Capítulo 25
1176palabras
2023-04-24 20:42
Cristal estaba de lo más feliz riéndose por las aventuras que Raúl le estaba contando en aquel momento, cuando sintió que alguien la levantaba con fuerza y se la llevaba hasta el baño de hombres.
Ella cuando estaba en aquel baño con él, fue que se dio cuenta de quién se trataba y trató de soltarse con fuerza de este, pero él la tenía bien agarrada de sus brazos.
Después de ver que era imposible soltarse de él, le preguntó ¿qué te pasa?

Mateo no le respondió nada, él lo único que hacía en aquel momento, era respirar, para ver si se podía calmar un poco, luego miro esos labios tan provocativos que ella tenía y no lo pensó mucho, solo se agachó para poder probar sus labios y poder marcar territorio.
Cristal, cuando vio que él, la beso hizo para zafarse de este, pero él cada vez la besaba con más brusquedad, hasta que ella le siguió el beso, ya que le había comenzado a gustarle cómo se sentía sus labios sobre los de ella.
Luego de un tiempo que los dos estaban perdidos en aquel beso que empezó con brusquedad y terminó con un apasionado beso que ninguno de los dos quería separarse, ella fue la primera en reaccionar, puesto que se estaba quedando sin aire y cuando reacciono lo apartó con toda su fuerza.
Después que se recuperó de aquella sensación que había sentido por ese beso le dijo, no me vuelvas a besar nunca más en la vida.
Pero Mateo, que aquel beso le había gustado más de lo que había pensado, le respondió, recuerdas que eres mía, mientras le metía el cabello detrás de la oreja, ella de inmediato le quitó la mano de su cabello y le dio un rodillazo entre sus piernas.
Mateo, cuando sintió ese golpe en su zona, se arrodilló, ya que le había dado en el lugar más sensible para los hombres, mientras él se quejaba en el piso por el dolor.

Ella le advertía que esperaba que este fuese el último error que cometiera con ella, de lo contrario la próxima vez lo dejaría sin descendencia alguna y se fue dejando a un Mateo que no podía con el dolor que estaba sintiendo en esos momentos.
Raúl, por otro lado, apenas había presenciado que Mateo se había llevado a Cristal, de esa forma se fue detrás de ellos, pero se demoró un poco al llegar porque por el camino le detuvieron un par de conocidos. Al llegar al baño, vio que se estaban besando como dos enamorados. Él solo se volvió a su mesa y no dijo nada.
Luego que ella, llegó a su mesa, Raúl fue el primero en preguntarle ¿estás bien?
Cristal le respondió, con un sí, para así mismo decirle a las chicas que se quería ir a la hacienda, ya que no quería seguir viendo ciertas caras.

Sus compañeras de aventuras, solo dijeron, bueno e inmediatamente se levantaron y Raúl fue el otro que se levantó y pagó la cuenta, para irse con ellas.
Por el lado de Viviana, estaba que comía y mataba del muerto, por el hecho de que nunca había visto que Mateo, se comportara de esa forma por ella y menos cuando la había visto cerca de otros hombres.
Ella no lo siguió, porque quería conservar su dignidad, solo apretaba sus puños con fuerza por debajo de la mesa, hasta que vio como salía Cristal, de aquel baño con los labios más rosados de lo normal y un poco hinchado.
En solo imaginar lo que había pasado en ese baño, dio una mirada llena de odio a Cristal, luego fue a buscar a Mateo, el cual lo encontró de rodilla en el baño quejándose.
Ya faltaba una semana para la boda, y cristal seguía sin enterarse de su propio matrimonio, ella estaba en el estudio con su abuelo y uno de sus tutores, cuando su abuela llegó, diciendo que se tenía que llevársela para que se midiera su vestido.
Su abuelo de inmediato le dijo, ve hija, que mañana seguimos con lo que estábamos, además, vas muy bien con tus lecciones, así que no te preocupes por esto.
Cristal de inmediato negó en su mente, en solo imaginarse que tenía que medirse más ropa, comenzó a dolerle su cabeza y de inmediato le dijo, abuela, si me tomaron las medidas y todos los otros vestidos que han traído me han quedado bien, no hay necesidad de medirlo. Además, por el modelo confió, cien por ciento en tus gustos, así que no se preocupe y más bien sigue encargándote de todo.
Doña Adelina, nunca había visto una novia tan desentendida de su propio matrimonio, como su nieta, era como si ella no fuera la que se fuese a casar, y en ese momento estaba a punto de decirle que quería que se viera más interesada en su boda. Cuando vio que Cristal le daba un beso en la mejilla y le decía, abuela, por favor ayúdame con esto, ya que me siento muy estresada con todo este asunto.
Además, es un vestido, que yo sé que me quedara muy bien y te prometo que me lo probaré en la noche y te diré como me quedo, sí, por favor, mientras le hacía ojitos y ponía sus dos manos en forma de súplica, para que la complaciera.
La señora, al ver que su nieta le había dicho que en la noche se lo probaba, se quedó tranquila y salió para decirle a la diseñadora que al día siguiente le informaba si había que arreglarle algo.
Ella solo le dijo, bueno, señora, pero espero que sí hay que agregarle algo, su nieta esté dispuesta a medírselo delante de mí, para saber donde hay que quitarle o cogerle.
No te preocupes que yo en la noche me encargaré que mi nieta se mida su vestido y yo misma la llevaré, hasta su negocio, si no le queda bien.
Está bien, le contestó la diseñadora, ella era otra que se había hecho la misma pregunta que la señora Adelina, nunca se había encontrado con una novia tan desprendida de su propio matrimonio.
Al día siguiente, cuando estaban en la mesa desayunando, doña Adelina lo primero que hizo fue preguntarle a su nieta, si se había probado el vestido.
Cristal que se había olvidado por completo de ese vestido, ni siquiera lo había visto, le dijo, claro y me quedo hermoso, abuela, luego miró a su abuelo y le dijo, sabes la abuela tiene muy buen gusto, porque todo lo que me compra me encanta en especial el vestido que me medí anoche.
Abuela, déjame te digo que con ese vestido seré la envidia de todas las mujeres, ya que me quedo hermoso, y para que su abuela le creyera le guiño un ojo a Virginia, y le dijo si no me crees como me queda el vestido pregúntale a Virginia o, a Patricia que me ayudaron a ponérmelo.
De inmediato, Virginia, le dijo, sí, señora Adelina, el vestido le queda muy bonito.