Capítulo 2
1110palabras
2021-12-13 14:15
Justo cuando Jacobo estaba hojeando algunas páginas del pergamino, sonó su teléfono. Era su novia, Mia Bo. Sonriendo, contestó la llamada: "Mia, ¿no te has ido a dormir todavía?".
La fría voz de la chica se escuchó al otro lado de la línea: “Jacobo, creo que es mejor que terminemos".
¿Terminar? Jacobo estaba atónito. "¿Por qué?", preguntó, casi rugiendo.

"¿Por qué? ¿Cómo te atreves a preguntarme por qué? ¡La noticia de que la dirección te ha enviado al centro de transfusiones se ha extendido por todos lados! Vas a ser el primer y único enfermero en el Hospital General. ¡Qué vergüenza!", la fría voz de la chica le rompió el corazón.
Sin embargo, quería seguir con ella, por lo que intentó convencerla: "Mia, haré todo lo posible. Dame la oportunidad de demostrar mi valía, ¿de acuerdo?".
"¿Demostrar tu valía? ¿Cómo podrías hacer eso? ¿Sabes cuánto vale el collar que me dio Noah Sun? ¡No podrías lograr eso ni trabajando como enfermero durante toda tu vida! ¡Olvídalo, he dejado esto en claro: ¡terminamos! ¡No me contactes más!".
En el momento en que Mia colgó el teléfono, Jacobo la escuchó murmurar: "¿Qué futuro puede tener un b*stardo que ni siquiera sabe quién es su padre?".
Esto hizo que el chico sintiera como si un rayo lo hubiera alcanzado. Con el teléfono aún junto al oído, su cerebro se quedó en blanco por un momento. Había estado viviendo en un hogar monoparental desde que era niño. Su madre trabajaba en un supermercado y sus condiciones de vida habían sido difíciles. Con Mia, él nunca intentó ocultarle su pasado, pues la consideraba la persona más importante de su vida y era completamente honesto frente a ella. Nunca esperó que esto terminara por provocar que ella lo despreciara.
Con esto en mente, golpeó la mesa con enojo y exclamó: "¿Por qué? ¿Por qué me hiciste esto?".

Su puño cayó sobre una taza de té, la cual se hizo añicos con un fuerte estruendo. Acto seguido, la sangre fluyó de su mano, convergiendo en un arroyo que corrió lentamente hacia el antiguo pergamino de la mesa. De pronto, el documento emitió una luz verde pálida y salió disparado hacia la cabeza de Jacobo. El chico escuchó un zumbido y luego sintió un dolor, como si tuviera la cabeza partida.
Con un grito de dolor, se agarró la cabeza y rodó por el suelo. El dolor comenzó a empeorar cada vez más, y se volvió tan insoportable que casi quería morir. Al final, su visión se volvió negra y perdió el conocimiento. Todo era borroso y llegó a un espacio misterioso, donde no pudo ver nada en medio la oscuridad. De repente, un sacerdote con una túnica taoísta azul apareció frente a él.
El desconocido sostenía una aguja en una mano y una espada en la otra y le dijo: "De ahora en adelante, serás mi sucesor. Te enseñaré mis habilidades médicas y mágicas. Recuerda que, mientras sigas viviendo en este mundo, es tu deber salvar a los seres humanos del dolor, la enfermedad, la pobreza y sus pecados".
Después de que el sacerdote taoísta terminó sus palabras, lentamente desapareció frente a Jacobo Ye. Inmediatamente, una gran cantidad de información comenzó a llenar su mente; el conocimiento de la medicina, la fórmula del cultivo y todas las experiencias médicas del sacerdote antes de su muerte, se transfirieron a su cerebro en un abrir y cerrar de ojos. La cantidad de nuevos recuerdos fue tan grande que Jacobo apenas podía retenerlos en su mente. Al final, terminó por perder el conocimiento y se desmayó.

Jacobo no supo cuánto tiempo pasó antes de que se despertara del coma. Lentamente, se frotó la cabeza mareada y luchó por levantarse para sentarse a la mesa.
Había demasiadas cosas en su mente ahora. Montones de métodos médicos y de acupuntura perdidos hacía mucho tiempo, e incluso métodos de talismán, hechizos de exorcismo y habilidades mágicas de geomancia...
Después de sentarse durante más de una hora, Jacobo intentó recordar todo lo que pudiera. De repente, sintió que había sufrido demasiados shocks el día anterior y su mente estaba hecha un lío.
Lentamente, ajustó su flujo de chi de acuerdo con la Habilidad Haoran que estaba grabada en su memoria. Una pequeña corriente de aire fluyó lentamente a través de todo su cuerpo y su cabeza mareada inmediatamente se despejó. Fue entonces que confirmó que nada de lo que había visto fue un sueño. Entonces, se calmó y comenzó a practicar las habilidades lentamente de acuerdo con el método de Haoran descrito en el antiguo pergamino.
Antes de que se diera cuenta, el cielo se había vuelto brillante. Después de una noche de meditación, se sintió renovado y mucho mejor que de costumbre. Estaba encantado con sus nuevas habilidades y olvidó todos los eventos desafortunados que habían sucedido el día anterior. De camino al trabajo, decidió que debía hacer un buen uso de la herencia que acababa de recibir para mejorar el mundo.
Había todo tipo de enfermeras en el centro de transfusiones. Era verano, por lo que todas llevaban batas cortas de color rosa pálido, dejando al descubierto sus pantorrillas envueltas en medias de varios colores y, parcialmente, sus muslos pálidos y tiernos. Jacobo Ye pasó saliva nerviosamente; un mar de mujeres bonitas y uniformes irresistiblemente seductores lo estaba anegando. En un segundo, se dio cuenta de que este lugar no era tan malo como pensaba.
Sin darse cuenta, ya había pasado medio mes. Un día, después de que ayudara a una joven enfermera a limpiar el centro de transfusiones, ya estaba oscuro afuera.
"Jacobo, gracias por tu ayuda", Lilian simpatizaba mucho con lo que el chico había vivido allí. A pesar de que él no se quejaba, todos sabían que no era fácil que una pasante fuera asignado a un puesto de enfermería.
Jacobo Ye hizo un gesto con la mano y dijo: "No es nada; es mi deber después de todo". Luego de esto, salieron juntos del centro de transfusiones, que se encontraba al lado del área de emergencias. Tan pronto como caminaron hacia las puertas delanteras, un automóvil se detuvo repentinamente frente a ellos. Un joven bien vestido saltó apresuradamente del auto, abrió la puerta trasera y otros dos hombres sacaron con cuidado a un joven cubierto de sangre. Al ver al joven herido, Jacobo Ye se sorprendió, y pudo percibir que la fuerza vital del chico cesaba lentamente. Ahora que había heredado las avanzadas habilidades médicas del misterioso sacerdote taoísta, podía diagnosticar la mayoría de las enfermedades a primera vista. Si una persona estaba llena de Yin Chi mientras que su vida Chi se reducía, significaba que estaba muriendo.