeros vehículos.
"No, que he venido aquí en coche. Os veré a todos en casa.", le respondió, para luego dirigirle una fugaz mirada de reojo a Raelynn. Rose saltó de la limusina de un brinco, corriendo en dirección al prometido.
"Jiju, ¿qué coche conduces? ¿Puedo verlo?", le nombró de nuevo como 'cuñado'.
"Está aparcado ahí mismo.", le indicó Rodrigo, apuntando con su llavero hacia un Bugatti negro de pintura tuneada con rayas naranjas.
"¡Guau...! ¡¡Vaya mostrenco!! Me flipa el alerón trasero...", exclamó una tercera. "¿Puedo ir contigo?"
"¿Y yo? ¡Yo también quiero!", berreó Rose felizmente, brincando con alegría hacia el automóvil.
"Donde caben tres...", se sumó también otra prima.
"¡Chicas, parad el carro...! Nunca mejor dicho, la verdad. Es un cupé con hueco para dos pasajeros. ¿Cómo vais a embutiros ahí tanta gente? El chico ha venido aquí para llevarse a Raelynn, y a nadie más.", intervino su padre, provocando en las primas un hondo gemido de decepción, a lo cual sucedió un improvisado pasillo para dejar pasar a la protagonista.
Raelynn ya se veía venir una nueva y desagradable discusión con Rodrigo durante el trayecto, o incluso podría llegar a exhortarla a que saliera del coche a mitad de camino, como la última vez.
"Mm... Hasta mi cuñado tiene un Bugatti Chiron...", comentó Raelynn, observando los ojos del marido de Ariana. "No es ninguna novedad para mí, la verdad. Sin embargo, nunca he estado en una limusina, así que ya que Rose ha sido la primera en interesarse por el coche, ¿por qué no va ella con Rodrigo? Si a él le parece bien, claro."
"¿Qué estás haciendo?", le fulminó su madre con la mirada.
Rose era la más habladora de su familia, cualidad con la que Raelynn contaba para sacar de sus casillas a Rodrigo lo máximo posible. Si tanto le recriminaba a ella por su ambigua cualidad de hablar por los codos, lo llevaba claro con aquella primita suya.
"¡Hurra!", canturreó Rose, al tiempo que seguía a Rodrigo y este le abría la puerta para que ella subiera. "¿Este el coche más caro que tienes?"
"No, pero es el más rápido. Alcanza una velocidad punta de 420 kilómetros por hora, y tiene 1578 caballos de fuerza."
Raelynn los ignoró por completo, tomando asiento en la limusina blanca. Miró por la ventana para ver si Rodrigo le abrochaba el cinturón de seguridad a Rose como lo hizo con ella las dos veces que la llevó a su Maserati. Luego, cuando cerró la puerta y caminó hacia el lado del conductor mientras Rose se abrochaba el cinturón, una sonrisa de satisfacción brotó en su rostro.
"¿Podemos ver el sitio en el que se celebrará la boda mañana? ¡Estoy super emocionada...!", inquirió la prima más joven, Valeria.
Pero entonces la madre de Raelynn intervino: "Tenemos mucho trabajo que hacer, y solo nos queda un día de tiempo. Mejor desechar cualquier actividad secundaria o que pueda esperar para hacerse más adelante."
"Sí, que me voy a bañar en henna hasta los codos, así que no estaré en condiciones de ir a ningún lado.", le explicó Raelynn, sacando su teléfono móvil. "Mirad, aquí tengo algunas fotos que el organizador del evento me envió la semana pasada. Ah, y también sale el vestido de novia."
"¡Guau..!"
"Brutal..."
Todos, incluida su madre y sus tías, se reunieron alrededor de la pequeña Valeria, que estaba hojeando con el dedos las imágenes.
"¡Vaya...! Veo que alguien ha hecho capturitas de sus fotitos con jiju...", mencionó Valeria con voz traviesa, para luego apartar juguetonamente el móvil fuera del alcance de una Raelynn desesperada por recuperarlo.
"Te lo he dado para que veas el vestido y el sitio, no para que me veas la galería entera.", fingió fruncirles el ceño a todas, sin dejar de intentar recuperar el teléfono.
"¡Está tan bueno...!", le susurró Mónica, su prima mayor. "¿Habéis pasado a mayores ya, aparte de besaros?"
"Y que lo digas, porque tenemos unas broncas que ya quisieran las mayoría de matrimonios en sus bodas de oro.", se hizo la tonta Raelynn, en un intento por ocultar el súbito y traicionero rubor que le había trepado por las mejillas.
Llegaron al lado oeste de la casa de Rodrigo, lugar en el que se asentarían por ahora.
"Rose no está aquí todavía... Pensaba que jiju nos iba a sacar unos minutos de ventaja como mínimo, con ese cochazo ultrarrápido suyo.", le dijo Valeria a Raelynn, quien arrugó el entrecejo.
'¿Qué demonios están haciendo...?', se preguntó, caminando pensativamente por el aparcamiento mientras todos los demás bajaban de las limusinas para contemplar la mansión grandiosamente iluminada. Rose tenía veintidós años y era atractiva, pero no lo era tanto como Amelia, así que Raelynn ni siquiera sopesó la posibilidad de que Rodrigo fuera a atreverse a seducirla, pero...
Variando un poco su discurrir, recordó que Álvaro iba a ir a Salt Lake City para una reunión y regresaría antes del amanecer del día de la boda. Deseaba que tardara bastante más que eso, hasta que su plan de secuestro saliera lo más a pedir de boca posible.
"Half Moon Bay está a unos treinta o cuarenta minutos al sur de aquí. Rodrigo tiene una playa privada allí, y yo tengo una casa en la playa. Te encantará.", le informó a su padre acerca del lugar de la boda.
Cansada de esperar y especular sobre el paradero de Rodrigo y Rose, se fue a darse una ducha.
"...y dijo que, a diferencia de Raelynn, yo no era una cobarde que se olvidaba de respirar cuando la llevó de copiloto a una velocidad mucho menor...", oyó parlotear con emoción a Rose de refilón desde la habitación de al lado, según salía de la ducha.
"¿Qué ha dicho qué?", irrumpió con potentes zancadas en la habitación, pero todos hicieron casi omiso de su llegada, pidiéndole a Rose que continuara con su narración.
"Me ha comprado cinco bolas de helado, y la gente de la gasolinera se quedaron mirando el coche como pasmarotes, así, empanados.", gesticuló ella, y Raelynn ardió de celos.
'¡¿Cinco bolas de helado?! Pero si a mí no me compró ni un paquete de chicles, pese a estar muriendo de hambre... Es más, tiró a la basura mi almuerzo. Aparte, ¿no que su Bugatti cuesta más de tres millones de dólares? Entonces, ¿por qué armó tanto jaleo por un trayecto de ciento setenta mil?', se quejó ella en silencio.
Con las fosas nasales dilatadas, le preguntó a Rose: "¿Te comiste el helado dentro del coche.?"
"Sí..., y me enseñó la ciudad mientras me lo terminaba."
Estuvo tentada de salir de la habitación y correr en su busca por todo el edificio para confrontarle al respecto, estuviera donde estuviera. Sin embargo, aquello era un enorme compendio de mansiones interconectadas, así que para cuando diera con él, lo más probable era que ya se le hubiera pasado el cabreo, incluso.
"¡Es tan perfecto que no parece real...! Tiene dos perros rescatados, un Alaskan Malamute y un Akita, y dijo que me iba a dejar jugar con ellos."
Al oír eso, Raelynn perdió los estribos. "¿Eso es todo con lo que te dijo que podrías jugar?", soltó, ignorando las risotadas posteriores y críticas jocosas a su actitud celosa mientras cruzaba el umbral de la puerta hacia fuera.
'¿Dónde leches está su habitación...?', echaba humo mientras deambulada por los pasillos como un perro rabioso, cuando de repente le vibró el teléfono. '¡Ay, idiota de mí... Hay cosas más importantes que esta tontería.', se reprendió a sí misma, para a continuación atender a la llamada de Damien, gracias a la cual se relajó, contándole todo acerca del trayecto en limusina y demás.
Quería entregarle sus maletas con ciertas cosas imprescindibles para vivir un poco de tapadillo después de fugarse del estado, así que por lo pronto tenía en mente disponer dichos bultos para cuando llegara la noche siguiente.
"Buscaré un punto estratégico que no esté plagado de cámaras ni personal de seguridad, porque parece que cada dichoso rincón de este recinto está celosamente vigilado.", le dijo.