Capítulo 23
1164palabras
2022-07-19 16:30
PDV. Narrador.
Luka no podía creer que le estuvieran sudando las manos por los nervios, no sabía cuándo había sido la última vez que había estado tan nervioso, bueno sí, hace unos pocos meses atrás cuando tuvo que decir: sí acepto, pero este era otro tipo de nervios.
Estaba sentado en su oficina en el segundo piso D' Noir aun no podía salir, debía aprobar el pago del DJ del fin de semana y a otros proveedores de licores, pero eso era pan comido para él, realmente su mente estaba a la expectativa de saber si lo que le compró a la niña bonita le gustaría.
Sin duda se lo pidió a Christine quien también tenía un excelente gusto para la ropa. No se dio cuenta que había llegado hasta que ya estaba tomando de su copa y con la otra mano tenía el pequeño pero elegante top.
Hoy sí que estaba sexi con esa falda pensó Luka y sonrió pensando que ayer le había dicho a la española que tenía un look muy serio solo por molestar, porque la verdad era que se veía sexi con lo que se pusiera.
Luka se fijó como la chica miraba hacia los lados como buscando a alguien, se preguntó si sería a la amiga, porque le extrañó verla sola, luego la observó mientras sacaba algo de su bolso, eso hizo que se pusiera de pie para acercarse a la pared de vidrio de su oficina y poder enfocar mejor lo que era, aprovechando que ella no veía nada.
Era una tarjeta, la bella Isabel que, para él, era María la detallaba y sonreía, parecía una tarjeta de presentación. Debía de dejar de observarla, así que, se giró y se sentó nuevamente en su escritorio y aunque le costara se debía concentrar para terminar el trabajo que tenía por delante para salir al encuentro con la bella María, ya tenía todo preparado esa noche no iba a escapársele tan fácilmente.
Pasaban las horas y ya para las once y al ver que su amiga no daba señales de venir y ni siquiera le contestaba las llamadas o mensajes, Pilar se comenzaba a aburrir de tomar sola.
Se levantó para ir al tocador y luego salir de ese bar. Caminó por el pasillo poco iluminado, llegó al enorme tocador muy sofisticado y moderno, detalló cada pieza, espejos, muebles, la grifería, todo exhalaba buen gusto en colores gris y plata.
Luka ya la había seguido con la mirada y se dispuso a acercarse al área de tocadores para alcanzarla, la encontró saliendo y distraída con el teléfono, lo que aprovechó para ponerse en todo el medio del pasillo y hacerla que chocara con él.
Segundos después eso mismo pasó y a la hermosa dama que ocupaba su mente se le cayó el teléfono al piso, la escuchó decir una frase en español inentendible para él, antes de que alzara la vista y se encontraran sus ojos.
– Esto de chocar con las personas es común en ti – le recriminó Isabel.
El solo sonrió y respondió.
– Déjame tomarlo por ti.
Se agachó para tomar el dispositivo y en un impulso cuando iba subiendo la mano, rozó una de sus ejercitadas y fuertes piernas.
La escuchó como tomó una respiración profunda que al parecer se había quedado en sus pulmones, sin embargo, no se apartó y eso le dio esperanzas.
– Aquí tienes, niña bonita – le dijo mostrándole el teléfono. Cuando ella intentó tomarlo lo alejó de su alcance.
– Dame mi teléfono – pidió con voz altiva.
– Creo que merezco un rescate.
– Ah, ¿sí? Pero si fuiste tú quien hizo que lo tirara.
– Yo solo estaba aquí, tú venías distraída – le respondió encogiendo los hombros y mostrándole la sonrisa que sabía no fallaba.
– Buen punto, ¿qué quieres de recompensa?
– Probar tus labios – dijo directo.
– Pero ¿qué has dicho? – respondió con una sonrisa.
Esa hermosa y pícara sonrisa era su señal y él aprovechó, Luka la tomó por el rostro y la acerco tanto a él que sus narices se tocaron.
–Probar esos sexis labios que tienes – mencionó en su lengua natal.
No le importó si ella lo entendía o no y le posó un beso profundo. La mujer no tuvo tiempo de reaccionar, cuando ese gran y apuesto hombre la pegó de la pared y con pasión había atacado sus labios.
La consciencia intelectual le gritaba que huyera, pero la porrista estaba extasiada con el encuentro. Se separó por aire y escuchó como la voz grave le hablo.
– Es posible que tú boca diga que no, pero yo escucho tu cuerpo que clama por el mío, así que a menos que salgas corriendo te tomare aquí, María.
Ella se estaba preparando para decir algo que no sabía qué era, su boca no le respondía, pero él nuevamente no le dio oportunidad, ¿o sí? Ya no sabía nada solo que sus besos la embriagaron más que los tragos de vodka que se había tomado hace no mucho tiempo.
La cargó tomándola por su ejercitado trasero llevándola nuevamente al tocador, una mujer los miró luego salió sonreída, seguido de eso él con la habilidad de un gato pasó seguro a la puerta y la posó sobre el lavamanos.
– ¿En serio me vas a tomar en el baño? – preguntó ella cuando su mente le regaló un poco de raciocinio en ese loco momento.
– Por supuesto, ya tendrás algo emocionante que contarles a tus nietos cuando sean adolescentes – respondió pícaro.
Ella solo pudo reír y volver a entregarse a su parte menos racional, cuando sus consciencias estaban jugando por quien iba a ganar y había sido su CP.
Empezó a besar su cuello mientras sus manos estaban siendo controladas por su consciencia porrista que deseaba a ese hombre desde la primera vez que miró sus hermosos ojos.
Isabel quien en ese momento era María, Acariciaba los brazos, fuertes hombros, y cuello de aquel hombre que sin duda había sido hasta ahora el más atrevido con el que se había topado. haló el cabello castaño de él ahogando un gemido una vez que sintió la boca de este posarse en uno de sus pechos.
Los besos de ella eran tan intensos que él sintió que salían chispas lo que lo animaba a más, tomando con ansias sus esculpidos muslos, y subiendo esa pequeña falda que ya le estorbaba, pronto se retiró para admirar su panty lo que hizo que una sonrisa sexi saliera de sus labios.
– Eres perfecta, niña bonita. – declaró sin pensarlo antes. Normalmente no decía cumplidos cariñosos a las mujeres que antes había tomado en el baño.
Pero con ella le salió y como respuesta de la chica fue tomarlo del cuello de la camisa y llevarlo hacia a ella mordiendo su labio inferior.
– Uuhm y también salvaje – sentenció complacido.
– Cállate – fue la respuesta de ella dándole una nalgada.