Capítulo 67
1716palabras
2023-05-29 13:30
Era Owen.
No lo veía desde el derrame cerebral de mi abuelo, el cual sufrió por su culpa. Creía que se sentiría mínimamente culpable al respecto, pero allí estaba él, de vuelta en casa de mi cuñada. 
Cada vez que detectaba su presencia, era como si todo a mi alrededor se derrumbase. Me acerqué hacia él apresuradamente y le miré con inquina: "¿Por qué estás aquí?"
Owen se sentó en el sofá y me devolvió una mirada tranquila, brillando sus ojos con satisfacción mientras expresaba: "Cuánto tiempo sin verte, Mia."
Su voz era aparentemente amable y dócil, pero solo yo podía distinguir su maldad.
Cada vez que lo escuchaba decir mi nombre, un escalofrío me trepaba por el cogote, porque era imposible ignorar tal perversidad.
Cuando mi tío político me escuchó interrogar a Owen de esta manera, le cambió el ánimo de repente, como es normal: "¿Qué te pasa, Mia? ¿Cómo puedes ser tan grosera con nuestros invitados?"
Pero Owen agitó las manos de lado a lado amistosamente como para restarle importancia, mientras que Allison le dio un empujoncito al anfitrión, antes de decirle con timidez: "No, ahora ya no es un simple invitado, papá..."
Mi tío político se dio cuenta de lo que quería decir, y una sonrisa germinó espontáneamente en su semblante, "Sí, ¡sí, tienes toda la razón! ¡Pronto vamos a ser una familia!"
"¿Una familia?"
Yo estaba completamente perdida, y sentí como que mi cerebro no era capaz de procesar lo que ocurría.
Al tiempo que se arremolinaba su largo cabello con los dedos, Allison anunció con pudor: "Owen y yo nos vamos a casar."
Fue como si una bomba impactase de lleno sobre mi ya aturullado encéfalo, pulverizando toda descarga eléctrica posible por parte de mis neuronas.
¿Qué? ¿Casarse?
¿Owen se iba a casar con Allison?
Para cuando me recuperé, me encontré a mí misma sin aliento y con la voz colmada de ira. "El abuelo tuvo un derrame cerebral por su culpa, ¿y ahora vas y te casas con él?"
No quería ni intentar asimilar que aquello fuese real.
Allison se defendió con impaciencia: "No era su intención... Además, de no haber sido por ti y por mamá, que se negaron a decírselo al abuelo, las cosas no habrían salido tan mal."
¡Pero qué dura tenía la mollera!
Todavía se pensaba que Owen no lo había hecho adrede. 
Mis manos, tensas de por sí a ambos lados de mi cuerpo, se cerraron en dos puños febriles.  "¿Qué no lo hizo queriendo, dices? ¡Pues claro que fue a propósito, mal que le parta un rayo!"
Dicho esto, me volteé hacia Owen. "¿Te atreves a jurarlo?"
Allison estaba tan enojada que su rostro se puso colorado. "Mia, ¿qué estás haciendo? Te pedí que vinieras aquí para cenar todos juntos, no para forzar a nadie a que jure nada. De todos modos, ¡me da igual lo que hagas, que yo me casaré con él!"
Pero Owen saltó de repente: "Me atrevo."
Yo solté un risotada irónica. "Pues claro que te atreves, si no tienes decencia alguna que perder. Perdona, culpa mía por pensar que podías poner algo en juego."
Mi tío político palmeó enojado la mesa de centro y señaló hacia la puerta: "¡Suficiente! Mia, si no quieres cenar, será mejor que te marches, que no quiero desperdiciar ni tiempo ni vajilla."
Con temblores poseyendo mi cuerpo, me mordí el labio inferior y le reiteré con voz suplicante: "Tío, este tipo no es buena persona... Tienes que creerme, ¿sí? Si actúo así, es porque Allison es mi prima y no puedo quedarme calladita mientras veo cómo se arruinar su propia vida..."
Owen me hizo cosas horribles cuando todavía estaba en la escuela secundaria, y era plenamente consciente de lo bajo que podía caer su inexistente humanidad y empatía. 
No me habría importado siquiera si fuese otra persona, pero no iba a quedarme de brazos cruzados cuando se trataba de mi prima, de Allison.
¡Bam!
Noté de repente el golpe de una fuerte bofetada en mi mejilla, acompañada por el rugido de Allison. "¡Mia, tú lo que no quieres es que yo sea feliz a mi aire! Ahora entiendo que Jayden se quisiese divorciar de ti, porque si yo fuera un hombre, no me gustaría estar con alguien tan egoísta y egocéntrica como tú."
Todavía me pitaban los oídos del tortazo, y la cara me picaba y me pesaba más de lo normal por la sangre acumulada. Pero más allá del desagradable hormigueo físico, sentí como si una miríada de termitas se estuviesen dando un banquete con mi corazón... Ese dolor sí que era insoportable.
Al escuchar las voces, mi tía salió corriendo de la cocina y se puso a regañar a Allison: "Mira, bonita: ¡si quieres casarte con él, hazlo de una vez, que nadie te lo puede impedir! Pero eso sí, luego no te quiero ver aparecer de nuevo por esta casa en caso de que te salga mal la jugada... ¡¿Me has entendido?!"
Los ojos de mi tía estaban hinchados, consecuencia de haber llorado bastante a saber cuándo. Parecía que ya éramos dos las que nos oponíamos a este supuesto matrimonio.
"¡Pero mamá...! ¿Soy yo tu hija, o lo es ella? ¡¿Tú tampoco me quieres ver feliz ahora?!", rugió Allison rugió con la cara como un tomate.
Vaya panorama tan bochornoso...
Mi tío político, con una expresión más estreñida que la del que se zampa un limón a bocados, se puso en pie de pronto y nos empujó a mí ya mi tía por la puerta, gritando: ¡Si se van a poner a dar por saco, mejor llévense el circo a otro lado!"
Antes de que pudiéramos reaccionar, nos cerró la puerta en las narices, con tanta fuerza que casi saltan los goznes. 
Me quedé como una estatua enmudecida durante largo rato, pero mi tía, furibunda, me asió de la mano para alejarme de allí.
Nos fuimos a comer a un restaurante de comida rápida fuera de la zona, y aunque durante la comida hice lo que pude con tal de convencerla para que volviese a su casa, ella se empecinó en que no lo iba a hacer.
Como vi que pinchaba en hueso por más que lo intentaba, pues al final no tuve más remedio que decirle que viniese a mi casa.
Era ya de noche, y me sorprendí al oír un sollozo procedente del salón al cerrar la ducha. Me peiné el pelo sin demorarme demasiado y salí del baño, para luego aproximarme a mi tía.
Sentada en el sofá, ella echó mano rápidamente de un pañuelo para secarse las lágrimas, y acto seguido suspiró: "No puedo hacer nada... Mia, sé que Owen no es buena persona, pero no hay quien saque de su engaño a tu tío y a mi niña."
Me acerqué para sentarme a su lado, y ella se puso a contarme todo lo sucedido recientemente, entre jadeos y llantos de frustración.
Resultó que Allison no había dejado de hablarse con Owen desde el rescate del abuelo de la última vez. Es más, la relación entre ambos 'salió a la luz' unos días atrás, y de pronto les decían que querían casarse.
Mi tío político se negó en un principio, pero Owen le dio la vuelta a la tortilla cuando ofreció una dote de medio millón...
El marido de mi tía bebía y jugaba, y sus deudas ascendían por encimas de los trescientos mil. Por tanto, ahora que acababa de hallar la manera perfecta de saldar sus problemas financieros, ¿cómo iba a poner pega alguna al matrimonio? Era como en el feudalismo, un padre vendiendo a su hija al mejor postor, por beneficio propio.
Por lo que respectaba a Allison, la pobre también había caído en la trampa de Owen.
Fue inútil que mi tía se opusiera durante unos días a aquella aberración de supuesto 'compromiso', porque su marido se encargó de darle repetidas palizas hasta que se le quitaron las ganas de protestar. Ahora que la tenía hospedada en mi casa, comprobé que todavía le quedaban moretones visibles por todo el cuerpo.
Cuando escuché aquella salvajada, se me mezclaron una marabunta de sentimientos fuertes e incontrolables, y me faltaron las palabras necesarias para consolarla. 
Le sostuve la mano durante unos minutos, ambas calladas en nuestro dolor, hasta que rompí el silencio con sereno ímpetu: "Pensemos en otra manera de evitarlo, tiene que haberla."
Si mi tío pudiese saldar sus deudas sin necesidad de recurrir al deliberado soborno del otro, eso nos daría su voto sin duda.
Sin embargo, la cifra que debía no era moco de pavo...
La última vez tuve me costó un ojo de la cara lo del sanatorio, el cual estuve pagando durante un año, y ahora tenía menos de treinta mil dólares en mi haber, ni una décima parte de lo que necesítábamos.
La sensación que me dominaba era como si un ancla de plomo tirara de mi corazón de madera hacia el fondo del abismo. No podía respirar del agobio, pero tampoco podía ignorar la situación.
Mi tía se secó las lágrimas y me dice: "He puesto a cocer unos huevos antes, deja que te los pase por la cara un poco."
Mientras hablaba, fue a la cocina y sacó los huevos del agua para pelar las cáscaras. Luego, los rodó suavemente sobre mi mejilla herida.
En medio de la noche, después de que mi tía se hubo dormido, estuve pensando un rato y me obligué a enviarle un mensaje a Owen: 'Owen, ¿qué diablos es lo que quieres?'
No respondió a mi mensaje, sino que me llamó directamente.
Rápidamente encendí el botón de silencio, me levanté de la cama, descalza, y salí al balcón.
"Sabía que me llamarías, Mia. Te recomiendo que nos grabes la llamada, porque tu prima está ahora mismo en mi cama."
Nada más abrir la boca, ya empezaba a poner trabas a mi plan.
Quería hacer que Owen confesase la verdad a través de un mensaje de texto o una grabación telefónica, para luego mostrárselo a Allison.
De esta forma, mi prima se daría cuenta de cómo es Owen en verdad y desecharía la idea de desposarse. Me daba igual como hacerlo, solo tenía claro que no iba a permitir que mi tío la obligase a casarse a punta de pistola, aunque ella no lo supiese.