Capítulo 39
1570palabras
2022-07-27 19:43
PDV Isabel.
De cuatro pendientes, pude terminar a duras penas dos, no entendía como me podía afectar tanto el ver a Luka, ok, acepto que fue el primero con el cual me acosté sin conocerlo, también que le mentí mi nombre y profesión, pero no suelo atemorizarme ante cualquiera.
“Y el primero que nos regala los mejores orgasmos” arguyó mi porrista interna.
No estas ayudando, le respondí volteándole los ojos.
“Yo solo digo, como te gusta tanto mirar los hechos abogada”
Me quedaba mirando el arreglo de flores que me envió Leone para recordarme que tengo novio y que esta noche estaremos juntos, seguro que esto era lo que me hacía falta para sacarme de la mente al de ojos azul eléctrico. Mi teléfono empezó a vibrar sobre el escritorio, lo tomé para fijarme que era mi novio, así que miré mi reloj de pulsera y vi que ya eran las siete.
– Hola caballero–conteste cariñosa, esto debía funcionar sí o sí.
– Hola hermosa, te estoy llamando para recordarte nuestra cita, paso por ti a las ocho a tu piso, ¿está bien?
– Por supuesto, como olvidarla, pero aún estoy en la oficina, pudieras pasar por mí a las ocho y treinta, ¿por favor? – pedí como una niña buena.
– Seguro, nos vemos a esa hora, ya ansío verte.
– Yo también – y no sabes cuanto pensé.
Colgamos, firmé par de documentos, tomé mis cosas y salí, agradecí que Mario no haya vuelto a la oficina con su nuevo amigo. Pasé el trayecto a mi piso escuchando música para mejorar mi humor y pensar en que iba a usar para sorprender a Leone por dentro y por fuera.
Al llegar a mi sitio de paz, puse música y el estéreo inundo todo el apartamento, me di un baño usé mi gel favorito de bath and body, llene mi cuerpo de crema con el mismo aroma, tomé un conjunto color nude de pantis que apenas cubrían mi trasero, con unos ligueros y el brasier solo con encaje, usé una medias pantys que se enganchaban a los ligueros y un vestido rojo ajustado a mi cuerpo, definitivamente este atuendo era apara tener s**o.
A cinco para las ocho estaba bajando al lobby y ya estaba Leone, como siempre puntual.
– Estas tan hermosa– me hizo el halago mientras me abría la puerta de su auto.
“Pudo haber dicho sexi pero no está mal” se asomó mi porrista con su sarcasmo habitual.
– Gracias caballero, tú te ves muy bien también– le dije observando su traje de tres piezas color azul claro y camisa una camisa de cuello de un azul más oscuro.
Nos dirigimos al hotel boutique, room mate Oscar, ubicado en el centro, cerca de una concurrida plaza y varios museos, es un hotel tres estrellas, pero muy chic, subimos al restaurant minimalista, pero con una linda vista. Pedimos unas ensaladas y nos tomamos par de cocteles famosos que servían en el restaurante.
Tal y como esperaba Leone había alquilado una suite y sin más subimos, apenas cerró la puerta me lancé a besarlo con pasión que fue correspondida por él. Caminamos hasta un sofá, lo empujé y me senté a horcadas sobre él.
– Oh– exclamó más asombrado de lo que esperaba, –no imaginaba que te gustará así.
No tomé en cuenta su comentario y seguí atacando sus labios, tenía una misión y la iba a lograr. Por suerte mi compañero entendió el mensaje de poco hablar y más actuar y apretó mi cintura para acercarme a él, lo que me impulso a mover mis caderas y poco tardó en empezar a sentir como crecía un bulto entre sus piernas.
Sus manos pasaban con cierta timidez por encima de mi vestido, un gemido escapó de i cuando paso sobre mi pecho y empecé a quitarle el saco.
– Espera hermosa, vamos a la habitación, no hay prisa.
– Ok – dije regulando mi respiración, parecía que estaba siendo muy desesperada para él.
Me tomo de la mano y me guio hasta la cama con toda la pared de vidrio y una vista esplendida de la plaza y una tina en frente de la cama, no era muy ancha, pero de seguro la quería probar. Para mi sorpresa Leone se acercó al ventanal y empezó a cerrar la cortina.
– Espera la vista es genial, déjala abierta – pedí
– Como crees? Alguien podría vernos.
Hice lo posible para no voltearle los ojos, le sonreí y le aseguré.
– Eso es poco probable estamos en un quinto piso.
– Si insistes, ok – dijo a duras penas.
Me acerque para continuar besándolo y el mismo siguió quitándose su ropa, por lo que lo imité, quizá no le gusta que lo haga otra persona. Me moví con una canción en mente para desvestirme frente a él, una vez me quedé frente a él quedó maravillado con mi atuendo interior, se acercó a mí y retomamos nuestros besos, me acostó suavemente en la cama y procedió a bajar la intensidad de las luces.
“¿es en serio?” preguntó mi consciencia porrista con un mohín.
“es un caballero” replicó mi CI, aunque no muy convencida, en lo único que estábamos de acuerdo las tres era en que nos gustaba el s**o un poco rudo.
Las deseché para concentrarme, Leone se sentó sobre mi para masajear suavemente mis pechos, mientras mis caderas se movían buscando más roce. Lo tome por los hombros para acercarlo y volverlo a besar, cuando me interrumpió.
– ¿Y estas marcas? ¿Tuviste un accidente? – pregunto refiriéndose a mis cicatrices.
No puede ser, voltee los ojos sabiendo que los tenia cerrados y él no podría notarlo. ¿De verdad esa preguntando eso en este momento? Me pregunté a mí misma.
– Si – respondí a secas, luego le explicaría.
Continuamos tocándonos y besándonos, hasta que él decidió bajar mi panty, llevándose con ella mis medias a media pierna y los ligueros, mi mano estaba sobre su bóxer negro masajeando la dureza que había detrás, soltó un pequeño gemido y el mismo se quitó la última pieza que quedaba para estar piel con piel.
Le sonreí admirando su cuerpo, si bien no estaba definido de gimnasio, estaba bien no era delgado ni pasado de peso, buscó un preservativo para ponérselo, mientras yo decidí tocar mi pecho y mis piernas, lo que hizo que el abriera los ojos como platos.
Y yo me preguntaba si me veía muy atrevida o el solo se había costado con vírgenes que no se movían solo se abrían piernas.
Finalmente, su dureza entro en mí, mordí mi labio ante su entrada y moví mis caderas con más rapidez, él me siguió el ritmo y cerré los ojos para entregarme al placer, esto era lo que quería, sus besos incrementaron la intensidad y yo quería alcanzar rápido la victoria, así que le apreté el trasero acercándolo más a mí.
– Así, más rápido – le urgí arqueando mi espalda buscando mi liberación.
– ¿Te gusta rudo?
– Si dale.
– Pídemelo.
Yo estaba en un punto sin retorno y quise complacerlo para que llegáramos juntos, así que esta vez no lo haría esperar más y grité en mi mente.
– Llega para mi Luka – y me vine.
No había terminado de bajar de mi nube, y creo que antes de que hablara él también lo había alcanzado, cuando me percaté de mi error garrafal, ¿qué carajos me había pasado? Todo sucedió en segundos, abrí los ojos y la cara de consternación de Leone me hizo saber que no solo lo grité en mi mente, mi voz se había escuchado.
– ¿Como carajo me llamaste? – se apartó de mi con cara casi de asco.
– Lo siento Leone, – No tenía caso mentir.
– ¿Acaso estabas pensando en otro mientras te hacia el amor?
– Por supuesto que no – dije más que avergonzada a la par que mi consciencia porrista respondió.
“Por supuesto que sí, sino me iba a dormir”.
– Eres una descarada. Y es lo menos que puedo decir de ti.
– Escúchame Leone, entiendo que estes molesto, fue una terrible confusión, pero.
No me dejo terminar de hablar. Cuando soltó lo que menos esperé escuchar en una situación como esta.
– Mi madre tenía razón, pero hasta ahora me di cuenta, eres demasiado liberal para mí, quizá hasta te acuestas con otros hombres por la forma tan atrevida de querer hacer el amor. Esto se acabó.
– ¿Que rayos estas diciendo? Por favor tienes casi treinta años, ¿qué esperabas que fuera virgen? ¿que solo me gustara el misionero? Pues no querido, conozco mi cuerpo disfruto del s**o y se lo que me gusta, eso no me hace ¿cómo me llamaste descarada? Y bueno sigue buscando a la mujer que tu mamá apruebe.
Eso lo dije casi gritando mientras me vestía solo con el vestido para salir lo más pronto de ahí y tomar un taxi a mi piso, sin embargo, su última frase fue.
– Claro que sí, porque obviamente tú no eres digna de estar con un hombre como yo.
No tenía caso responderle más, Sali echa una furia tirando la puerta de la habitación, ciertamente fui yo quien lo arruino, pero por suerte vi lo que me esperaba más adelante. Que no era digna de él, quien se creía el principito de su mamá este. Iba pensando en el taxi.