Capítulo 20
1353palabras
2022-12-15 16:14
Punto de vista de Cassidy
“Sam, Sam, Sam”. Sonreí con malicia mientras lo sostenía contra la pared. “¿Qué te dije sobre avisarle a tu futuro Alfa? ¿No lo dejé claro?”. El miedo en sus ojos era más que evidente, perfecto.
“Me dijiste que no se lo dijera al Alfa, pero ¡no dijiste nada sobre contarle a Oliver!”, respondió a toda prisa.

Bueno, en teoría, tenía razón… No le había dicho que no podía decírselo a Oliver. Está bien, no lo mataría… Tal vez solo le daría unas cuantas patadas, me parecía justo. Me encogí de hombros y lo dejé caer al suelo. Se sentó temblando y me arrodillé hasta que quedé a la altura de sus ojos. “Tienes razón. No dije que no podías decírselo a Oliver, así que supongo que es tu día de suerte. No te mataré”. Suspiró aliviado, pero todavía parecía que iba a orinarse en los pantalones en cualquier momento. Era bueno saber que no había perdido mi toque. Me puse de pie como si fuera a alejarme, pero me giré a toda velocidad y lo pateé tan fuerte como pude en el abdomen y una vez en la entrepierna. “Eso fue por no seguir mis órdenes, perro inútil. Considérate afortunado”. Me di la vuelta para irme, pero mi camino estaba bloqueado por una pared de acero, también conocido como mi compañero.
Punto de vista de Damen
Escuché que ella le había dicho a Sam… No, le había ordenado que no hiciera algo. ¿A qué se había referido? ¿Le había dicho que no me dijera donde estaba? Así que sabía que él fue quien se lo había dicho a Oliver. Bueno, Sam acababa de admitirlo. Vaya, qué id*ota. Cuando lo soltó, pensé que tan solo se iría, pero estaba equivocado.
Giró sobre sus talones más rápido de lo que debería haber sido capaz y lo pateó en el abdomen, dejándolo sin aire. Sin embargo, no se detuvo tras esto. Luego lo pateó tan fuerte como pudo en las b*las. ¡M*erda! Llevé mi mano a mi entrepierna por instinto… ¡Quería tener hijos algún día, así que debía recordar no ponerla de mal humor! ¡Nunca!
Después, dijo unas palabras que me helaron los huesos. “Eso fue por no seguir mis órdenes, perro inútil. Considérate afortunado”. ¿Qué quiso decir con “considérate afortunado”? ¿Qué más podría hacer una mujer que no podía transformarse? Era imposible que ella pudiera enfrentarse a él…
De pronto, me di cuenta de que Cassidy olía un poco diferente que antes. Olía como una metamorfa…, pero ¿cómo era posible si no lo era? La suerte por fin se puso de mi lado. Cuando Cassidy se volteó para irse, yo estaba justo detrás de ella. No sabía por qué no me había notado, pero me alegré. Giró a la derecha, chocó contra mí y se tambaleó hacia atrás. Levanté mi mano al instante y la sujeté de la cintura. Luego tiré de ella hacia mi pecho. Brotaban chispas en mi piel en cada lugar donde nos tocábamos. Tenerla entre mis brazos era la mejor sensación del mundo. Encajaba a la perfección conmigo, como si estuviéramos hechos el uno para el otro, lo cual era verdad. Nuestro momento terminó demasiado pronto porque me empujó cuando se dio cuenta de quién la estaba sosteniendo.

“Aléjate”, dijo mientras me empujaba. ¡Demonios, era fuerte! Tropecé unos pasos hacia atrás. “¡¿Cómo te atreves a tocarme?!”, preguntó entre dientes.
“¡Tengo todo el derecho de tocarte!”, respondí. Debía admitir que no fue la mejor respuesta…
“No, perdiste ese derecho en el momento en que me rechazaste, ¡perro callejero!”. Sus ojos se pusieron un poco rojos. Parpadeé, pensando que lo había imaginado, pero cuando volví a mirar, el color seguía ahí.
“¿Te molestaría explicarme por qué tus ojos cambian de color? ¿Y por qué hueles como una metamorfa? Además, ¡¿por qué no hueles como una renegada?!”, dije casi gritando.

Cassidy iba a responder, pero el color desapareció de sus mejillas de pronto y cerró la boca. Parecía sorprendida y asustada.
Punto de vista de Cassidy
¡M*erda! ¿Cómo había podido ser tan descuidada? ¡Había olvidado ocultar mi aroma otra vez! ¡Damen no podía saber que era una metamorfa! ¡O que tenía una manada! ¡M*erda, m*erda, m*erda! ¿Qué iba a hacer? ¡Demonios! Tenía que decirle la verdad… ¡Ya era demasiado tarde para mentir! ¡M*erda, m*erda, m*erda!
Antes de responder, respiré un poco con los ojos cerrados para tratar de tranquilizar a mi loba. No obstante, todo lo que podía oler era su aroma embriagador, incluso más fuerte que antes. Mi loba trató de luchar contra mí por el control. Ella quería a su compañero en este instante. “¿Podrías retroceder unos pasos, Damen, por favor?”, le supliqué. Lo escuché retroceder como le había pedido y su olor disminuyó lo suficiente para que pudiera controlar a mi loba. Tras esto, abrí los ojos y me encontré con su mirada. Por poco olvidé lo que iba a decir, pero lo recordé. “Estoy segura de que puedes darte cuenta de lo que soy, Damen. No debería tener que decírtelo”.
“¿Así que eres una metamorfa?”, preguntó incrédulo con una ceja enarcada y esperó a que lo confirmara.
“Sí”. Asentí.
“¿Por qué no me lo dijiste antes? ¡Podríamos haber estado juntos!”, dijo medio gritando.
¿De verdad pensaba que se lo hubiera dicho? ¿Después de lo que me había hecho? ¿Era tan est*pido? “¡No podía decírtelo! ¡No después de lo que me hiciste!”. Palideció un poco, como si estuviera recordando todo. “¿Por qué te lo diría si no me quisieras tal y como era? ¡Todo lo que siempre quise fue un compañero que me amara sin importar qué! ¡Pero adivina! Me tocó estar con un imb*cil que solo le interesa estar con una metamorfa. Ni siquiera me diste una oportunidad, ¡tan solo me rechazaste frente a todos! ¡Tal vez te lo habría dicho después de que me aceptaras! Pero no fui suficiente para ti, ¡así que no merecías conocer a mi verdadera yo! ¿Entiendes? ¿O necesita que te siga explicando?”. Unas lágrimas se acumularon en mis ojos.
Me miró con una expresión de culpa, pero no dijo ni una sola palabra, era como si estuviera pensando a fondo. “¿Cómo escondiste tu olor de todos?”. Por fin preguntó algo.
“Solo aprendí a hacerlo, ¿vale?”.
“Cassidy…”. Hizo una pausa. Su voz tenía una mezcla de culpa y arrepentimiento. “Por favor, vuelve conmigo. Por favor”, me suplicó.
Casi acepté. “Solo hay un problema, Damen”.
“¿Cuál?”.
“No puedo volver. No me querías entonces y no me quieres ahora. Solo te interesa que vuelva porque ya sabes la verdad. Quieres a tu compañera metamorfa, pero ¿sabes qué? Ella no te quiere a ti”. Me detuve y respiré hondo. “No deberías haberme buscado. Deberías haberme olvidado cómo te pedí”.
Tras esto, me di media vuelta y escapé. Me pidió que regresara, pero lo ignoré. Tan solo seguí corriendo. Logré salir del club y corrí lo más rápido que pude a través de la ciudad. Mis lágrimas contenidas comenzaron a caer por mis mejillas y mi visión se volvió borrosa. Al menos Damen no me estaba siguiendo.
A medida que me acercaba al límite del bosque, me transformé en mi loba, destrozando toda mi ropa. Comencé a correr entre los árboles. Mi visión todavía seguía borrosa aunque ahora estaba en mi forma de lobo. Disminuí la velocidad y caí al suelo. Entonces dejé salir todas mis lágrimas. Como estaba transformada, tal vez sonaba más como un animal moribundo. En realidad, sí lo era más o menos porque estaba muriendo por dentro. Me sentía demasiado angustiada como para escuchar unos gruñidos que provenían de detrás de mí. Estaba tan concentrada en el dolor de mi corazón que no reaccioné a tiempo y un lobo saltó sobre mí. Mientras intentaba luchar contra él, escuché otro gruñido a mi derecha. Logan había venido a mi rescate. Sentí que apartó al lobo de mi espalda, pero se llevó un trozo de mi cuello con él.
Estaba perdiendo demasiada sangre muy rápido. Unos puntos negros nublaron mi visión y perdí el conocimiento.
Lo último que vi antes de que todo se volviera negro fue al renegado inmovilizando a Logan.