Capítulo 72
1334palabras
2024-01-09 03:16
—Lamento mucho su pérdida —emitió con pesar, mirándolo a los dos—. Estuve en el funeral... Pero tuve que regresar rápido a casa.
Elliot asintió tímidamente, tratando de aliviar la tensión.
—Descuida, entiendo. Y Gracias.
Nora asintió, de repente se había cernido un silencio entre ellos que ninguno parecía tener intenciones de romper. Miró a Jeremiah de reojo, lucía cansado y desgastado. Su mirada perdida y su rostro demacrado reflejaban el peso del dolor. Una barba incipiente adornaba su apariencia descuidada, otorgándole un aire de descuido y desaliento.
Jeremiah ya no irradiaba la alegría y vitalidad que solían acompañarlo. Su semblante triste y apagado revelaba el peso de su pasado y las cicatrices emocionales que todavía no lograban sanar.
Elliot se dio cuenta de la tensión que había entre ellos, y le pareció conveniente dejarlos a solas. Debían tener una conversación pendiente.
—Oh, he olvidado que debía hacer algo... En la cocina. ¿Podemos vernos esta noche? —inquirió.
Jeremiah frunció el ceño, confundido.
—Claro, no hay problema. Pero creía que lo que estabas por decirme era importante...
—Descuida. Te contaré más tarde. Nos vemos, Nora —se alejó de ellos caminado hacia las escaleras.
—Adiós —murmuró Nora para si misma, Elliot ya se había marchado sin darle tiempo de despedirse.
Un suspiro escapó de ella, al darse cuenta que estaba a solas con Jeremiah. Mordió su labio inferior, sin saber qué hacer o decir. Desde la última vez que Jeremiah la había llevado a casa, él no se había comunicado con ella de ninguna forma. A pesar de su deseo de hablar con él sobre lo ocurrido en la clínica de fertilidad, Nora se sentía insegura para hacerlo en las condiciones en las que él se encontraba. Sin embargo, había recibido la noticia de Jong, quien le había contado todo lo sucedido.
La revelación de que Sussan no era la madre biológica de Jeremiah, sino Marlene, la había dejado impactada. Esto significaba que Jeremiah y Elliot eran medio hermanos por parte de Marlene. Nora no podía evitar sentirse mal por Jeremiah y solo podía imaginar lo difícil que debía ser para él enfrentarse a una situación tan complicada en medio de su duelo por la muerte de su madre.
Aclaró su garganta antes de hablar.
—Jong me comentó al respecto, lamento mucho por todo lo que has tenido que pasar... Y siento por no haber estado contigo —le dedicó una mirada de disculpa, pero al no recibir respuesta de su parte, se acercó a él—. ¿Cómo has estado?
Jeremiah tomó una bocanada de aire, antes de responder. De pronto, un nudo se había instalado en su garganta impidiéndole dejar salir las palabras.
—Es... es difícil de explicar lo que siento en este momento. Todo parece confuso, son tantos sentimientos al mismo tiempo. Pero estaré bien —aparentó estar calmado pero su interior era un revoltijo de emociones—. Supongo que es parte del proceso, ¿no?
La miró despreocupado, no quería que sintieran lástima por él. Sin embargo, se estaba conteniendo para no derrumbarse, fingiendo ser fuerte.
—¿Has estado comiendo bien? —quiso saber Nora.
—He perdido un poco el apetito —se limitó a decir, Nora asintió.
—Vamos a casa, te preparé la mejor comida que has probado jamás —trató de animarlo, pero sus intentos fueron en vano.
—No puedo perder tiempo. Tengo trabajo por hacer —se excusó haciendo que Nora soltara un bufido.
—El trabajo puede esperar, Jeremiah. Podrías enfermar si te saltas las comidas —su voz denotó lo preocupada que estaba—. Además, necesito hablar contigo de un asunto importante.
Nora no tenía idea de cómo Jeremiah reaccionaría al enterarse de toda la verdad. No podía evitar sentirse culpable por haberle ocultado algo tan importante y por todo el dolor que esto podría causar en su relación. Pero sabía que no podía posponerlo más, era el momento de enfrentar las consecuencias de lo ocurrido y esperaba que Jeremiah pudiera entender sus motivos.
Jeremiah asintió, sus ojos fijos en Nora.
—Sí, tienes razón, Nora. Hay muchas cosas que necesitamos aclarar —concordó y Nora asintió aún luchando con sus emociones encontradas.
Estaba decidido a confrontar lo que había evitado durante esa semana. Sabía que debía hablar con Nora sobre lo sucedido en la clínica de fertilidad, donde su esperma había sido utilizado para concebir a una hija de la que él no tenía conocimiento. Era consciente de que la situación se había vuelto aún más complicada y no podía seguir evitándola.
Sin decir una palabra más, los dos se dirigieron a la casa de Jeremiah un lugar más tranquilo, alejados del bullicio del hotel. Mientras se dirigían al estacionamiento, Nora había olvidado su móvil y regresó a buscarlo, pero Jeremiah decidió esperarla en la auto.
Por otro lado, Sussan aguardaba impaciente en su coche, acechando a la mujer que había causado parte de su ruina. Al reparar en ella, decidió llevar a cabo su venganza. Nora caminaba ajena al peligro inminente, el ruido ensordecedor de un motor acelerado hacía eco en el estacionamiento, pero ella no lo notaba. Sussan, con ojos llenos de odio, dirigía su vehículo directamente hacia su víctima, sin titubear ni un segundo.
Sin embargo, justo en el preciso instante en que el destino parecía sellar el trágico destino de Nora, Jeremiah levantó la mirada y, con el corazón en un puño, comprendió que debía actuar con rapidez para salvar a la mujer que amaba.
—¡Nora! ¡Cuidado! —su grito desesperado desgarró el aire, resonando en el vacío del asfalto mientras su cuerpo se lanzaba en un acto de valentía hacia Nora.
El tiempo pareció ralentizarse mientras Jeremiah se abalanzaba sobre ella, su figura corpulenta contrastando con la fragilidad de ella. El estruendo del choque retumbó en sus oídos, pero Jeremiah no desvió la mirada ni un segundo, dispuesto a protegerla con su propia vida.
El impacto se hizo inevitable. El cuerpo de Nora fue empujado violentamente contra el de Jeremiah, quienes cayeron al suelo con estrépito. El crujir de los huesos de Jeremiah resonó en el aire, su cabeza se golpeó fuertemente contra el concreto astillado, dejándolo inconsciente en un instante.
El silencio envolvió el escenario, solo interrumpido por el chirriar de las llantas del auto de Sussan que se alejaba triunfante. Mientras tanto, el cuerpo de Jeremiah yacía inerte en el suelo, su rostro pálido y ensangrentado como reflejo de su sacrificio por proteger a Nora.
El destino había dictado su sentencia en aquel fatídico momento.
—¡Jeremiah! ¡Jeremiah! —exclamó con dolor—. ¡Despierta, por favor!
Nora, con lágrimas desbordando sus ojos, se arrodilló junto al herido Jeremiah, incapaz de pronunciar palabra. La tragedia se manifestaba en cada fibra de su ser, relegándola a un abismo de dolor y desesperanza. Ante sus ojos yacía el hombre de su vida, inconsciente y quizás luchando por sobrevivir.
Inmediatamente, aparecieron los empleados y algunos huéspedes del hotel que habían escuchado el alboroto. Mientras los empleados llamaban a los servicios de emergencia, otros comenzaron a controlar la situación y a alejar a los curiosos para dar espacio al personal médico. Al poco tiempo, una ambulancia llegó al lugar junto con el equipo de paramédicos.
Sin perder tiempo, los paramédicos se acercaron rápidamente a Nora y a Jeremiah. Evaluaron la condición de ambos y determinaron que Jeremiah necesitaba ser trasladado de inmediato al hospital debido a la gravedad de su estado. Con cuidado colocaron a Jeremiah en una camilla y lo llevaron a la ambulancia.
Mientras tanto, otro equipo de paramédicos comenzó a estabilizar a Nora. La revisaron minuciosamente y determinaron que tenía una herida en la cabeza que requería atención médica. Sin embargo, estaba consciente y respondía a estímulos, lo cual era un alivio para todos los presentes.
Una vez que Jeremiah fue trasladado al hospital, Nora fue escoltada por los empleados del hotel hasta una ambulancia diferente, la cual la llevaría a recibir atención médica. Mientras se dirigían al hospital, Nora se sentía aturdida.
—Señorita, ¿Se encuentra bien? —escuchó preguntar a alguien pero su cabeza parecía no procesar lo que sucedía a su alrededor.
De pronto, todo se volvió negro, perdiendo el conocimiento.