Eduardo entrecerró los ojos y levantó la voz. —¡Scarlett, detente!
Todos en la tienda estaban atónitos. ¿Cómo supo su nombre?
¿Se conocían?

Scarlett también estaba atónita. Habían pasado tantos años desde que la había llamado por su nombre.
Fue extraño para ella ser llamada por él de repente.
"Ustedes lleven a Justin a jugar". Era obvio que iba a empujarlos lejos.
Justin no estaba contento al principio, pero cuando vio a Eduardo con el ceño fruncido, tuvo que salir.
Solo quedaban ellos dos en la tienda, y Scarlett se sintió un poco inquieta.
¿Qué es lo que quiere hacer? Ella pensó para sí misma.

"Scarlett, ¿quieres fingir que no me conoces?"
"Has exagerado tu punto. ¿Cómo podría conocer a un caballero militar de alto rango?" Ella no miró a Eduardo todo el tiempo.
Eduardo se levantó del sofá y la contuvo entre él y la pared.
"No nos hemos visto en cuatro años. Te has vuelto duro ahora, ¿eh? ¿Y ya olvidaste nuestra relación de un año?"

No había olvidado la maravillosa sensación de la noche de bodas...
Mientras hablaba, su cálido aliento flotó junto a la oreja de Scarlett.
Las yemas de sus dedos recorrieron lentamente su delicado rostro.
Su cuerpo tembló y empujó al atractivo hombre frente a ella.
"¡Eduardo, no vayas demasiado lejos!" dijo enojada.
"Scarlett, solo cuando mi nombre sale de tu boca, me hace sentir vivo. Es demasiado..."
Scarlett no podía empujarlo en absoluto, y su gran mano le arrancó la ropa del pecho...