Capítulo 7
1709palabras
2022-07-06 19:34
PDV Luka.
– Por Dios, aún duermes – escuché un tono demasiado grueso para una mujer y supe que era ella, la única persona que tenía la llave de mi apartamento. – Levántate Luka, necesito un favor tuyo.
Abrí un ojo.
– ¿Cuál es la urgencia para que me despiertas tan temprano? ¿Qué tal si hubiese estado con una chica? – recriminé.
Giró los ojos y se sentó en la esquina de mi cama.
– Hoy es martes, además tú no traes chicas al apartamento y son las tres de la tarde, eres el único hombre que está durmiendo a esta hora a mitad de semana.
Resignado me paré de la cama y caminé hacia el baño, levantándole el dedo medio. A los minutos salí duchado con la toalla sujeta a mi cintura.
– ¿Te vas a quedar ahí mientras me visto? – pregunté parándome delante de ella.
– Por favor, Luka desde antes de que te desarrollarás te he visto desnudo y aunque has crecido mucho – me miró de arriba abajo con la cabeza de lado – no eres mi tipo – sentenció con media sonrisa y una ceja levantada.
Negue con la cara y la bese en la frente, aunque molesta la quiero como una hermana. Me giré hacia el vestier y me vestí pensando en cómo mi única amiga, porque literal era la única mujer cercana a mí con la cual no me había acostado, le gustan sólo las mujeres; era un secreto que sólo yo sabía porque sus padres no la aceptarían.
Para su edad, según la sociedad, debería estar casada por lo que ha levantado ciertas sospechas que ella inteligentemente ha sabido callar pagándole a uno que otro gigoló para que se haga pasar por su novio de turno.
Termino de vestirme cómodo con un jean azul claro con una camisa polo azul oscuro, me devuelvo a mi habitación y ella ya está en la cocina.
– Toma – me ofrece un café – te necesito despierto y atento – pide con cara preocupada.
Nos sentamos en la encimera de mi cocina cuando sale mi ama de llaves saludándonos. Intercambiamos saludos.
– Vamos a dar una vuelta – pide haciéndome seña con los ojos y yo capto que no debo negarme.
– Ok, voy por mi chaqueta – anuncio
Una vez solos en el ascensor, la interrogo.
– ¿Qué está pasando, Christine? me tienes nervioso ya con esa actitud.
– Pensaba hablar contigo en tu apartamento, pero como las paredes pueden tener oídos, mejor hablamos en el carro. Como te dije, necesito un favor – dijo mirándome a los ojos y luego sus manos, era evidente que no estaba bien.
Christine es una mujer guapa, alegre, altiva. Típica chica que nació en cuna de oro. Sus padres son los dueños de una de las cadenas de restaurantes más famosas y exclusivas, no sólo del reino Unido, sino de por lo menos cinco capitales del mundo.
Debe medir un metro sesenta de cuerpo, fuerte porque siempre le ha gustado hacer deportes. Su cabello corto más abajo de las orejas, de las cuales tiene como cuatro zarcillos incluyendo unos diamantes, sus ojos grises resaltan con su maquillaje oscuro, siempre está vestida impecable, como hoy que tiene un pantalón beige con una camisa manga larga blanca un poco transparente.
Al salir de mi pent-house nos dirigimos al estacionamiento.
– ¿Quieres que maneje? – le pregunté.
– Déjame a mí, necesito relajarme.
– Chris se nota que estás tensa, déjamelo a mí, no tienes que ser la súper woman siempre. – le dije en tono suave, mientras besaba su cabeza y estiraba la mano para que me diera las llaves de su auto, le abrí la puerta del copiloto y suspirando entró.
Una vez en la carretera bajé el techo de su mini cabrio color verde del año. Para sentir la brisa fresca de la tarde.
– Ahora sí, soy todo oídos, ¿qué te pasa? – quise saber cuándo tomé una vía hacia chiltern hills, las afueras de la ciudad, lo que nos haría salir del bullicio y estar a una velocidad que me permitiera prestarle atención.
– Mi padre amenazó con desheredarme y reformular su testamento para que todo pasara a manos de las fundaciones que apoya – me confesó con la voz cortada.
– No puedo creer que mi padre me haga esto, soy su única hija me he portado como él ha querido, estudié donde quiso y la carrera que él escogió.
Me quedé impactado, eso no lo vi venir jamás, los padres de Christine eran los más amorosos que yo conocía, después de mis padres claro, lo cierto es que hasta conmigo lo eran. Busqué un espacio y me estacioné, subí el techo del auto para darnos privacidad, aunque estábamos adentrados hacia el bosque.
– ¿Qué dices, te estaban hablando en serio? Christine quizá sea una amenaza como otras – apunté teniendo en cuenta que no era la primera vez que la amenazaban con algo – ¿qué quieren que hagas? – indagué.
– Fue en serio, Luka – respondió afligida – el documento ya está hecho me lo mostró mi padre, solo falta llevarlo al registro. Además, creo que me pusieron un detective privado. – no pude evitar fruncir el ceño, de verdad se estaban pasando.
– Quizá escucharon más comentarios de lo normal, aunque he sido más que precavida. No creo que tengan algo en concreto y por eso se quieren asegurar con la petición que me hicieron, mejor dicho, que me están exigiendo – confesó, con unas lágrimas cayendo por su mejilla.
Era la primera vez que la veía tan perdida y frágil, ni siquiera durante nuestra adolescencia; lo que me conmovió y me dieron ganas de ayudarla en lo que fuera, Christine es lo más cercano a una hermana que tengo.
– ¿Qué quieren que hagas, Chris? Estoy seguro que podrás con esto, yo te ayudaré en lo que sea – dije sinceramente.
– Sólo hay una manera en la que me puedes ayudar, y por ello es el mayor favor que te pediré – dijo sorbiendo por la nariz y tomando unas servilletas.
– Lo que sea, dime.
– Cásate conmigo, Luka – dijo mirándome directamente a los ojos, con los suyos rojos por las lágrimas y abiertos expectantes a mi reacción.
– ¿Qué, qué? – grité – te volviste loca, no es momento para que me tomes el pelo – le recriminé – de verdad me preocupaste – respondí reactivamente.
Se quedó mirándome con los ojos de par en par mientras tragaba grueso, bajó la mirada acto que no es usual en ella y se tomó las manos en su regazo. " Oh por Dios no estaba bromeando" pensé.
– Lo siento, Chris – tomé sus manos y las presioné para brindarle mi apoyo – me tomaste totalmente desprevenido, no quise responderte así.
– Créeme, yo lo siento más, Luka, pero eres el único en quien confío para esto, tú me conoces. – suspiró profundo, mientras yo trataba de asimilar que no estaba bromeando.
– Lo pensé tanto, pero si no me ayudas tendré que contratar a uno de esos gigolos para que se case conmigo y siento que es algo demasiado bajo, además que no sabría cómo reaccionar si se vuelve loco y quiere intimar conmigo.
– O peor aún, si empieza a chantajearme con decirle a mis padres que todo es un circo. Estoy desesperada, Luka, de verdad no sé qué hacer. – dijo cubriéndose la cara.
– ¿Y si les dices la verdad Christine? – me aventuré a sugerirle – estamos en el dos mil diecinueve, por Dios, no pueden ser tan anticuados. Eres libre de enamorarte de quien quieras, además eres su única hija, no te van a abandonar a tu suerte.
– Créeme que si lo harían, amigo, no aceptarían jamás que su única hija está enamorada de una mujer.
– ¿Ya le contaste a Adela? – quise saber.
– No, aún no. Esa conversación con mis padres fue durante la cena, no pude dormir en casi toda la noche y cuando desperté, me tomo toda la mañana pensar en una salida y solo pensé en ti.
– Luka, dijiste que me ayudarías con lo que fuera – dijo haciendo pucheros – ¿qué tan malo sería que te casaras conmigo? sabes que no vamos a intimar y una vez que no vivamos en casa de mis padres podremos dormir en habitaciones separadas, puedes seguir con tu vida, pero más precavido de que no te vean con mujeres en lugares públicos.
Yo seguía sin reaccionar, así que Christine como buena negociadora que es y con un objetivo en la mira, quiso presionar un poco más.
– Además, amigo, ambos sabemos que has derrochado prácticamente todo lo que te dejaron tus padres, al paso que vas, ya no podrás seguir viviendo con los lujos a los que estas acostumbrado. – esto ya me sonaba como un chantaje, solo que tenía algo de razón.
– Te pido que lo mires como algo positivo para ti también, si te casas conmigo podrías entrar en el negocio de los restaurantes y producir dinero, Luka, si algún día quieres formar una familia debes empezar por sentar cabeza, ahorrar e invertir para que puedas mantenerla.
– Calma, una Crisis a la vez, estamos con tu tema – me defendí.
– Bueno, solo quiero que veas que puedes sacar algo bueno para ti, ¿quieres que te pague? – preguntó. – y por un momento me sentí ofendido por lo que reaccioné
– Que carajos estas diciendo, Christine, ¿por quién me tomas? no te ayudaría por dinero, eres como mi familia. Ni siquiera tenías que mencionar mi situación económica para que yo te ayudara – dije con un tono severo, lo que hizo que se apenara y bajara la mirada.
– Lo siento Luka, lo siento, – sollozo y las lágrimas caían en su lindo rostro – discúlpame, estoy desesperada – me abrazó – sé que no debo intentar presionarte con eso, sé que es un favor y que te estoy pidiendo mucho.
– Volvamos a casa, muero de hambre y así no puedo pensar.
– Vayamos a comer, te invito, para que me perdones.
– Muy bien, me provoca una paella.