Capítulo 45
1402palabras
2021-12-13 14:15
Jacobo se inclinó sobre la parte superior de la pared de ladrillos para mirar hacia adentro y, por un momento, quedó hipnotizado por la asombrosa escena en el patio. Lo asombroso no eran las flores por todo el jardín, sino la niña que estaba regando las plantas.
Esta chica tenía unos veinticinco o veintiséis años y era hermosa. Llevaba puesta una camisa amarilla y un par de pantalones cortos negros. Sus largas piernas eran delgadas y suaves, mientras que su rostro era extremadamente atractivo; a pesar de que Jacobo solo podía ver la mitad de este, se notaba que poseía una belleza sorprendente. Además, el patio estaba lleno de hermosas flores y mariposas bailando en el aire, haciendo que la escena fuera increíblemente tranquila y apacible.
A pesar de que estaba observando desde lejos, Jacobo era muy bueno para analizar a las personas y se dio cuenta de que la chica estaba bien de salud y que no tenía ninguna enfermedad. Según el maestro Tao, esta chica era su nieta, Molly Tao.
‘¿Podría ser que el maestro quiera emparejarnos?’, pensó Jacobo.
Mientras pensaba en esto, la chica ya había notado el movimiento e inmediatamente gritó: "¿Quién está ahí?".
Sorprendido, Jacobo se enderezó y caminó hacia la puerta para tocar suavemente. Con un crujido, la puerta se abrió desde el interior, revelando a Molly Tao en el umbral.
"Hola, yo soy...".
Jacobo estaba a punto de presentarse, pero de repente se quedó atónito, sin poder siquiera hablar.
El hermoso rostro de la chica apareció ante él y su extraordinario temperamento y tranquilidad la hacían parecer como un ángel que había bajado a la tierra. Sin embargo, lo que le sorprendió no fue su belleza, sino sus ojos, los cuales eran extremadamente fríos y carecían de expresión. Al mirarla, se sintió como si acabara de caer en un pozo helado.
Finalmente entendió por qué el maestro Tao había dicho que estaba enferma. Efectivamente, lo estaba, pues ninguna persona normal tendría una mirada tan helada.
"¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo aquí?", el tono de Molly fue tan frío como sus ojos, sin ninguna emoción.
"Me llamo Jacobo Ye. Soy amigo de tu abuelo y él me envió para tratar tu enfermedad”. Ante la mirada desconcertante de la chica, Jacobo reveló sus intenciones incómodo.
"Tú eres el que está enfermo", respondió ella, cerrando la puerta de golpe.
Jacob Ye se sintió un poco avergonzado. Habría sido bueno si el Maestro Tao o Ryan lo hubieran seguido hasta aquí, aunque en ese caso no le convenía observar el estado de Molly. Su enfermedad era obviamente emocional y psicológica, por lo que sería muy difícil tratarla con medicina tradicional china.
Después de pensarlo por un momento, Jacobo llamó nuevamente a la puerta. Esta vez, se escuchó una voz fría: "Si no te vas, llamaré a la policía de inmediato".
"En verdad soy amigo de tu abuelo, ¿por qué no lo llamas para preguntarle?”, sonrió el chico.
¡Bam! Antes de que pudiera terminara de hablar, la puerta se cerró de nuevo.
Sin embargo, Jacobo no se rindió y llamó una tercera vez. Inesperadamente, tan pronto como llamó esta vez, la puerta se abrió y Molly le arrojó un recipiente con agua, con una expresión desafiante.
Naturalmente, esto sorprendió a Jacobo, quien evitó el agua para no terminar empapado.
¡Bam! La puerta volvió a azotarse con fuerza. Irritado, Jacobo rodeó la puerta y saltó hacia el patio por encima de una pared de un metro de altura.
Para entonces, Molly acababa de colgar el teléfono pues, obviamente, había llamado a su abuelo para confirmar que en verdad conocía a Jacobo. Sin embargo, el chico seguía sin agradarle, por lo que se limitó a mirarlo con frialdad mientras continuaba regando sus flores con esmero.
Era verano y estaba vestida con ropa ligera. Cuando se agachó, la piel clara debajo de su cuello apareció, haciendo que un extraño calor se apoderara de Jacobo.
"¿No te parecen hermosas?”, la chica preguntó antes de ponerse de pie.
"Sí, muy hermosas…”, asintió él inconscientemente, sin saber qué más decir. Con una sonrisa torpe continuó: "Hablo de las flores, por supuesto".
Molly le lanzó una mirada juguetona y se volvió hacia a la otra piscina, donde abrió el grifo para llenar el balde que llevaba en la mano mientras observaba en silencio.
Jacobo no supo qué decir ante la frialdad de la chica, sobre todo en sus ojos, los cuales apenas contenían un rastro de emoción en ellos. Incluso en el verano más caluroso, estos podrían hacer que él muriera de hipotermia.
"Bueno, puedo ayudarte a tomarte el pulso", dijo él.
"No estoy enferma...".
"Soy médico, así que tengo la autoridad para decidir si estás enferma o no".
"Yo también soy médico. Estudié en la facultad de medicina china; sé mejor que nadie si estoy enferma o no”, replicó ella.
"Oh...", la expresión de Jacobo se congeló. De repente, sintió que se estaba luciendo pues, a pesar de que tenía excelentes habilidades médicas, todavía ni siquiera tenía licencia.
"No me refiero a tu cuerpo, sino a tu espíritu", respondió él.
"Estás loco... No sé de qué estás hablando”.
"No estoy diciendo que tengas una enfermedad mental, pero...", las palabras de Jacobo estaban empeorando la situación.
El rostro de Molly se puso aún más frío, reflejando lo harta que estaba de todo en este mundo. A juzgar por su expresión facial, tenía cierta tendencia a las enfermedades mentales y su estado era muy grave. Este tipo de pacientes generalmente habían sufrido traumas mentales o reveses emocionales, por lo que no era de extrañar que David Tao no pudiera hacer nada al respecto a pesar de ser un gran médico y terminara pidiendo la ayuda de Jacobo.
"Bueno, ya que no estás enferma, ¿por qué tomaste medicamentos para dormir anoche?”, preguntó él.
La expresión de Molly se congeló. ¿Cómo supo eso? Pero pronto se recuperó de la sorpresa y respondió: "No duermo bien. Pero no necesito que nadie me ayude con eso. Además, ¿qué tiene que ver eso contigo?".
"Me temo que no es solo insomnio. Te sientes indefensa y tienes miedo de todos los que te rodean. Estás ansiosa y no te interesa nada en este mundo, lo que ha provocado que te aísles de este mundo por completo".
"Mi*rda", Molly parecía un poco enojada.
"Aparte de tu abuelo y hermano, no eres cercana a nadie. Odias a todos los hombres en el mundo, incluyendo a tu padre. Tampoco te acercas a las mujeres, pues crees que todas las personas son hipócritas”.
"Basta, deja de hablar...".
Jacobo se calló y la miró. Después de un largo rato, dijo: "Eres estudiante de medicina china, así que deberías saber que los pájaros del mismo plumaje vuelan juntos y que las personas deben vivir en grupos. Es imposible que alguien se encierre en sí mismo por completo”.
Luego de soltar un suspiro, agregó: "Si no me equivoco, nunca te has enamorado, así que tu abuelo y tu hermano son los hombres más cercanos a ti. La medicina china requiere que el Yin y el Yang estén equilibrados, y es esto lo que hace que las cosas funcionen. Sin embargo, tú solo intentas alejarte de todos. ¿Cómo puedes creer que eso no es estar enferma?”.
"Eso es asunto mío, no tiene nada que ver contigo", dijo ella después de un momento de silencio. Luego miró fijamente el balde debajo del grifo. A pesar de que este ya casi estaba lleno, el agua seguía corriendo y comenzó a desbordarse.
"Hay demasiadas cosas en tu corazón y, al igual que este balde, una vez que esté lleno, comenzará a desbordarse. Estás aislada de este mundo y te encuentras al borde del colapso. Si continúas así, terminarás por destruirte a ti misma".
"¿Y qué si eso sucede? No me perdería de nada en este mundo”, comentó Molly fríamente.
"Tienes a tu abuelo, a tu hermano menor y... las flores de este jardín", dijo Jacobo.
"Incluso si tu corazón está hecho pedazos, siempre habrá cosas nuevas que puedes descubrir en este mundo”, agregó.
"¡Eso no es cierto!”, la chica gritó, temblando ligeramente.
"Claro que sí. Es precisamente porque sabes que todavía hay algunas cosas en este mundo que puedes apreciar que tienes miedo de perderlas. Piénsalo. Una vez que tu espíritu se derrumbe, perderás el conocimiento y ni siquiera recordarás a tu abuelo y tu hermano. En ese momento, estarás aislada del mundo para siempre”.