Capítulo 49
1213palabras
2021-12-13 14:15
La gente a su alrededor vio que esos vándalos claramente no tramaban nada bueno, por lo que inmediatamente se fueron uno a uno por temor a involucrarse.
"¿Tú eres Jacobo Ye?", uno de ellos gritó.
"Sí, soy yo".

"¿Sabes que has ofendido a alguien?", preguntó el vándalo de nuevo.
"¿Ofendido a alguien?", exclamó Jacobo sorprendido. “¿Cómo puede ser eso posible? Debes estar equivocado”.
"El señor Bai nos pidió que te rompamos una pierna y una mano, así que dejaré que elijas cuáles son las que quieres mantener sanas”, amenazó uno de ellos con furia, mientras golpeaba un bate de béisbol en la mesa.
"¿Jayden Bai? Ah, ese idiota", Jacobo comprendió de repente.
"¿Qué? ¿Cómo te atreves a insultar al señor Bai?", uno de ellos preguntó furioso ante la actitud indiferente del chico. Luego de esto, levantó el bate y golpeó a Jacobo violentamente. Sin embargo, él esquivó el golpe y sujetó el bate con fuerza. Por más que el agresor tiró con todas sus fuerzas, no pudo retroceder. Aprovechando esto, Jacobo tiró del arma y levantó al hombre para golpearlo con fuerza, provocando que se derrumbara estrepitosamente. Una vez que estuvo en el suelo, le pisó la cabeza con desdén.
"No seas tan arrogante", le advirtió Jacobo con frialdad.

"Maldita sea, vamos, matémoslo a golpes...", al ver que su compañero estaba en desventaja, otro vándalo gritó, fuerte. Ante esto, cuatro o cinco hombres más se apresuraron a ayudarlo con sus respectivos bates en la mano.
Al verlos, Jacobo se levantó de un salto y comenzó a patearlos en defensa propia. Uno de ellos cayó al suelo escupiendo sangre y ni siquiera podía levantarse. Con la siguiente patada, otro de los hombres gritó y salió volando siete u ocho metros hacia atrás, golpeando al hombre que se encontraba detrás de él y ambos cayeron al suelo.
Entonces, Jacobo caminó hacia el líder y dijo fríamente: "Querías una pierna y una mano, ¿no?".
"Oh… yo… lo siento, me equivoqué. Solo soy un sicario que fue contratado por Jayden Bai. ¿Por qué no lo buscas a él?”.

"Más tarde arreglaré mis asuntos con él. Ahora, me encargaré de ti”, dijo el médico, extendiendo la mano para agarrar el brazo del vándalo y torcerlo. Con un fuerte chasquido, la víctima gritó, dándose cuenta de que su mano se había dislocado.
Jacobo había sido demasiado ágil con sus movimientos y luego comenzó a caminar alrededor de los vándalos, escuchando sus gritos mientras se arrastraban por el suelo para suplicar piedad.
Sin más, terminó por alejarse y, poco después, sonó su teléfono celular. Cuando lo sacó, vio que se trataba de un número desconocido y contestó la llamada.
La voz de un hombre de mediana edad se escuchó "Doctor Ye, soy Gavin Feng".
Jacobo se quedó atónito y pensó para sí mismo: ‘No recuerdo haber llamado a Gavin, ¿cómo obtuvo mi teléfono?’.
A pesar de que había conservado la tarjeta del empresario, nunca registró su número de teléfono. Sorprendido, respondió: “¿Qué sucede, señor Feng?”.
"Doctor Ye, la herida de mi hijo está casi curada y le falta poco para poder caminar. Quisiera visitarte para agradecer tu ayuda, ¿estás libre?”.
Sus palabras resultaban ambiguas y se comportaba como un típico pez gordo. Jacobo entendió lo que había querido decir; todavía estaba preocupado por la condición de su hijo y esperaba que él pudiera echarle un vistazo. La tarjeta dorada que el hombre le había regalado no era poca cosa, así que Jacobo se sentía agradecido con él y, después de pensarlo por un momento, dijo: "Bueno, ya que estoy libre ahora mismo, puedo ir al hospital a visitar a su hijo. ¿En qué sala está?".
Gavin Feng se llenó de alegría y rápidamente dijo: "Gracias, doctor Ye. Ahora estamos en el piso 18 del hospital. ¿Quieres que envíe a alguien a buscarte?”.
“No, puedo ir solo", respondió él antes de colgar el teléfono.
El piso 18 del hospital estaba reservado especialmente para personas ricas y poderosas. Era casi tan lujoso como un hotel de cinco estrellas.
Cuando su auto se detuvo frente al edificio, inmediatamente dos guardaespaldas se acercaron y dijeron respetuosamente: "Señor Ye, vinimos a buscarlo. Por aquí, por favor".
Jacobo asintió e inmediatamente siguió a los dos guardaespaldas al interior de la sala. El ascensor privado lo llevó directamente hasta el piso 18. A pesar de que había estado aquí durante su pasantía, nunca había tenido acceso al lujoso piso, y la decoración en el interior lo sorprendió gratamente. Todo allí era magnífico y, de no ser por los médicos y enfermeras que andaban por el lugar, uno podía llegar a creer que se encontraba en un hotel.
"Doctor Ye, muchas gracias por venir”, Gavin Feng lo saludó.
Jacobo respondió a la ligera: "No hay nada que agradecer; esta es mi responsabilidad”.
Siguiendo a Gavin Feng a la sala, pudo ver que esta era enorme, llena de instrumentos modernos que monitoreaban el cuerpo de Brandon Feng durante todo el día.
Si bien había sobrevivido al accidente, las piernas del chico tenían múltiples fracturas. Por más buenas que fueran las habilidades de Jacobo, nadie podría lograr que él se recuperara en solo unos cuantos días. Después de tomar el pulso del paciente, descubrió que su estado físico era muy bueno, por lo que dijo: "El cuerpo del joven Feng se está recuperando muy bien".
Sabiendo que la persona frente a él era el médico que lo había salvado del infierno, Brandon Feng lo miró agradecido, pero luego sonrió amargamente: "Doctor Ye, ¿hay alguna forma en que pueda levantarme de aquí? Es muy incómodo”.
Jacobo no supo qué contestar. Este chico había tenido mucha suerte pues, de no ser porque él había estado presente al momento de su accidente, definitivamente habría muerto desde hace mucho tiempo. ¿Cómo era posible que ahora estuviera acostado en una habitación privada de este hospital de lujo?
Con esto en mente, dijo: "Tu lesión es demasiado grave. Será mejor que te tomes tu tiempo para recuperarte. No puedes apresurar este tipo de cosas”.
"Doctor Ye, ¿el accidente de Brandon tendrá algún efecto secundario?", Susan preguntó con cautela.
La mujer no le agradaba mucho a Jacobo, pues era muy sarcástica y mezquina. En realidad, fue su amor maternal lo que terminó por convencerlo de salvar a su hijo en aquel momento. Pero ahora, luego de la trágica experiencia, la actitud de Susan había cambiado, pues se había dado cuenta de que hay cosas en esta vida que el dinero no puede comprar. Si no hubiera sido por la amabilidad de Jacobo Ye, su hijo nunca habría sobrevivido.
Jacobo dijo: "No, solo debe guardar reposo en cama durante tres meses. De lo contrario, es probable que sus huesos tarden más en sanar”.
Después de escuchar estas palabras, la mujer se sintió aliviada. Ella conocía muy bien las heridas de su hijo, sobre todo las fracturas en su pierna. Su médico privado también le había dicho que Brandon tenía mucha suerte de estar vivo, pero que tenía pocas posibilidades de recuperar las piernas. Ahora, las palabras de Jacobo la habían aliviado. Después de pensarlo un poco, este último sacó una pluma y papel para escribir algo en una receta mientras decía: "Asegúrese de que tome esto dos veces al día. Le ayudará con el crecimiento de los huesos".