Capítulo 68
1169palabras
2023-05-29 13:30
—¿Puedes soltar a mi prima? —le pregunté yendo directamente al grano. Estaba segura que no le gustaba Allison por la mirada que me había dado las últimas dos veces que nos habíamos visto. No había alegría como la de tener éxito en tu plan.
—No, no, estás pidiéndome mal las cosas, deberías rogarme de que te suelte a ti —me respondió entre risas. Había hecho esto para molestarme porque no me iba a quedar de brazos cruzados si se aprovechaba de Allison. Era una lástima que mi prima lo hubiera escogido como su favorito. Cerré los ojos, impotente y enojada.
—¿Qué más quieres? ¿Sabes cuántos años no pude dormir bien por ese incidente? ¿Por qué involucras a personas que no tienen nada que ver con el problema?
Había perdido la cuenta de cuántas noches me había despertado por pesadillas. Siempre me dejaban con un horrible sinsabor en la boca. Recordar que la persona en la que había confiado tanto de pequeña siempre había querido vi*larme. No habría tenido más de catorce años en ese entonces.
—Si no te escondieras de mí, no tendría que molestarla.
¡No podía creer el descaro que tenía! Casi me había arruinado la vida y ahora me culpaba por evitarlo.
—¿Qué quieres? ¿Qué tengo que hacer para que te olvides de mi prima? —le pregunté pronunciando cada palabra con dificultad.
—¿Una noche contigo? —dijo sin un atisbo de vergüenza—. Si no quieres, quiero una cita.
No quería verlo nunca más en mi vida.
—¿No quieres? Entonces, le pediré a Allison que nos casamos de inmediato, estoy seguro de estará muy feliz de hacerlo —me dijo con una sonrisa siniestra.
No pude hacer nada al respecto, así que acepté en contra de mi voluntad. Al menos me consolé en el hecho de que no podría hacer nada porque no bajaría la guardia. Esa noche no pude dormir bien.
El día siguiente era sábado. Mi tía no estaba tan enfadada después de lo de anoche, así que se fue después de desayunar.
«Recuerda usar algo lindo, querida Mia», recibí un mensaje de Owen y tiré el teléfono lejos de mí con náuseas. No podía creer que había tenido que aceptar comer con él en el restaurante Silierci. Cerré los ojos, dejando escapar un pesado suspiro, solo quería zanjar el asunto para no tener que verlo nunca más.
Cuando llegué al restaurante, Owen me saludó con una brillante sonrisa como si nunca hubiera pasado nada. La mesa estaba ubicada cerca a una ventana, si hubiera sido cualquier otra persona quizás hubiera sido un bonito momento, pero me senté sin expresar nada en mi rostro.
—Estoy aquí, ¿dejarás en paz a mi prima?
—Vamos, no hablemos de eso ahora, ¡comamos! —me dijo con ojos maliciosos que me pusieron la piel de gallina. Owen llamó al mesero, ordenó los platos y se la pasó hablando hasta que llegó la comida. Después de soportar más de quince minutos escuchándolo hablar de algo que ni me interesaba, dejé mi cubierto con impaciencia.
—Owen, no he venido para hablar contigo —le espeté a lo que este se limpió la boca con la servilleta.
—¿Por qué tan apurada? ¿Sabes cuánto dinero y tiempo gasté en tu prima para que ahora vengas y quieras irte solo después de unos minutos?
Extendió la mano para tocarme la mejilla y me eché para atrás con violencia. Saqué una toallita húmeda para limpiarme mientras lo fulminaba con la mirada.
—¡No me toques! —le grité mientras le levantaba con decepción. Realmente había pensando que lograría salvar a mi prima.
—Espera, tengo que mostrarte, estoy seguro de que querrás verlo —me dijo sin enojarse por mi explosión. Me detuve y lo miré con suspicacia mientras buscaba algo en su teléfono. Pareció encontrar porque sonrió abiertamente antes de empujar el dispositivo en mi dirección. Algo me decía que me iba a arrepentir de verlo.
Me incliné y todo el aire desapareció de mis pulmones. Lo agarré con desesperación sin poder procesar lo que estaba viendo. Me senté de golpe en el sofá de nuevo mientras mi mente se quedaba en blanco.
Me acaba de mostrar una foto del día en el que había intentado vi*larme. Jadeé violentamente.
—¿Qué te parece? Es una buena toma, ¿verdad? He fotografiado a muchas mujeres durante estos años, pero ninguna ha sido tan hermosa como tú —relató con seriedad sin darse cuenta de lo asqueroso que sonaba. Me perdí en mis pensamientos hasta que me agarró de la mano.
—Ahora que estás soltera, ¿por qué no comenzamos a salir? Te prometo que serás la única para mí, de lo contrario, esas fotos...
De repente, alguien agarró del cuello a Owen y lo sacó de la mesa. Yo no había podido pensar en nada más que la horrible sensación de su piel tocando la mía, no me había dado cuenta de que Jayden había estado en el mismo restaurante que nosotros. Cuando me di cuenta de quién era, un sentimiento de increíble alivio me cubrió por completo y lágrimas llenaron mis ojos. Sentí mucha vergüenza al recordar la foto que me había mostrado Owen, no sabía cómo encararlo.
—Owen, ¿qué crees que estás haciendo? ¿Quién te dio permiso para que la estés tocando?
—Señor Christian, no estoy haciendo nada malo. Tengo el consentimiento de ella para tocarla.
—¿Qué? —le preguntó con el rostro amenazante.
—Sí, puede preguntarle a Mia —asintió. Jayden se volteó a mirarme con ojos penetrantes pidiéndome una respuesta. Iba a negar todo, pero en ese momento Owen me señaló el teléfono y me quedé callada. Si decía algo, podría mostrar esa foto a otras personas, incluido Jayden. Apreté los puños clavando mis uñas en mis palmas.
—Sí —dije con los dientes apretados y conteniendo las lágrimas. Jayden soltó a Owen y se me quedó viendo como si quisiera descifrar la verdad de mi afirmación.
—Ven conmigo —soltó al final agarrándome del brazo.
—¿Jayden? —preguntó una voz femenina, no me había dado cuenta de que Susan estaba con él.
—Tengo algo que hacer, te veo después —le respondió antes de salir conmigo del restaurante. Ni le importó esperar por la respuesta de la otra mujer. Antes de que cerrara la puerta del auto pude observar los celos en la mirada de Susan. Salimos volando del estacionamiento, pero, por primera vez en toda la tarde, me sentía segura. Me limpié la cara mientras recuperaba la compostura.
—Mia, no puedo creer que quieras salir con un hombre como ese —se quejó Jayden ni bien llegamos a su casa. Se quitó el cinturón de seguridad con la quijada tensa y me miró con el ceño fruncido. Me dolió su acusación.
—Pienso que no debería decirme eso cuando usted también sigue eligiendo mujeres del mismo calibre —le respondí con sarcasmo. Madison había sido una persona horrible conmigo, pero también sabía lo importante que era para él. Así que cada vez que intentaba herirme, respondía de la misma manera.
Quería que sufriera tanto como yo, no había otra persona que pudiera compartir mi dolor. No sabía lo equivocada que estaba.