Capítulo 18
1359palabras
2022-11-30 15:48
Punto de vista de Stella
Parpadeé varias veces cuando sentí que el suave calor de la luz del sol tocaba mi cara. Me levanté lentamente y estiré mis extremidades buscando a Luna a mi lado, pero no la encontré. No encontré el reloj en mi mesita de noche ni a Debra gritando a primera hora de la mañana.
Sonreí, satisfecha. Era la primera mañana en la que nadie me molestaba mientras dormía. Pero entonces algo me llamó la atención. ¿Un hombre? ¿Y estaba durmiendo tranquilamente a mi lado? No pude reconocerlo porque llevaba un antifaz. ¿Por qué tenía que llevar un antifaz mientras dormía?

¡Dios mío!
Mis ojos se abrieron de par en par cuando miré aquella habitación desconocida y me tragué el pánico que subía por mi garganta. ¿Dónde diablos me encontraba? ¿Y qué era ese horrible olor?
"No te asustes, Stella", murmuré, sorprendida por el mal sabor de boca que tenía. Respiré hondo varias veces para calmar mi corazón y traté de evaluar mi situación.
Por lo menos aún tenía la ropa puesta, aunque estaba manchada de vómito seco. ¡Qué asco! ¡Esa peste venía de mí!
Podía recordar el día de ayer, pero lo que pasó en el club era un borrón de imágenes borrosas.
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Después de mi trabajo en la cafetería, decidí ir con Lisa y la acompañé a su lugar de trabajo después de que nuestro turno terminara. Le conté mi situación sobre Dino y le confesé que realmente necesitaba una gran cantidad de dinero para la factura del hospital y sus medicamentos.
Lisa me dijo que su trabajo nocturno le ayudaba a pagar el alquiler de su casa, los servicios públicos y sus necesidades básicas. Su madre y su hermana también dependían de ella y por eso también trabajaba duro. Me sorprendió el dinero que ganaba por noche y eso me tentó a ir con ella.
"Bien, empecemos ahora, Stella". Lisa sonrió. "Por favor, ten la amabilidad de quitarte las gafas y la... ¿peluca?"
Mis ojos se abrieron de par en par. ¿Cómo sabía ella que yo llevaba una? Y como si pudiera leer mi mente, Lisa volvió a hablar mientras se sentaba encima de la cama.

"Te vi una vez en la sala de descanso de la cafetería. Estaba a punto de irme, pero olvidé mis llaves, volví a entrar y te vi arreglando tu peluca". Me miró como si quisiera saber todo sobre mí.
"Lisa..." Bajé la mirada. Nadie conocía mi secreto, excepto mi familia.
Lisa se levantó y me guió para que me sentara en su cama. Sus cálidas manos me tocaron los hombros, asegurándome que todo estaba bien. "Tu secreto está a salvo conmigo, Stella. Pero quiero saber por qué estás haciendo esto. ¿Cuál es la razón detrás de todo esto?"
Asentí con la cabeza. Sabía que podía confiar en ella. Era mi amiga desde que empecé a trabajar en la cafetería hace dos años y nunca tuve ningún problema con ella. Era una amiga con la que te encantaría pasar el rato, así fueras rico o pobre, conservador o agresivo.
"Fue por la tía Lucy". Empecé. "Cuando papá falleció, ella siempre me decía que no le mostrara mi cara porque me parecía a mi madre. Dijo que papá nunca la quiso por culpa de mamá. Ella odiaba mucho a mi madre, así que traté de cambiar mi apariencia para que me aceptara y me quisiera de vuelta".
"¿Y en la escuela? Ella no puede verte ahí, pero aún la llevas puesta".
"Debra está en el colegio conmigo y tengo miedo de que se lo cuente a la tía". Dije, secándome las lágrimas de la cara.
"Oh, Stella. Ven aquí, dame un abrazo". Lisa me acercó y me abrazó fuerte. "¿Estás segura de que vas a hacer esto?"
“Sí, Lisa. Por Dino…”
Me explicó que su trabajo consistía en salir con diferentes hombres y que ellos pagaban por su servicio. No pude evitar sentirme nerviosa al respecto. Pero puedo hacerlo. Soy una mujer fuerte. Sé que puedo hacerlo, por mi hermano.
Lisa comenzó a maquillarme. Pintó mis ojos y mis labios con diferentes tipos de cosméticos. Mi cara se sentía pesada con tanto maquillaje, y me sentí algo incómoda después de que terminara. Por último, alisó mi cabello rojizo natural y lo rizó en las puntas, para después prestarme un vestido negro muy seductor que se ceñía a mi cuerpo y unos tacones de aguja rojos.
"¡Dios mío, Stella! ¡Qué guapa estás!" exclamó Lisa mientras sus ojos me recorrían de pies a cabeza. Me acercó al espejo de cuerpo entero para mostrarme su trabajo y allí vi el reflejo de mí misma.
Realmente me parecía a mi madre. Estaba agradecida de tener sus rasgos, pero me entristecía que mi familia no pudiera quererme por culpa de mi rostro.
"¡Oye! ¡Anímate! No quieres que se te estropee el maquillaje con tus lágrimas, ¿verdad?" Dijo Lisa y yo sonreí, asintiendo, pestañeando para dejar de llorar.
Entramos en su lugar de trabajo y Lisa me presentó a sus compañeras. Me dijo que primero observara lo que hacían e hice lo que me dijo. Empezaron a ponerse en fila y esperaron a que los clientes las eligieran.
Lisa ya había sido elegida por el tercer hombre y parecía feliz mientras se despedía de mí. Y cuando llegó mi hora de ponerme en la cola, me aparté y salí lentamente del recinto. No podía hacerlo. Todavía me respetaba. No podía dejar que un hombre al que no amaba tocara mi cuerpo.
Y cuando por fin escapé de aquel lugar, vi un club nocturno cerca del local y entré, tratando de calmarme del nerviosismo que sentía. ¿Por qué la vida era tan dura para mí?
Por primera vez en mi vida, había entrado en un club no para servir bebidas o limpiar mesas, sino para emborracharme. Era muy delgada, y el alcohol no había tardado en llegar a mi organismo.
Lo último que recordaba era que estaba bailando desenfrenadamente en la pista de baile, y cuando mis ojos se encontraron con los de Tyler, salí corriendo del club.
Dejé de pensar cuando el chico que estaba a mi lado en la cama se movió. Mis ojos se abrieron como platos, me levanté lentamente de la cama y corrí a la habitación que supuse era el baño.
En el interior, inspeccioné mis brazos y me sentí aliviada al ver que todavía tenía todos mis dedos. Me levanté el vestido y revisé si tenía rasguños en el cuerpo o si sentía algún dolor, pero no. Toqué mi feminidad para saber si había perdido mi virginidad. No me dolía nada.
Respiré hondo mientras el pánico volvía a surgir en mi organismo. Tenía que salir de ahí inmediatamente. Debía volver a casa de Lisa y coger mi peluca y mis gafas. No tenía ninguna intención de conocer al tipo que me había traído a su casa.
Miré a mi alrededor y me mofé de lo lujosa que era la ducha. ¿Por qué la vida era tan injusta conmigo? Incluso en mi estado de pánico, no pude evitar fijarme en lo increíble que era mi entorno. Todo parecía elegante y moderno. El dueño de esa casa era sin duda un hombre rico.
Me asomé lentamente a la puerta y cuando vi que el chico seguía durmiendo, salí del dormitorio y entré en otra sala.
¿Dónde estaba la puerta principal? ¡Maldición!
Me detuve al llegar a la cocina. Tenía el mismo aire industrial y moderno que el resto del lugar. Me quedé boquiabierta cuando vi a alguien de pie en la esquina. Era alto, estaba sin camiseta y cuando vi su espalda me di cuenta de que tenía la piel bronceada. Su pelo era de un color negro azabache y...
Como si percibiera mi presencia, se dio la vuelta y me miró sorprendido, con la mandíbula desencajada por mi aspecto.
¡Yo lo conocía! ¡Era Justin Miller!
¡Oh no!
Se le cayó un trozo de pan de la boca mientras seguía mirándome. No perdí tiempo y salí corriendo de la cocina hacia la puerta principal.
"¡Señorita, espere!"
Oí que me llamaba pero lo ignoré. Tenía que salir de esa casa de inmediato.