Capítulo 59
1602palabras
2024-01-09 02:49
—Por supuesto que es posible. Los medios de comunicación están obligados a proteger tanto la imagen como la identidad de los menores —le aseguró.
—Es un alivio saberlo —murmuró Nora.
Él asintió, y aunque sintió intriga por preguntar prefirió no hacerlo.

—Bueno, nos vemos luego —dijo Jong al abrirse las puertas del elevador.
Salió del ascensor y entró en la sala de reuniones, mientras Nora se dirigía hacia la oficina del director. Al abrir la puerta, encontró la habitación vacía. Sin embargo, Jeremiah, que estaba escondido detrás de la puerta, la asustó al colocar sus manos en sus caderas, presionando su pecho contra su espalda. Sorprendida, dio un salto de sobresalto.
—Hola —susurró en su oído, girándola para que lo mirara.
—¿Q-qué haces? —titubeó colando las manos en su pecho para apartarlo.
No obstante, Jeremiah se acercó más, con su rostro a centímetros del suyo, y se inclinó como si fuera a besarla. Pero Nora se separó, nerviosa.
—N-no, podrían vernos —dijo, mirando hacia la ventana de la oficina.

—No es nada nuevo para los demás. Parece que alguien del hotel se adelantó a los reporteros —comentó, refiriéndose a la foto que circulaba entre los empleados.
—¿Tú también lo has visto? —él asintió—. ¿Y no vas a hacer nada al respecto? Esto podría perjudicar tu imagen y la del hotel también...
—No te preocupes. Jong se está encargando de ello, y confío en mi abogado —la tranquilizó—. Quien haya osado tomar nuestra foto se enfrentará a las consecuencias.
Esto intrigó a Nora y le preocupó el trabajo de Sam. A pesar de sentirse enojada y traicionada por ella, Nora no pensaba que fuera necesario llegar a tales extremos, pero Jeremiah parecía estar en desacuerdo.

Si alguien cometía un error y se descubría que era intencional, esa persona, sin importar cuánto tiempo hubiese trabajado en el hotel, sería despedida.
—Qué quieres decir con enfrentar las consecuencias? ¿Vas a despedirla? —preguntó, mirándolo.
Al escuchar lo último, Jeremiah frunció el ceño, dándose cuenta de que Nora estaba al tanto de la persona que había expuesto su relación.
—¿Sabes quién fue? —preguntó, y su silencio fue la respuesta—. Dime quién se atrevió a exponernos así.
Su rostro mostraba ira.
—Sé quién fue. Pero primero, prométeme que no la despedirás, por favor, Jeremiah —suplicó Nora, decidida a salvar a Sam aunque no lo mereciera.
Jeremiah notó que Nora parecía preocupada por ayudar a la persona imprudente que había hecho pública su relación. Y aunque esto no le molestaba en absoluto, no quería que Nora se sintiera incómoda ante sus compañeros ahora que la verdad estaba expuesta.
Soltó un suspiro.
Era evidente que ella era compasiva y no deseaba ver a nadie sufrir aunque le hubieran hecho daño. Así que, a pesar de estar enojado, sabía que despedir a alguien no resolvería el problema.
—Muy bien, Nora, te lo prometo. No la despediré —dijo Jeremiah, buscando tranquilizar a su amante—. Pero necesito que me digas quién fue. Necesitamos enfrentar esta situación de frente y tomar las medidas adecuadas.
Nora dudó un momento, consciente de que esta información podría perjudicar el empleo de Sam. Sin embargo, sabía que era lo correcto. Finalmente, tomó una respiración profunda y decidió ser honesta con Jeremiah.
—Fue Sam quien tomó la foto y la compartió con los demás. Estuvo en el mismo restaurante y nos vio —admitió Nora, mirando a Jeremiah a los ojos—. Ella no es una mala persona, quizás no pensó antes de actuar, pero estoy segura de que no volverá a cometer el mismo error.
Jeremiah asintió, procesando la información. Aunque se sentía traicionado por Sam, una de las empleadas eficientes del hotel, también podía ver que ella actuó con imprudencia e impulso.
—Sea cuales sean sus razones, lo que hizo estuvo mal y nada justifica sus actos —dijo Jeremiah con firmeza—. Ella debe enfrentar las consecuencias y aprender de este error. No puedo permitir que una situación como esta se repita en el hotel.
Nora asintió, sabiendo que Jeremiah tenía razón. Era importante para él mantener un ambiente laboral profesional y además, proteger la reputación del hotel.
—Lo entiendo. Pero no seas muy duro con ella ¿sí? —pidió la castaña.
—No lo haré, Nora. Trataré de ser condescendiente —afirmó Jeremiah, seguro de poder resolver la situación sin dañar a nadie más de lo necesario.
Los días parecían transcurrir rápidamente para Nora mientras recordaba. Había pasado una semana desde que se había encargado del departamento de cocina mientras Elliot no estaba. No había sido fácil para ella dirigir a todo el personal del hotel por sí sola, quienes la veían como inferior debido a su poco tiempo trabajando allí. Era inevitable sentirse sola durante el almuerzo, cuando todos se sentaban juntos y la evitaban.
Lo que realmente le dolía a Nora eran los comentarios hirientes que tenía que escuchar de sus compañeros de trabajo, especialmente de Sam. La pelirroja no dejaba de mencionar frente a los demás lo oportunista que era Nora por ocupar un puesto más alto que ellos a pesar de ser nueva en el hotel.
Aunque Nora había defendido a Sam para que el director no la despidiera por lo que había hecho, ella no mostraba ningún agradecimiento y hacía que la labor de Nora fuera cada día más difícil. No disfrutaba viendo cómo los demás habían formado una opinión falsa sobre ella sin darle la oportunidad de explicarse.
Resignada, Nora decidió no mostrarse vulnerable frente a sus compañeros y no permitir que el trato injusto la afectara tanto como para renunciar a su puesto temporal.
No le importaba lo que los demás pensaran de ella, al final todos tenían ideas equivocadas sobre los demás. Pero sentía que la trataban con dureza y la juzgaban sin tener todos los hechos. Era cierto que estaba saliendo con Jeremiah, pero no tenía otras intenciones ocultas. Sus sentimientos hacia él eran verdaderos.
Después de terminar su turno en la cocina esa mañana, Nora decidió tomar un descanso para comer algo. Estaba hambrienta después de preparar tantos platillos diferentes para los huéspedes del hotel. Se dirigió hacia la cafetería, tomó una bandeja y se sirvió una generosa porción de puré, ensalada y bistec. Se sentó en una de las mesas al final del lugar, nuevamente sola.
Se concentró en la comida, sin prestar atención a las miradas y murmuraciones de los demás. Ya había tenido suficiente escuchando lo que decían sobre ella. Esta vez no les prestó atención.
Sin embargo, Sam parecía no rendirse nunca. Se acercó a Nora con la intención de herirla con sus palabras. Minutos antes, el director la había llamado a su oficina para hablar de un asunto. Jeremiah le había dicho que estaba al tanto de lo que había hecho, que sabía que había sido ella quien publicó la foto de él y Nora, y que había esparcido la noticia de su relación. Sam se puso nerviosa y avergonzada al principio. No creía que el director del hotel se enteraría.
Lo que Sam no sabía era que Nora había pedido al director que no la despidiera. Y esto enfadó mucho a Sam, al enterarse que conservaba su empleo gracias a Nora.
—¿Crees que tienes el derecho de opinar quien debe quedarse o no en el hotel? —espetó Sam, haciendo que Nora levantara la cabeza y la mirara.
Nora frunció el ceño, sin entender a qué se refería Sam.
—¿Disculpa? —preguntó, pero inmediatamente entendió a qué se refería—. Ah, con respecto a eso, no quería que perdieras tu empleo por lo que sucedió. Por eso hablé con Jeremiah...
Una risa seca escapó de la garganta de Sam. No podía pasar por alto que Nora había llamado al director del hotel por su nombre. Era obvio que se creía tener la confianza para tutearlo, después de todo, estaban saliendo. Al menos eso pensaba Sam.
—No tienes que abogar por los demás, nunca te pedí que lo hicieras. Puedo y sé defenderme sola, así que no intentes ser condescendiente conmigo solo para ganar puntos con el director. ¿Quieres aparentar ser la mejor delante de todos, no es así? —escupió Sam tajantemente.
—¿Ganar puntos a favor? —repitió Nora mientras se levantaba de la mesa—. No lo hice para demostrarle a Jeremiah que soy mejor que los demás, Sam. Pero, ¿debería haber dejado que te despidieran por el error que cometiste? No podría...
Sam bufó, claramente harta de aquella actitud de Nora.
—Oh, claro, olvidé lo benevolente que eres —dijo en tono sarcástico—. Desde que llegaste tuve mis dudas. Parecías estar tan enfocada y decidida en cumplir solo con el trabajo. Pero veo que caíste muy bajo al involucrarte con el director. Dime, ¿cuánto te paga por acostarte con él...?
La oración quedó suspendida en el aire cuando, de manera inesperada, Nora abofeteó con fuerza la mejilla de Sam, quien nunca se imaginó recibir tal golpe.
—No te permitiré que me faltes el respeto. Ni siquiera te he dado razones para hacerlo —masculló Nora, de forma alterada.
El resto de personas que presenciaron la escena comenzaron a murmurar, algunos a favor y otros en contra.
—¡¿Quién te crees para golpearme?! —protestó Sam histérica—. ¿Te han dolido mis palabras? Porque he dicho la verdad. ¡No eres más que una cualquiera!
Gritó mientras se acercaba a Nora de manera amenazante y lanzaba la malteada que tenía en sus manos directamente a su rostro. Los demás empleados se sorprendieron. Nora se quedó pasmada, sintiendo el frío líquido deslizarse por su uniforme. Tenía el rostro cubierto de malteada y apenas tuvo tiempo de reaccionar.
De repente, un grito los hizo voltear sobresaltadas. Era el director del hotel, quien había presenciado todo.
—¡¿Qué demonios sucede aquí?!