Capítulo 12
1493palabras
2023-10-23 15:51
Después de hacer el amor varias veces, Reka estaba exhausta y Bagrat estaba complacido, lo cual mostraba con sus radiantes sonrisas.
"De ahora en adelante, trabajas para mí. No trabajarás para Cibeles o Markel. Ahora estás al mismo nivel que ellos". Sonrió mientras miraba a la mujer que estaba a su lado.
"¿En serio?". Ella quedó atónita. "¿¡Cómo le llamo entonces!?", preguntó con ternura. Esperaba un rango más alto en comparación con Cibeles y Markel.
Bagrat la abrazó fuerte antes de responder su pregunta. "Sigo siendo tu patrón, mujer. Trabajas directamente conmigo. ¿Entiendes?", dijo con dureza.
Reka no estaba nada satisfecha. Ella quería ser su mujer. "Sí, patrón. Lo entiendo". Forzó una sonrisa, pero Bagrat no se dio cuenta. Durmieron un rato.
En el burdel de Cibeles, Markel también se la estaba pasando bien. Cuando terminó, dejó a la mujer, que aún dormía, en la habitación.
Cibeles lo vio salir. "Entonces, ¿qué te parece, donjuán". Le guiñó un ojo.
Markel tomó el brandi y se sirvió un vaso. Lo sorbió de una vez. "¿Cómo llegó ella aquí?", preguntó. Se puso rojo de inmediato, debido al fuerte efecto del brandi.
"¡Ah! Vino a verme. Dijo que era huérfana y que buscaba un refugio. ¿Fuiste su primera vez?". Cibeles sentía curiosidad por la mujer.
"¡Sí!", respondió él lacónicamente. Su rostro acusaba severidad. "¿Cómo se llama?", preguntó. Miraba para el escenario, donde había mujeres bailando en ropa interior. Algunas hacían pole dance.
"Se llama Maura", respondió Cibeles, mirando para donde él miraba.
"No dejes que nadie la toque. Ella solo me pertenece a mí", ordenó él.
"En ese caso, tengo que esconderla del mandamás. Ya conoces su apetito. Le ha puesto la mano a casi todas mis chicas". Cibeles palideció
El mandamás al que se referían no era otro que Bagrat. Llevaban casi dos años trabajando para él, pero nunca les agradó. Siempre los trató como perros.
"Haz eso. Gracias". Markel estuvo de acuerdo.
"¿Cuál fue el motivo de su ira anoche?", preguntó Cibeles de repente. Le sirvió otra copa de brandi a Markel.
"La moneda de cambio y un hombre". Sonrió sarcásticamente.
Cibeles soltó una risa fuerte y divertida. Finalmente, alguien pisoteaba su ego. "Dime, ¿quién fue ese hombre? Quiero agradecerle". Bebió la copa de brandi que tenía en la mano, con un cigarrillo entre los dedos.
"Thiago Zhang".
"Nunca he oído hablar de él". Cibeles arrugó el entrecejo.
"Un joven y sencillo patrón, extranjero. No es de Londres", explicó.
Estaban charlando alegremente cuando sonó el teléfono de Markel. Era el jefazo.
Markel salió del burdel y contestó el teléfono. Cibeles sacudió la cabeza. Lamentaba que él fuera tan dócil.
"Jefe". De repente, se apartó el teléfono de la oreja. La expresión de sus ojos se tornó severa. "¡Váyase a la m*erda!", murmuró después de colgar. Fue al estacionamiento y condujo a toda prisa.
Cuando llegó a la oficina de Bagrat, ya estaba ordenada. "Jefe. ¿Qué tal la mujer que traje anoche?".
"Bien. Muy bien. Voy a duplicar tu salario de este mes", dijo Bagrat mientras se frotaba la barbilla. Esto era lo único de Bagrat que le gustaba a Markel, era dadivoso.
"Gracias, jefe". Markel sonrió con satisfacción.
"¿Qué averiguaste sobre ese desgraciado?". De repente, a Bagrat se le agudizó la mirada y se le nubló la expresión. Recordó cómo Elvira y Graham lo habían humillado en el restaurante.
"Él no es más que un señorito de otro país, jefe. Se llama Thiago Zhang", respondió Markel.
"Oh, un tipo de poca monta". Agarró un teléfono nuevo y se lo dio a Markel. "De ahora en adelante, usa este teléfono y llámame desde ese número".
"Sí, jefe. ¡Ah!, no quiero olvidarlo. Thiago Zhang también está asociado con Jacinta Ávila, la única hija del presidente Joaquín Ávila, de la Ávila Corporation, en el norte".
La información pormenorizada de Markel complació totalmente a Bagrat. Su sonrisa de satisfacción y maldad era la fachada de muchos planes nuevos.
"Ávila Corporation. Mi empresa puede tener vínculos con ella". Marcó un número en el teléfono que tenía delante.
"Investiga algunos de los nuevos proyectos de Ávila Corporation y dale entrada a Constructor Morales". Después de oír lo que le respondieron, colgó.
"Jefe, ¿qué va a hacer con Thiago Zhang?". Markel tenía curiosidad por saber el plan de Bagrat.
"Pondría en mi camino a la hija de la familia Ávila". Rio con altivez. Inclinó la barbilla y miró fijamente a Markel, que estaba parado frente a él.
Bagrat no le tenía miedo a la familia Ávila. Para él, eran unos pelagatos. Ávila Corporation no pasaba de una empresa de clase media. Comparada con Constructor Morales y Liu Group, era una empresa insignificante.
"Busca una manera de poder comunicarme con la señorita Ávila. Me gustaría empezar con ella", dijo Bagrat.
Su rostro mostraba un deseo lascivo. Una vez oyó hablar de Jacinta Ávila. Sabía que era una pianista internacional. La había visto actuar en una competencia. Mientras pensaba en ella, le pasó por la mente la apariencia encantadora y cautivadora de Elvira.
"La señorita Hidalgo es mucho más bonita, pero primero jugaré con la señorita Ávila", murmuró arteramente.
La confusión y el asco que Markel sintió le nublaron la vista. Cuando se trataba de mujeres, Bagrat era un completo psicópata.
En la oficina de Graham, este estaba ocupado revisando algunos documentos nuevos cuando alguien abrió la puerta.
Naín se dejó ver en el marco de la puerta. "Señor, la señorita Ávila quiere verlo".
"Dile que entre". Aunque Jacinta conocía a Graham desde hacía años, no tenía idea de su verdadera identidad.
Ella pensaba que Graham, que se hacía pasar por Thiago Zhang, era el representante de la empresa del presidente Graham Liu.
El taconeo de los zapatos de Jacinta, de tres pulgadas de alto, era ensordecedor para los oídos de todos los empleados. Inmediatamente, miraron en la dirección del sonido y vieron a una hermosa mujer que llevaba un vestido negro sin mangas y con un escote bajo y fino. Se alisó su cabello rubio y liso con los dedos, lo que tuvo un efecto arrebatador sobre los empleados, que la vieron como una estatuilla andante.
Pulsó con elegancia el botón automático de la puerta de vidrio de Graham. Su oficina tenía una pared de vidrio polarizado desde el techo hasta el suelo.
"Thiago. ¿Has estado ocupado otra vez?". La voz de Jacinta dio la bienvenida al apacible espacio.
Graham se puso de pie de inmediato. La sostuvo suavemente y la miró sonriendo. Jacinta lo abrazó y le susurró: "Si sigues tratándome así, voy a pensar que sientes algo por mí", le dijo, mirándolo fijamente.
"Sabes que eso no va a suceder. Siempre te he visto como mi hermana menor y mi mejor amiga". Graham tuvo que explicarle eso.
En la medida de lo posible, él quería evitar que ella malinterpretara sus acciones con ella. Se dio la vuelta y tomó su traje gris del perchero. Cariacontecida, Jacinta lo miró detenidamente por detrás. Al oír que sus sentimientos por ella no eran los de una relación romántica o se*ual, se sintió mal.
Graham la miró e inmediatamente ella le mostró una sonrisa de satisfacción: "Lo sé. Así que ten cuidado, al final podrías enamorarte de mí y tragarte tus propias palabras", le dijo, y lo agarró del brazo.
Cuando llegaron al restaurante, ella le preguntó sobre lo que él dijo en el atelier de Tabita. "¿Pero por qué les dijiste a los empleados del atelier que soy tu mujer?". Tenía una ceja levantada, los codos sobre la mesa y las manos entrelazadas.
"¿Eso? Solo lo hice para bloquear a un fastidioso insecto". Rio.
"¿La señorita Hidalgo? Creo que te gusta". Jacinta le mostró una sonrisa medio forzada. Su voz sonaba a broma, pero, en el fondo, despreciaba la idea de que a Graham le gustara otra mujer.
"Ella no es mi tipo. No pienses demasiado", replicó Graham, enojado.
Jacinta no estaba convencida. Mientras comían, de pronto, sacó el teléfono de su bolso y tomó una foto espontánea de ella y Graham cenando juntos. "Esta es perfecta para mi cuenta de las redes sociales. ¿Qué opinas?". Estaba orgullosa de su toma. Aunque espontánea, transmitían ternura juntos.
"¡No está mal! ¿Por qué te gustan tanto las redes sociales? Exponen demasiado". Graham sacudió la cabeza mientras miraba la comida en su plato.
"Señor Arcaico, no me importa lo que diga. La publicaré en mi cuenta con este pie de foto, mira". Lo estaba provocando de manera burlona. El texto acompañante de la foto era: "Feliz cumpleaños por adelantado, Thiago. Nos vemos en Suite Largavida el día 25".
Graham, incrédulo, entornó los ojos. "¿No te das cuenta de que acabas de exponerme con ese pie de foto?". Estaba un poco enojado.
"Muy bien. Entonces, lo cambiaré. No te enfades más. Eres muy anticuado", se quejó Jacinta. Borró el texto y lo cambió, con los labios arrugados.
Antes de que lo cambiara, alguien con ojo de águila ya había captado la información. La persona, triunfante, sonrió levemente.