Capítulo 32
1225palabras
2024-01-09 00:59
Jeremiah detalló con precisión a Jong lo que había sucedido, sin embargo, su amigo parecía incrédulo ante lo que escuchaba. Después de meditar sobre la decisión del director, Jong no pudo evitar preguntar por qué había permitido que Dylan se encargara del evento.
—¿Por qué aceptaste que se hiciera cargo? —preguntó Jong, ladeando la cabeza mientras estaba sentado en el escritorio.
—No tenía otra opción, mi primo es muy astuto. No confío en él, así que es mejor vigilarlo de cerca —respondió Jeremiah con voz firme —. Y debo admitir que su propuesta me ha parecido interesante.
—¿Crees que su idea dará buenos resultados? —insistió Jong mientras se levantaba y caminaba por la oficina, tratando de descifrar las intenciones de Dylan.
Se sentó nuevamente en el escritorio.
—No estoy seguro, pero es su oportunidad y debe aprovecharla. Sería un completo tonto si arruina este importante evento solo para hacerme quedar mal —dijo Jeremiah con una pizca de frustración mientras empujaba suavemente a Jong para que bajara del escritorio.
Odiaba que alguien hiciera eso.
Jong suspiró profundamente y frunció el ceño mientras seguía caminando por la oficina.
—Aún sigo sin confiar en él.
—Al fin estamos de acuerdo en algo —respondió Jeremiah con una pequeña sonrisa irónica—. En fin, me iré a casa.
Jeremiah se despidió de Jong y salió de la oficina, encontrándose con Elliot, quien le informó que había terminado su trabajo por ese día. Elliot, el talentoso chef del hotel, había aceptado darle clases de cocina a Nora sin dudarlo, cumpliendo así el favor que su jefe Jeremiah le había pedido. Sentía una mezcla de ansiedad y emoción por pasar tiempo con la mujer que había capturado su atención. Pero que últimamente se había mostrado evasiva con él.
—En primer lugar, me cambiaré de ropa. Le indiqué a Nora que podía irse antes para que tuviera tiempo de buscar a su hija... —su oración quedó interrumpida al darse cuenta de su error.
Elliot se lamentó internamente por haber hablado.
—¿Su hija? —preguntó Jeremiah, fingiendo desconocimiento.
—Bueno... Esto... —rascó nerviosamente su nuca, se había equivocado y no le quedó más remedio que decir la verdad —. Me pidió que no le dijera a nadie, pero sí, Nora tiene una hija de cuatro años... ¿Usted tampoco lo sabía?
—No, ¿cómo podría saberlo? No examiné detenidamente su currículum —respondió Jeremiah —. Y no se preocupe, desconozco las razones por las que oculta la existencia de su hija.
—Las tiene —dijo el chef.
El director no pudo evitar preguntarse qué tan cercana era la relación entre Nora y Elliot, y los celos se apoderaron de él.
—¿Son muy amigos? —indagó seriamente.
—¿A qué se refiere? —el Chef mostró confusión.
—Me refiero a Nora y usted.
—Ah, entiendo —dijo Elliot, mostrando interés repentino por parte del director —. Aún no somos muy cercanos, pero es una mujer agradable. Es fácil ser amigo suyo.
Su respuesta solo incrementó los celos de Jeremiah, quien le lanzó una mirada amenazante.
Estaba a punto de hablar cuando Jong apareció, desviando la atención del Chef.
—Elliot —saludó Jong y él simplemente asintió en respuesta —. ¿Tienes planes para esta noche? Pensé en ir al bar, ¿quieres acompañarnos?
—Me encantaría, pero no será posible, estaré ocupado —dijo.
—¿Trabajo? —preguntó Jong y el Chef asintió —. Vamos, ¿qué clase de jefe eres al darle más trabajo?
Jeremiah rodó los ojos.
—No lo obligué, si Elliot aceptó es porque tiene disponibilidad en su apretada agenda, ¿no es así?
—Sí. De hecho, debería irme antes de que sea más tarde —comentó mirando su Rolex —. Disculpa, Jong, será en otra ocasión que pueda acompañarlos.
—No hay problema, tranquilo.
—Nos vemos mañana.
El Chef se despidió de ambos y se apresuró hacia el elevador. Jong ladeó la cabeza mirando a su amigo quien no había apartado la vista del chef hasta que este desapareció en el elevador.
—¿Qué trabajos extras le diste? —quiso saber Jong.
—¿Por qué de pronto la curiosidad? —respondió Jeremiah con otra pregunta.
—No sueles explotar a tus empleados ni mucho menos darle más trabajo de lo que ya tienen —argumentó su amigo —. ¿Por qué lo hiciste?
El director, hastiado de tantas preguntas se limitó a decirle la razón.
—Le pedí que le diera clases particulares a Nora, he visto el gran potencial que tiene en la cocina y sería un desperdicio si solo se dedicara a lavar trastes —emitió.
—Vaya, no creía nunca que se tratara de Nora. ¿De verdad es tan buena cómo todos dicen?
—Lo suficiente como para complacer a Ágata Davis —mencionó a la influencer y su amigo alzó las cejas en sorpresa.
—¿Impresionó a Ágata Davis? Wow, debe ser la mejor —exclamó Jong y Jeremiah asintió.
—Lo es.
***
39. Capítulo
Nora caminaba por la acera, sumida en sus pensamientos, cuando de repente un elegante automóvil plateado se estacionó cerca de ella. Entrecerró los ojos con cierta desconfianza, mientras observaba atentamente a la persona que se encontraba dentro del coche.
Jeremiah, el director de la empresa en la que Nora trabajaba, asomó su cabeza por la ventanilla y ella alzó las cejas en sorpresa al reconocerlo.
—Señor... —comenzó Nora, sin saber muy bien qué decir.
—Supongo que te diriges al restaurante de Elliot, ¿verdad? —interrumpió Jeremiah con amabilidad—. Justo voy de camino a casa, pero puedo llevarte cerca de allí.
Nora dudó por un momento, pero ante la perspectiva de llegar más rápido y evitar la búsqueda de un taxi en esa hora tardía, asintió y aceptó el aventón.
Subió al lujoso automóvil y acomodó su bolso encima de su regazo. Mientras se abrochaba el cinturón de seguridad, Nora se sintió algo cohibida bajo la mirada atenta de su jefe. Jeremiah puso en marcha el coche y se adentraron en las calles de la ciudad, que parecían más tranquilas y menos ajetreadas que durante la mañana.
—¿Pudiste descansar bien anoche? —preguntó Jeremiah con amabilidad, rompiendo el incómodo silencio que reinaba en el vehículo.
—Sí, dormí bastante bien —respondió Nora, asintiendo sin saber muy bien qué más decir—. ¿Y usted, señor?
Jeremiah sonrió levemente ante el trato formal de Nora y continuaron conversando mientras avanzaban por las calles. Nora intentaba disimular su nerviosismo, pues no quería revelar su verdadero destino: la guardería donde debía recoger a su hija. Sin embargo, Jeremiah parecía sospechar algo, ya que había sido informado por Elliot, su asistente, acerca de la situación de Nora.
—Claro. ¿Y dónde vives exactamente? —preguntó Jeremiah, tratando de obtener más información.
—Oh, cierto. No le he dicho —respondió Nora con una risita nerviosa, mientras rascaba ligeramente su cuello en busca de una respuesta convincente—. Bueno, es por aquí cerca...
Señaló un edificio que se encontraba a pocos metros de distancia, y Jeremiah frunció el ceño ligeramente, percibiendo cierta incongruencia.
—¿Allí? —inquirió Jeremiah, mirándola de soslayo.
—Sí, exactamente ese edificio —respondió Nora rápidamente, tratando de mantener la compostura.
Aunque aún faltaba unas cuadras para llegar a su casa, al menos estaba cerca de la guardería de Zoe.
Jeremiah estacionó el automóvil cerca de la acera y Nora se apresuró a desabrochar el cinturón para luego bajar del auto. Sin embargo, antes de alejarse completamente, se giró hacia Jeremiah y le agradeció.
—Muchas gracias por llevarme, señor —dijo con gratitud mientras abría la puerta y descendía del automóvil apresuradamente. En su prisa, olvidó su teléfono móvil en el asiento trasero del vehículo.